Liz Greene, y su particular visión de lo jungiano, me parecen de gran valor para el inacabable trabajo del autoconocimiento, y el modelo que plantea, uno de los más heurísticos para comprendernos a nosotros mismos.
Su lectura, en su caracterización de las figuras de ánima y animus me hacen darme cuenta de que los distintos hombres de mi vida han proyectado sobre mí distintos aspectos del ánima. E incluso, en ocasiones, el mismo hombre ha proyectado varios aspctos a la vez.
También yo he proyectado diferentes aspectos del animus sobre honbres diferentes, y hay algunos que, directamnete, ya no proyecto, tal vez porque he incorporado en mí esas características que siempre fueron mías, en tanto que otras cualidades (y defectos) siguen siendo proyectados, en prueba irrefutable de la necesidad de seguir trabajando sobre ellos.
