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jueves, 30 de septiembre de 2010

De amor y de trabajo

Bendición para mi trabajo,
para el cambio pequeño
que sobreviene al mundo
a través de mis manos.
A.S.


Si no le encuentro sentido a mi trabajo, me seco, me agoto, me quemo.
A nivel "profesional", sólo hay tres cosas que sé hacer bien y que hago con amor y que me realimentan: Acompañar a otros seres humanos en su viaje interior, enseñar y escribir.
Terapeuta, profesora y escritora. A eso me he dedicado toda mi vida, sucesiva o simultaneamente, a veces cobrando y a veces por la cara. No importa. No lo hago por dinero, aunque el dinero me es necesario. Pero lo haría igualmente, de una forma o de otra, aunque no me pagaran. Por eso sé que estoy haciendo lo que debo, lo que me toca. Y por eso voy a seguirlo haciendo.
Porque cuando me siento frente a otra persona y nos sumergimos en su mundo interno, entro en trance, en un estado meditativo, me convierto en pura atención y pura receptividad, e iniciamos juntos, el otro y yo, una inmersión, un viaje del que volvemos más verdaderos, más centrados, más íntegros. Los dos.
Y porque cuando me pongo delante de un grupo de alumnos, el tema del que hablamos cobra vida, y lo vivimos todos, y descubrimos que nos importa, que es importante, y que no es simplemente algo académico o curioso, sino que sirve para vivir, para cambiarnos, para iniciar un nuevo camino de pensamiento y de acción.
Y porque cuando escribo (que cada vez más es sólo cuando siento que lo necesito, o que tengo algo que decir, o las dos cosas) lo que sale, bueno o malo, me expresa, expresa el momento que me habita, y es verdadero, aunque sólo sea entonces.
Sin embargo... sin embargo cada vez siento con más intensidad la necesidad de hacerlo libremente. Cuando trabajo para otros, para una gran organización, por ejemplo, con sus normas, sus reglas y sus directrices, y cuando noto que eso me coarta de alguna manera, coarta, aunque sea mínimamente, la forma en la que siento que tengo que hacer las cosas, o impide el acceso a las personas que buscan mi atención, o le impone esa atención a quienes no son "para mí", me parece que me estoy traicionando, que estoy traicionando mis dones, que estoy vendiendo a la seguridad lo que se me dio para que lo derramara libremente. Que me estoy sometiendo por miedo. Miedo a depender, para vivir, únicamente de mi centro creativo. Falta de confianza en la vida. Cobardía, joder.
A ver qué hago.

martes, 28 de septiembre de 2010

La Vía Transformadora

Mi corazón se conmueve por todo lo que no puedo salvar:
tantas cosas han sido destruidas.
Debo unirme a aquéllos
que siglo tras siglo, obstinadamente,
sin ningún poder extraordinario,
reordenan el mundo.
(Adrienne Rich)

Cualquier religión que afirme preocuparse por las almas de los hombres y no se preocupe por las condiciones sociales y económicas capaces de dejar cicatrices en el alma, es una religión espiritualmente moribunda que sólo espera el día de su entierro.
(Martin Luther King)


