Y
es que
no
se me
da bien
la
humildad
a
temporadas.
A.S.
aenlibertad@gmail.com
Nuevo blog:
POEMAS Y TEXTOS (nombrando paisajes, misterios y silencios) ameliadesola.blogspot.com.es
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miércoles, 31 de agosto de 2011
Tentar al diablo
Asusta
-¿petrifica?-
asomarse,
a
capella,
a
la
propia
profundidad.
Nunca
son
demasiado
diferentes
tentador
y
tentado.
El
demonio
siempre
busca
habitar
tierras
afines.
A.S.
-¿petrifica?-
asomarse,
a
capella,
a
la
propia
profundidad.
Nunca
son
demasiado
diferentes
tentador
y
tentado.
El
demonio
siempre
busca
habitar
tierras
afines.
A.S.
lunes, 29 de agosto de 2011
Que espere
El
que
crea
que
sabe
algo,
que
ha
superado
algo,
que
tiene
claro
algo,
que
espere
(y
verá).
A.S.
que
crea
que
sabe
algo,
que
ha
superado
algo,
que
tiene
claro
algo,
que
espere
(y
verá).
A.S.
Hay que ver
Hay
que ver
lo
equivocados
que
solemos estar
sobre
lo que
(de verdad)
nos importa.
Todos
(casi).
Siempre
(casi).
Sin excepción
(Casi).
(¿O
-casi-
sin
casi?).
A.S.
que ver
lo
equivocados
que
solemos estar
sobre
lo que
(de verdad)
nos importa.
Todos
(casi).
Siempre
(casi).
Sin excepción
(Casi).
(¿O
-casi-
sin
casi?).
A.S.
sábado, 27 de agosto de 2011
viernes, 26 de agosto de 2011
Del no saber (again)
Yo,
Amelia de Sola,
ser humano
de sexo femenino,
europea,
profesante
de varias profesiones,
buscadora
por más de treinta años,
en la plaza virtual de este mercado,
me propongo
reconocer públicamente
ante todos vosotros,
mi ignorancia
de todas las cuestiones
-digo todas-
que me han interesado
a lo largo
de mi ya extensa vida.
Confieso, pues,
-y sin pudor alguno-,
que ignoro totalmente
si existe, o no,
algún tipo
de deidad,
buena o mala,
o ambas cosas al tiempo,
o si es el Todo
el que funciona como Dios,
o bien si lo Real
es uno, trino, no-dual
o ilusión pura.
No sé si eso
a lo que llaman iluminación,
es algo más que un mito,
o si, no siendo tal,
resulta ser viable
a través de la práctica,
o por sorteo genético,
o por gracia divina.
No comprendo
cómo, siendo viviente,
alguien puede afirmar
-o negar, para el caso-
la trascendencia
más allá de la muerte,
y no podría decir,
sin pecar de mentira,
si Conciencia
es todo lo que hay,
o si somos peones
de una evolución ciega,
o si todo, o si nada,
o si según y cómo.
No me importa
clamar
que estoy hasta la cresta
de preguntarme cosas
que no tienen respuesta,
de una imposible búsqueda
de lo que desconozco,
de dar gato por liebre
a mi tozuda espera
y de colarme goles
en portería propia.
No sé.
No sé nada de eso.
Estoy
(hace ya mucho)
harta.
Cansada.
Deslomada.
Y
-lo más sorprendente-
indiferente
a tan altos asuntos.
Así que aquí me quedo,
en el barrio
de los seres humanos,
de aprendiza
de persona corriente,
apostando
por una vida
-dure lo que dure-
donde, si puede ser, no falte la ternura,
el calor de mi gente,
la sonrisa
abierta a los que amo
-que sean muchos, todos, si es posible-,
el hombro al buen arrimo
de lo que toque cada día
para el mejor gobierno
de la Casa común,
desnudo el corazón
a los niños, las plantas,
las estrellas,
la lucha, la derrota,
el bien, el mal -humanos.