"Es de suma importancia en la historia de la civilización saber que la gente corriente está llamada a una vocación profética. Ésta podría ser verdaderamente la energía que produjera una Nueva Creación... si confiáramos en ella... lo que significa confianza en nuestra vocación profética. Se trata de una confianza que no se fundamenta en la percepción humana ni en el poder humano, sino en la gracia del Espíritu Santo, que se vierte verdaderamente sobre toda la humanidad.
Pero, ¿qué significa ser profeta?... Un profeta es alguien que continúa con la Dabhar -que es la energía o la palabra creadora de Dios- cuando ésta ha sido bloqueada o suprimida por la injusticia o la pereza, o por una creencia excesiva en la inmortalidad de lo que ya es. El profeta que hay en cada uno de nosotros es nuestra consciencia social, nuestra sentida preocupación por los seres queridos de Dios que sufren inncesariamente. "La inspiración profética -escribe el rabino Heschel- es por el bien de unos terceros, para su beneficio. No es un asunto privado entre el profeta y Dios; su propósito es la iluminacion de todas las personas antes que la iluminación del profeta". El profeta que hay en nosotros dice: "¡No! No es así como el Creador quería que el Universo respondiera a la bendición que la creación supone. Podemos, debemos, hacer las cosas de otra manera". Heschel dice que "la actividad principal del profeta era la interferencia". Para interferir en el modo en que las cosas esta´n funcionando, ya sea en términos de militarismo entre naciones, de sexismo en las iglesias, de racismo en la educación o de dualismo en uno mismo y en la sociedad, el profeta o la profeta critica y se coloca en la oposición, y por lo tanto, en posición de interferir con lo que está ocurriendo. Jeremías habla de "arrancar y derribar", de una Vía Negativa que debe preceder al "edificar y plantar" que la transformación creativa supone... La interferencia y, por lo tanto, la discontinuidad que incumben al profeta, son evidentemente una interferencia en las situaciones injustas y un romper con la continua injusticia que llueve, por ejemplo, sobre las mujeres o los artistas, la Tierra o los animales, los nativos americanos o la gente del Tercer Mundo.
El profeta sabe algo de confiar en la ira, confiar en la propia indignación moral... y acerca de cómo moldear esa ira y esa indignación convirtiéndolas en posibilidades creativas. Cuando Eckhart dice que "todos los actos son realizados en la pasión", está subrayando lo importantes que pueden ser una ira y una indignación beneficiosas... La ira es, después de todo, proporcional al amor que uno tenga. En un determinado momento, Gandhi dijo que su trabajo era útil porque "despertaba la imaginación religiosa de un pueblo furioso". El poeta Audre Lorde está convencido de que confiar "nosotros mismos en el caos" es la clave de la vitalidad y la creación. Y este es el papel esencial de la poesía...
¿De qué manera es mi trabajo un trabajo profético que contribuye a desmantelar la Torre de Babel, que contribuye a la interposición de la justicia y a plantar nuevas semillas de armonía y orden cósmico? Esta es la pregunta que hay detrás de todo trabajo que esté destinado a ser Dabhar, la palabra/obra de Dios continuada en nosotros. O, como dice Meister Eckhart, "Cuando la palabra y el trabajo son devueltos a su fuente de origen, entonces todo trabajo es realizado divinamente en Dios". El profeta celebra el retorno de la palabra de Dios (energía creadora) y del trabajo por vía del trabajo humano...
La profecía es un retorno de la bendición, un devolver bendición por bendición por parte nuestra. Presupone un tipo de fe que es confianza... El profeta que hay en nosotros hace salir la excelencia y la belleza que hay en cada uno de nosotros, hace salir lo mejor que podemos dar, lo mejor que podemos disfrutar, lo mejor que podemos dejar ir, lo mejor que podemos crear, lo mejor que podemos dar para que nazca el futuro mediante la transformación del pasado. Heschel dice que la simiente profética yace en lo más profundo de cada persona, pero ¿qué es lo más profundo?... Creo que el placer (vía positiva) y el sufrimiento (vía negativa), el dar a luz (vía creativa)y el transformar (vía transformadora). Es por esta razón que el movimiento en espiral del viaje centrado en la creación conduce necesariamente a la profecía: porque no es un viaje superficial, sino el más profundo de todos los viajes. Es un viaje a lo más profundo, y más allá. Se trata, necesariamente, del viaje del profeta que hay en cada uno de nosotros."
(Matthew Fox: La bendición original. Ediciones Obelisco)

La Vía Creativa

Por sus frutos los conoceréis.
(Jesús)

La sabiduría femenina es una sabiduría paradójica que nunca yuxtapone opuestos en pareja de "esto o lo otro", sino que los reune en relaciones de "ambos-y"
Ann Ulanov

Dios es belleza.
Francisco de Asís

Nosotros, la gente corriente, debemos forjar nuestra propia belleza. Debemos prender fuego al gris de nuestro trabajo con el arte de nuestras propias vidas.
Kenji Miyazawa


La dinámica básica de la espiritualidad centrada en la creación es dialéctica, pero no dualista. El dualismo crea una consciencia de "esto o lo otro"... Uno es bueno o malo, masculino o femenino, fuerte o débil, espiritual o sensual, por ejemplo. La consciencia dialéctica tiene que ver con un pensamiento de "ambas cosas", con relaciones de "ambas cosas". Uno puede ser bueno y malo, masculino y femenino, fuerte y débil, espiritual y sensual...
Lo que necesitamos hoy es una comprensión de la Trinidad que sea cósmica y esté orientada hacia la creatividad... ¿Ha empezado a entrar en los corazones de los creyentes y en sus cerebros derechos lo que es verdaderaamente poderoso en la fórmula trinitaria? ¿Puede negarse que lo que se está celebrando aquí es la verdad de que la energía fundamental del universo es dialéctica y, por tanto,creativa?... Lo que se está celebrando en la doctrina trinitaria es la verdad de que ni el universo ni el Creador son estáticos: Se están desplegando, están latiendo, son apasionados, están amando, creando, respirando, dando vueltas en espiral. Y que cuando la humanidad refleje a este Dios trino creador, también debe reflejar la generación y la creatividad. Eckhart captura la urgencia de esta doctrina cuando dice: "Nuestro nombre es que debemos nacer. Y el nombre del Creador es: Dar a luz": Así como Dios esté en proceso continuo de dar a luz a Dios (el Espíritu fluye del Padre y del Hijo, como señala insistentemente la doctrina tradicional) también nosotros, los humanos, debemos estar en el proceso de dar a luz: a nosotros mismos, a nuestras vidas, a nuestra sociedad, a nuestro cosmos...
(Mattew Fox: La bendición original. Ed. Obelisco)

lunes, 27 de septiembre de 2010

Amor humano

Mi Dios, ¿estás ahí? ¿Puedes oírme?
¿O estás ensimismado en tus abismos,
contando tus tesoros en tu cueva,
gozando de tí mismo en tus alturas?
¿Estás ahí, mi Dios, o hablo más alto?
En tu Tierra, perdida entre los mundos,
un trocito de carne te reclama.
Un trocito de carne palpitante,
un trocito de amor. De amor humano.
Nada del gran amor de las esferas.
Sólo amor animal, de sangre roja,
mamífero, caliente, sudoroso.
Simple amor de mujer, de hija, de madre,
de hembra que ha nacido de este barro,
que se ha partido el cuerpo echando hijos,
que se ha partido el alma compartiendo,
que se ha partido el corazón, Dios mío,
buscando tu ternura y tus caminos,
por los bosques, los campos, los arroyos,
por las ciudades frías de los hombres,
por los vastos paisajes de mi alma,
por las almas hermanas, por los cuerpos,
por el desgarro de los hospitales,
por los muertos queridos que se fueron,
por la luz intuída algunas veces,
por el dolor de tiempos implacables.
¿Oyes, mi Dios? Te emplazo en este dia.
Estoy hasta la sangre de no verte.
Estoy hasta los huesos de tu ausencia,
de amar por tí, de amar en tu lugar,
de ser tu amor en esta tierra yerma,
amor para tus hijos desterrados,
amor para tus hijos inocentes.
Harta de tu delegación en las mujeres.
Harta, mi Dios, de ver a tus criaturas
colgando de la cruz. Y de buscarte
y seguirte buscando sin descanso,
y afirmar tu presencia y tu belleza,
y afirmarte, mi Dios, hasta en la muerte
y más allá, Señor de la locura,
Dios de la oscuridad y del vacío,
y de la dulce intimidad humana,
y de la tierna luz de la sonrisa,
y de la cruda fuerza de la vida,
y de la intensidad de la llamada,
y de los hondos mares del anhelo...

Y de nuevo me rindo a tu silencio,
Señor del ser, y espero en tu silencio.