¿Qué otra cosa podría
así llamarse?-,
la tempestad, la risa,
los caminos
de hombres y mujeres,
de animales,
de mundos y más mundos,
los futuros posibles,
lo que ignoro,
los centros de mi centro,
lo que pasa,
lo que no será
nunca,
lo que venga...
Me apunto,
ciegamente,
a lo que venga,
y espero sacar fuerzas
del corazón de todos
para amarlo, y odiarlo,
y comerlo a bocados,
y marcharme,
en puro no saber,
cuando se abra la puerta.
Y afirmo mi ignorancia,
y mi firme intención
de mantenerla,
en esta ciberplaza,
el tórrido verano
de los cincuenta y seis
años
de
mi edad.
A.S.
Amelia de Sola,
ser humano
de sexo femenino,
europea,
profesante
de varias profesiones,
buscadora
por más de treinta años,
en la plaza virtual de este mercado,
me propongo
reconocer públicamente
ante todos vosotros,
mi ignorancia
de todas las cuestiones
-digo todas-
que me han interesado
a lo largo
de mi ya extensa vida.
Confieso, pues,
-y sin pudor alguno-,
que ignoro totalmente
si existe, o no,
algún tipo
de deidad,
buena o mala,
o ambas cosas al tiempo,
o si es el Todo
el que funciona como Dios,
o bien si lo Real
es uno, trino, no-dual
o ilusión pura.
No sé si eso
a lo que llaman iluminación,
es algo más que un mito,
o si, no siendo tal,
resulta ser viable
a través de la práctica,
o por sorteo genético,
o por gracia divina.
No comprendo
cómo, siendo viviente,
alguien puede afirmar
-o negar, para el caso-
la trascendencia
más allá de la muerte,
y no podría decir,
sin pecar de mentira,
si Conciencia
es todo lo que hay,
o si somos peones
de una evolución ciega,
o si todo, o si nada,
o si según y cómo.
No me importa
clamar
que estoy hasta la cresta
de preguntarme cosas
que no tienen respuesta,
de una imposible búsqueda
de lo que desconozco,
de dar gato por liebre
a mi tozuda espera
y de colarme goles
en portería propia.
No sé.
No sé nada de eso.
Estoy
(hace ya mucho)
harta.
Cansada.
Deslomada.
Y
-lo más sorprendente-
indiferente
a tan altos asuntos.
Así que aquí me quedo,
en el barrio
de los seres humanos,
de aprendiza
de persona corriente,
apostando
por una vida
-dure lo que dure-
donde, si puede ser, no falte la ternura,
el calor de mi gente,
la sonrisa
abierta a los que amo
-que sean muchos, todos, si es posible-,
el hombro al buen arrimo
de lo que toque cada día
para el mejor gobierno
de la Casa común,
desnudo el corazón
a los niños, las plantas,
las estrellas,
la lucha, la derrota,
el bien, el mal -humanos.
¿Qué otra cosa podría
así llamarse?-,
la tempestad, la risa,
los caminos
de hombres y mujeres,
de animales,
de mundos y más mundos,
los futuros posibles,
lo que ignoro,
los centros de mi centro,
lo que pasa,
lo que no será
nunca,
lo que venga...
Me apunto,
ciegamente,
a lo que venga,
y espero sacar fuerzas
del corazón de todos
para amarlo, y odiarlo,
y comerlo a bocados,
y marcharme,
en puro no saber,
cuando se abra la puerta.
Y afirmo mi ignorancia,
y mi firme intención
de mantenerla,
en esta ciberplaza,
el tórrido verano
de los cincuenta y seis
años
de
mi edad.
A.S.
Canción de cuna (para mí misma)
Duerme,
pequeña
Amelia,
mientras yo
velo
leyendo
o
escribiendo
tonterías de adulto,
o
mirando
la tele,
o
empeñada
en
sufrir
más
de la cuenta
por naderías.
Duerme,
pequeña
Amelia,
mientras yo
me
dedico
a
toda la exigencia
de este mundo difícil,
a cuidar a la abuela,
a la pasta segura,
a llenar la nevera,
a las mil decisiones
que afectan a otras vidas.
Duerme,
pequeña
Amelia,
y deja que
me ocupe
de todo
-casi todo-
lo que te sobrepasa,
de todo lo que vive
en la tierra del miedo,
en la tierra baldía,
en el mundo reseco
de las niñas-mujeres,
las niñas-madrecita,
las niñas solitarias
responsables de todo,
que han de arreglarlo todo,
que lo regalan todo.
Duerme,
Amelia,
mientras yo
me hago cargo
de tu pequeño
corazón,
de tu pequeña
alma
peregrina
hacia
un país
donde
el patito
feo
encuentra
a su
bandada.
Duerme,
Amelia,
mi niña,
y
deja
que
siga
floreciendo
la inocencia.
A.S.
pequeña
Amelia,
mientras yo
velo
leyendo
o
escribiendo
tonterías de adulto,
o
mirando
la tele,
o
empeñada
en
sufrir
más
de la cuenta
por naderías.
Duerme,
pequeña
Amelia,
mientras yo
me
dedico
a
toda la exigencia
de este mundo difícil,
a cuidar a la abuela,
a la pasta segura,
a llenar la nevera,
a las mil decisiones
que afectan a otras vidas.
Duerme,
pequeña
Amelia,
y deja que
me ocupe
de todo
-casi todo-
lo que te sobrepasa,
de todo lo que vive
en la tierra del miedo,
en la tierra baldía,
en el mundo reseco
de las niñas-mujeres,
las niñas-madrecita,
las niñas solitarias
responsables de todo,
que han de arreglarlo todo,
que lo regalan todo.
Duerme,
Amelia,
mientras yo
me hago cargo
de tu pequeño
corazón,
de tu pequeña
alma
peregrina
hacia
un país
donde
el patito
feo
encuentra
a su
bandada.
Duerme,
Amelia,
mi niña,
y
deja
que
siga
floreciendo
la inocencia.
A.S.
jueves, 25 de agosto de 2011
Reflexiones sobre unas reflexiones de Gunther (acerca del buenismo)
La
paradoja
del
ratón
y el
gato.
Sí.
Podría
suscribir todo
lo que dices.
Así
son las cosas.
Y estamos
pringados
de
buenismo
hasta
las
pestañas.
Pero
también
nosotros
somos
lo que es.
También nosotros,
y nuestra
(parcial)
necesidad
de responder
y aliviar
(o agravar,
quién sabe)
el sufrimiento
propio
y ajeno,
formamos
parte
de esa
naturaleza
"roja de sangre y dientes"
(a veces
menos,
cuando
andamos
cerca).
También nosotros,
los humanos,
y nuestro
(ingenuo)
buenismo
(ese
que ha creado
hospitales,
constituciones,
habeas corpus,
derechos humanos,
ONGs
y conceptos como
justicia
y
libertad),
somos
tan
naturales
como
el gato
y el
ratón.
El todo
tiene
matices nuevos
con
nuestra
aparición
y nuestro
(mal encaminado,
casi
siempre)
buenismo
que introduce
(aunque
casi
nunca)
una lucecita
vacilante
y apenas
ridícula
en su
pequeñez
(pero, ¡oh!,
tan
preciosa),
en el
corazón
de las tinieblas.
Así
que
tienes razón
y
tengo
razón
y qué
más
da.
Al fin,
hacemos
lo que
podemos
(que
suele
ser
poco)
y
pasa
lo que
pasa,
y
lo asumimos
-cuán
a
regañadientes-,
y aprendemos
(también
poco
y
a regañadientes)
y seguimos
(con
-eso sí-
una
admirable
tozudez).
Porque
así
somos.
Es
lo
que
hay.
Y
tal
vez
(pero
tal vez
no)
nuestros
ensayos
infantiles
de
empatía
"buenista"
formen
parte
de
un
ensayo
mayor
de la naturaleza
(estos
días
prefiero
no
meter
a Dios
en el
asunto)
para
encontrar
nuevos
caminos.
Que
no
sólo
de
sangre
vive
el
gato.