La Vía Positiva

Dios es el bien
y todas las cosas que de él proceden
son buenas.
(Hildegarda de Bingen)

Sé muy bien que el cielo, la tierra y toda la creación son grandes, generosos, hermosos y buenos...La bondad de Dios colma a todas sus criaturas y a todas sus obras benditas, y se desborda en ellas sin cesar... A mi parecer, Dios es todo lo que es bueno, y la bondad que hay en todas las cosas es Dios.
(Juliana de Norwich)


Si la creación es una bendición, y siempre es original, entonces nuestra respuesta adecuada a ella sería la de disfrutarla. El placer es una de las experiencias espirituales más profundas de nuestras vidas. El éxtasis es la experiencia de Dios...En la actualidad, el auténtico contemplativo nos enseñará lo que significa volver a contemplar; es decir, llegar a ser uno con aquello que amamos y disfrutamos de una forma tan absoluta que hacemos del acontecimiento un templo sagrado. El auténtico contemplativo nos enseñará el arte de saborear... Si saboreáramos más, nos comunicaríamos de una forma más profunda, nos relacionaríamos de una manera más plena, competiríamos con menos frecuencia y celebraríamos con mayor autenticidad. Estaríamos relacionándonos más profundamente con nosotros mismos, con la creación en toda su cualidad de bendición, con la historia pasada y futura, con el ahora y con Dios... Estaríamos más en contacto con nuestra indignación moral, porque nuestro amor a la vida aumentaría de una forma tan acusada que cada vez seriamos menos tolerantes con las fuerzas de la muerte. El arte de saborear es nuestra oración en la ruta de la Vía Positiva: nos hacemos amigos de la creación y le rezamos, entrando en ella para poder probar su "dulzura de miel", en palabras de Eckhart... La fuente de todo verdadero placer es Dios. Cualquiera que se haya tomado el tiempo para saborear las bendiciones de la vida sabe que son profunda y deliciosamente dulces. Y esto es así de una forma natural.
(Mattew Fox: La bendición original)

La Vía Negativa

Del sufrimiento he aprendido esto: que cualquiera que haya sido herida profundamente por el amor, nunca estará completa a menos que abrace ese mismo amor que la hirió.
(Matilde de Magdeburgo)

Cuando Cristo sufrió, nosotros sufrimos. Todas las criaturas de la creación de Dios capaces de sufrir, sufrieron con él. El cielo y la tierra desfallecieron en el momento de la muerte de Cristo, porque él también formaba parte de la naturaleza.
(Juliana de Norwich)


La Vía Negativa nos enseña que descender es más sagrado que escalar. La profundidad es más divina que la altura. El Dios Creador, un gran río subterráneo, espera más nuestra sumersión que nuestro trepar. La razón por la cual podemos confiar en una sumersión tan profunda es que, en el fondo, "mi suelo y el de Dios son el mismo" (Eckhart). De una forma muy, muy profunda, Dios ya está en casa. Pero necesitamos volver a casa para entrar en contacto con esa profundidad...
La Vía Negativa trae de regreso a casa...
Necesitamos también dejar que el pecado sea pecado durante un tiempo. Concederle al pecado su justo, e incluso instructivo lugar en nuestras vidas y en las vidas de los demás. No hacerlo es multiplicar el pecado. Dejar que el misterio sea misterio es igualmente esencial para una vida profunda y espiritual... Matamos la imaginación al negarnos a permitir que el misterio sea misterio en nuestras vidas.
Otra actitud pecaminosa que la Vía Negativa deja al descubierto es la negativa a dejar que el dolor sea dolor, a escuchar al dolor. O el misterio, la oscuridad, lo desconocido. Demasiadas armaduras, unas defensas demasiado pesadas, unos muros demasiado gruesos impiden la vulnerabilidad que es una ocasión tan buena para la gracia en la Vía Negativa. Pecamos contra la Vía Negativa al negarnos a desarrollar nuestras capacidades, en este caso capacidad de resistencia, nuestra fortaleza para el viaje, para soportar el dolor.
La fortaleza que necesitamos en la Vía Negativa no es una fortaleza estoica de apretar los dientes ni una fortaleza de macho para controlar la situación: es una fortaleza vulnerable, la fortaleza para poder absorber, para recibir la oscuridad con la luz, el dolor con el placer, la fortaleza para seguir descendiendo. Es una fortaleza nacida de la sensibilidad, una negativa a vivir con insensibilidad, con frialdad en el corazón... Ser capaces de pasar por lo que Gandhi llama "montañas de sufrimiento" es descubrir una nueva fuente de fortaleza y un nuevo nivel. La fuerza del vacío, de la nada. del punto cero. Esta fuerza hace añicos nuestras propias definiciones y proyecciones de lo que significa ser fuertes.
(Matthew Fox, La Bendición Original)

martes, 21 de septiembre de 2010

Caminar

Necesito emprender el camino.
El camino de un ser a otro, y, en concomitancia, de una vida a otra. Porque ser y vida interactúan, y se convierten el uno en la otra y viceversa, danzando en torno a un centro inmóvil, al que a veces he llamado el lugar de la inocencia.
Necesoto caminar. Internarme en una especie de bardo, de periodo entre vidas, sin saber, sin proyectos, sin metas.
Caminar simplemente, y permitir que a medida que pasan los días, las jornadas y los lugares, las cosas se vayan poniendo en su sitio sin mi intervención, o más bien, sin mi intención, sin mi manipulación. Las cosas se ordenen. Lo viejo y lo nuevo, lo conocido y lo desconocido, lo que fue y lo que será... que todo se ordene, y aparezcan los actos justos, los pensamientos justos, los sentimientos justos, el ser justo. Lo que tiene que ser.
Necesito permitirme ese espacio y ese tiempo, mudarme a ese lugar liminal, como la larva a su capullo o la semilla a la tierra, y dejar de hacer. Dejar de hacer, por fin, para que todo se haga.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Repartir el trabajo

¿Es el trabajo un fin en sí mismo?
Me explico: Hoy por hoy, todo el mundo parece coincidir en que es un problema esto de que no haya trabajo para todos. Porque, si el trabajo se ha convertido en un bien escaso, ¿de qué van a vivir los crecientes en número desafortunados que no tengan la suerte de pillar un curro? Grave problema. Que parece implicar que la única forma de organizarse es esta que padecemos, con los resultados por todos conocidos.
Y, lo peor, no sólo no hay curro para todos, sino que probablemente esa tendencia se acentúe, en parte porque la disminución del consumo implica menos necesidades de producción, sobre todo de artículos manifiestamente prescindibles, y en parte, porque la tecnología suprime la necesidad de mano de obra humana.
Desgraciado, ¿no?
Pues no. De desgraciado, nada. Una bicoca, si no fuera por la mentalidad que nos aqueja.
¿Se consideraría, en una casa, por ejemplo, algo desgraciado el hecho de que hubiera menos cosas que hacer? ¿O se repartirían sus moradores las escasas tareas, trabajarían todos menos y santas pascuas?
Si, a nivel social, hay menos necesidad de trabajar, repartamos el trabajo y trabajemos menos todos. Y punto. Y, cuanto menos, mejor, que ganaremos en salud, perderemos en estrés y con seguridad viviremos más y más contentos y divertidos.
¿Y cobraremos menos todos? Pues sí, probablemente, sí, al menos, para empezar. Y hasta que consigamos el (escaso) nivel de inteligencia necesario para comprender que un crecimiento indefinido, basado en un consumo descontrolado de productos absolutamente inútiles, va a dar al traste, como está sucediendo, con la salud individual, social y planetaria.
Hasta que comprendamos que el trabajo y el consumo no son fines en sí mismos, sino medios, sencillamente medios para fines. Y que la calidad de vida no tiene nada que ver con acumular hasta la exageración. Y que la producción tiene que adecuarse a las necesidades, y no a la inversa. Y que pensar las cosas es mejor que dejarlas a la buena, no de Dios, sino de los especuladores, logreros y demás peña. Y que el crecimiento sin control tiene un nombre: cáncer. Y que o cambiamos hacia modos y maneras más adaptativas o nos extinguimos y ya.
Y hasta que, oh herejía, desechemos de una pastelera vez el darwinismo social y miremos a nuestro alrededor para comprobar que los ecosistemas se rigen (también) por la cooperación, y que a la larga la solidaridad va ser no sólo rentable, sino cuestión de supervivencia.
Todo esto llegará a.- por elevación del nivel de conciencia como consecuencia de una integración madura de las enseñanzas de la crisis económica, social, ecológica et al. en la que estamos metidos; b.- por narices; c.- por ambas cosas; d.- porque nos iremos al tacho, que dice el tango, y los cuatro que queden, si es que quedan, tendrán que organizarse de otra manera.
Estaría bien, muy bien, que fuera por aprendizaje.
Digo yo.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Jens Peter Jacobsen