(Aunque
se
las
trae).
(Ni
de
empatía
el
ratón,
añado).
Y
besos.
(Y
me
mola
la
evolución
que
te
veo
tras
unos
meses
de ausencia
virtual).
Amelia
paradoja
del
ratón
y el
gato.
Sí.
Podría
suscribir todo
lo que dices.
Así
son las cosas.
Y estamos
pringados
de
buenismo
hasta
las
pestañas.
Pero
también
nosotros
somos
lo que es.
También nosotros,
y nuestra
(parcial)
necesidad
de responder
y aliviar
(o agravar,
quién sabe)
el sufrimiento
propio
y ajeno,
formamos
parte
de esa
naturaleza
"roja de sangre y dientes"
(a veces
menos,
cuando
andamos
cerca).
También nosotros,
los humanos,
y nuestro
(ingenuo)
buenismo
(ese
que ha creado
hospitales,
constituciones,
habeas corpus,
derechos humanos,
ONGs
y conceptos como
justicia
y
libertad),
somos
tan
naturales
como
el gato
y el
ratón.
El todo
tiene
matices nuevos
con
nuestra
aparición
y nuestro
(mal encaminado,
casi
siempre)
buenismo
que introduce
(aunque
casi
nunca)
una lucecita
vacilante
y apenas
ridícula
en su
pequeñez
(pero, ¡oh!,
tan
preciosa),
en el
corazón
de las tinieblas.
Así
que
tienes razón
y
tengo
razón
y qué
más
da.
Al fin,
hacemos
lo que
podemos
(que
suele
ser
poco)
y
pasa
lo que
pasa,
y
lo asumimos
-cuán
a
regañadientes-,
y aprendemos
(también
poco
y
a regañadientes)
y seguimos
(con
-eso sí-
una
admirable
tozudez).
Porque
así
somos.
Es
lo
que
hay.
Y
tal
vez
(pero
tal vez
no)
nuestros
ensayos
infantiles
de
empatía
"buenista"
formen
parte
de
un
ensayo
mayor
de la naturaleza
(estos
días
prefiero
no
meter
a Dios
en el
asunto)
para
encontrar
nuevos
caminos.
Que
no
sólo
de
sangre
vive
el
gato.
(Aunque
se
las
trae).
(Ni
de
empatía
el
ratón,
añado).
Y
besos.
(Y
me
mola
la
evolución
que
te
veo
tras
unos
meses
de ausencia
virtual).
Amelia
miércoles, 24 de agosto de 2011
Sin necesidad de título III
Cuidar
a
una
anciana
enferma.
Que
alguien
que
te
ama
se
quede
a
tu
lado
en
silencio
(todo el
verano).
Sin
más.
A.S.
a
una
anciana
enferma.
Que
alguien
que
te
ama
se
quede
a
tu
lado
en
silencio
(todo el
verano).
Sin
más.
A.S.
Pero...
Todo
lo que
digo
(pienso
escribo
opino
siento
---------
espacio
para
añadir
lo que
te parezca)
se
vuelve
baldío
(falso
mentira
muerto
incompleto
parcial
ridículo
superficial
estúpido
--------
espacio
para
añadir
lo que
te parezca)
antes,
incluso,
de
rematar
la
faena
de
transcribirlo.
O sea,
como
antes
de irme,
pero
más
claro
aún.
A.S.
lo que
digo
(pienso
escribo
opino
siento
---------
espacio
para
añadir
lo que
te parezca)
se
vuelve
baldío
(falso
mentira
muerto
incompleto
parcial
ridículo
superficial
estúpido
--------
espacio
para
añadir
lo que
te parezca)
antes,
incluso,
de
rematar
la
faena
de
transcribirlo.
O sea,
como
antes
de irme,
pero
más
claro
aún.
A.S.
Ahora y de momento
Ahora
sí que
no hay
nada
que me
apetezca
en serio.
Joder
con las
visitas
al
desierto.
A.S.
sí que
no hay
nada
que me
apetezca
en serio.
Joder
con las
visitas
al
desierto.
A.S.
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