Conocía su nombre de las Cartas a un joven poeta de Rilke, en que éste califica su obra de imprescindible, pero no había leído nada suyo.
Rebuscando por la red (con escasos resultados) encuentro, no obstante, estas pequeñas maravillas:



—Estimada Fennimore, gracias a Dios no sabes lo que dices, pero eres muy injusta con las mujeres, contigo misma. Yo sí creo en la pureza de la mujer.
—La pureza de la mujer, ¿a qué te refieres con la pureza de la mujer?
—Quiero decir... sí...
—Quieres decir, yo te diré lo que quieres decir. Nada, no quieres decir nada, pues esa es una de esas delicadezas absurdas. Una mujer no puede ser pura, no tiene por qué, ¿cómo iba a poder serlo? ¿Qué es toda esa desnaturalización? ¿Acaso la mujer está destinada a serlo por la mano de Dios nuestro Señor? ¡Contéstame! No, y diez mil veces no. ¿Qué tontería es esta? ¿Por qué pretendéis lanzarnos hacia las estrellas con una mano, cuando al fin y al cabo os veis obligados a bajarnos con la otra? ¿Por qué no podéis dejarnos caminar por la tierra a vuestro lado, hombro con hombro, y ya está? ¡Pero si resulta imposible dar un paso en firme en la prosa cuando nos cegáis con vuestros fuegos fatuos de poesía! ¡Dejadnos en paz, dejadnos en paz, por Dios!

Niels Lyhne
Jens Peter Jacobsen


—¡Espiritual! Cómo odio ese amor espiritual. No son más que flores de tela las que crecen en el suelo de este amor; ni siquiera crecen, sino que se sacan del cerebro y se clavan en el corazón porque el corazón no tiene flores. Eso es precisamente lo que le envidio a la joven, que en ella no hay nada postizo, ella no vierte el sucedáneo de los sueños en el cáliz del amor. No crea que porque su amor esté atravesado por los hilos de la imaginación y oculto tras las sombras de imágenes fantásticas que se entremezclan en una gran y fecunda vaguedad, ella prefiera las imagenes al suelo que pisa, tan solo es porque todos sus sentidos e instintos y talentos están abocados al amor, incansablemente. Porque no es porque disfrute de sus fantasías, ni siquiera porque se apoye en ellas, no, ella simplemente es real, tan real que a menudo se vuelve, a su ignara manera, cándidamente cínica. Usted no sabe, por ejemplo, cuán embriagador y placentero puede ser para una joven inhalar secretamente el traje de su amado, significa mil veces más para ella que toda una inflamación de fantasías. Desprecio la fantasía. ¿Qué sentido tiene, cuando todo tu ser anhela el corazón de un hombre, que tan solo se te permita entrar en la fría antesala de la fantasía? ¡Y cuán a menudo es así! ¡Y cuántas veces nos vemos obligadas a soportar que aquel al que amamos nos disfrace con su fantasía, nos corone con una aureola, nos ligue unas alas a la espalda y nos envuelva en un manto estrellado! Y entonces es cuando, por fin, nos encuentra dignas de ser amadas, cuando nos paseamos con toda esa parafernalia carnavalesca con la que ninguna de nosotras se encuentra a gusto, ni puede ser ella misma, porque estamos demasiado emperifolladas y porque nos confunde al postrarse a nuestros pies y adorarnos, en lugar de tomarnos tal como somos y simplemente amarnos.

Niels estaba confundido, había recogido del suelo el pañuelo que a ella se le había caído y ahora se embriagaba con su perfume. No estaba preparado para que ella lo interrogara mirándolo con tanta insistencia, precisamente ahora, cuando estaba tan absorto contemplando su mano. Sin embargo, consiguió contestar que esa era la mejor prueba del gran amor que le profesaba el hombre, pues a fin de preservar y defender el amor indecible que siente, la envuelve en un halo de divinidad.

—Sí, eso es precisamente lo que resulta ofensivo —dijo la señora— Pues ya somos suficientemente divinas tal como somos de verdad.

Niels sonrió complaciente.

—No, no sonria, no debe tomárselo a la ligera. Al contrario, esto es muy serio, pues esta adoración, en todo su fanatismo, es absolutamente tiránica, nos obliga a adaptarnos a un ideal del hombre. ¡Corta un talón y secciona un dedo! Hay que eliminar todo aquello que en nosotras no se corresponda con su idea, si no coartándolo, pasándolo por alto, olvidándolo sistemáticamente, negándonos todo progreso. Y lo que no tenemos, o que no es en absoluto propio de nosotras, hay que llevarlo a la floración más salvaje poniéndolo por las nubes, presumiendo siempre que es el don más destacable y convirtiéndolo en la piedra angular sobre la que se construye el amor del hombre. Yo lo llamo violación de nuestra naturaleza. Lo llamo adiestramiento. El amor del hombre es domesticación. Y nosotras nos doblegamos a él, incluso las que no amamos nos sometemos, despreciablemente débiles como somos.

Niels Lyhne
Jens Peter Jacobsen



El sol, a punto de ponerse, brillaba rojo a través de la ventana. Niels Lyhne estaba sentado delante con la mirada perdida entre los olmos del baluarte, oscuros como el bronce contra el fuego de las nubes. ¿Nunca has oído hablar de gente sobrada de talento en su juventud, fresca y llena de esperanzas y de planes, que al perderla también pierde el talento para siempre?

Niels Lyhne
Jens Peter Jacobsen


Por el mundo entero se extendía una red de hilos invisibles que unían un alma con otra; hilos más fuertes que los de la vida, hilos más fuertes que los de la muerte.

La señora María Grubbe
Jens Peter Jacobsen


Cerró los ojos, pero a pesar de ello notaba cómo la luz penetraba en él, fluyendo a través de todos sus nervios.

Niels Lyhne
Jens Peter Jacobsen


No se atormente ni se martirice con sus convicciones; la gente que va a morir no tiene convicciones.

Niels Lyhne
Jens Peter Jacobsen


Pues eso era el amor: un mundo que estaba entero, algo lleno, grande y ordenado.

Niels Lyhne
Jens Peter Jacobsen

sábado, 18 de septiembre de 2010

La muerte: Un ejercicio siloista de purificación

(Los asteriscos indican espacios para detenerse y visualizar y meditar en lo que se sugiere.
El ejercicio se puede descargar en mp3, a fin de realizarlo mientras se lo oye, en relajación y con los ojos cerrados, en imaginatuvuelo.blogspot.com. Biblioteca con toda clase de materiales siloistas en silo.net)


LA MUERTE

Creo que estoy en un teatro. Todo está a oscuras. Poco a poco comienza a iluminarse la escena, pero he aquí que yo estoy en ella.

El ambiente es cinematográfico. Por allí luces de antorchas, en el fondo una gigantesca balanza de dos brazos. Creo que el techo, posiblemente abovedado, está a mucha altura porque no veo sus límites. Alcanzo a reconocer algunas paredes de roca, árboles y pantanos alrededor del centro de escena. Tal vez todo se continúe en una selva muy espesa. Por todas partes hay figuras humanas que se mueven furtivamente.

Súbitamente dos sujetos encapuchados aferran mis brazos. Entonces una voz grave me pregunta:

–¿De dónde vienes?
No sé que responder así que explico que vengo de “adentro”.
–¿Qué es “adentro”?, –dice la voz.
Ensayo una respuesta: “Como vivo en la ciudad, el campo es ‘afuera’. Para la gente del campo, la ciudad también es ‘afuera’. Yo vivo en la ciudad o sea ‘adentro’ y por eso digo que vengo de ‘adentro’ y ahora estoy ‘afuera’”.
–Eso es una estupidez, tú entras a nuestros dominios de manera que vienes de “afuera”. Este no es el campo sino que es tu “adentro”. ¿No pensaste acaso que esto era un teatro? Entraste al teatro que, a su vez, está en tu ciudad. La ciudad en que vives está afuera del teatro.
–No –respondo–, el teatro es parte de la ciudad en que vivo.
–Escucha insolente –dice la voz–, terminemos con esta discusión ridícula. Para empezar te diré que ya no vives en la ciudad. Vivías en la ciudad, por lo tanto tu espacio de “adentro” o de “afuera” se quedó en el pasado. Así, estás en otro espacio-tiempo. En esta dimensión las cosas funcionan de otra manera.

De inmediato, aparece al frente un vejete portando en su diestra un recipiente. Al llegar a mí introduce la otra mano en mi cuerpo como si este fuera de mantequilla. Primeramente extrae mi hígado y lo coloca en la vasija, luego procede con los riñones, el estómago, el corazón y, por último, saca sin profesionalismo todo lo que va encontrando hasta que termina desbordando el receptáculo. Por mi parte, no siento nada especial. El sujeto gira sobre sí mismo y llevando mis vísceras hasta la balanza, concluye depositándolas en uno de los platos que desciende hasta tocar el piso. Entonces pienso que estoy en una carnicería en la que se pesan trozos de animales ante la vista de los clientes. En efecto, una señora portando un cesto trata de apoderarse de mis entrañas, pero es rechazada por el vejete que le grita: “Pero ¿qué es esto? ¿Quién le ha autorizado a llevarse las piezas?” El personaje entonces, sube por una escalerilla hasta el plato en alto y allí deposita una pluma de búho en el plato vacío.

La voz vuelve a dirigirse a mi con estas palabras: “Ahora que estás muerto y has descendido hasta el umbral del mundo de las sombras, te dirás: ‘están pesando mis vísceras’, y será cierto. Pesar tus vísceras es pesar tus acciones”.

Los encapuchados que me flanqueaban dejan mis brazos en libertad y comienzo a caminar lentamente pero sin dirección precisa. La voz continúa: “Las vísceras bajas están en el fuego infernal. Los cuidadores del fuego se muestran siempre activos e impiden que se acerquen aquellos a quienes deseas”.

Me doy cuenta que la voz va guiando mis pasos y que a cada insinuación cambia la escena. La voz dice: “Primeramente, pagarás a los cuidadores. Luego entrarás al fuego y recordarás los sufrimientos que causaste a otros en la cadena del amor. (*)

“Pedirás perdón a los maltratados por ti y saldrás purificado únicamente cuando te reconcilies. (*)

“Entonces, llama por su nombre a los perjudicados y ruégales que te permitan ver sus rostros. Si ellos acceden, escucha con cuidado sus consejos porque estos son tan suaves como brisas lejanas. (*)

“Agradece con sinceridad y parte siguiendo la antorcha de tu guía. El guía atravesará oscuros pasadizos y llegará contigo a una cámara en donde aguardan las sombras de aquellos que has violentado en tu existencia. Ellos, todos ellos, están en la misma situación sufriente en la que un día los dejaras. (*)

“Pídeles perdón, reconcíliate y bésalos uno por uno antes de partir. (*)

“Sigue al guía que bien sabe llevarte a tus lugares de naufragio, a los lugares de las cosas irreparablemente yertas. ¡Oh, mundo de las grandes pérdidas en el que sonrisas y encantos y esperanzas son tu peso y tu fracaso! Contempla tu larga cadena de fracasos y para ello, pide al guía que alumbre lentamente todas aquellas ilusiones. (*)

“Reconcíliate contigo mismo, perdónate a ti mismo y ríe. Entonces verás como del cuerno de los sueños surge un viento que lleva hacia la nada el polvo de tus ilusorios fracasos”. (*)

De pronto, toda la escena cambia y me encuentro en otro ambiente en el que escucho: “Aún en el bosque oscuro y frío, sigues a tu guía. Las aves de malos presagios rozan tu cabeza. En los pantanos, lazos serpentinos te rodean. Haz que tu guía te lleve hacia la gruta. Allí no puedes avanzar a menos que pagues tu precio a las formas hostiles que defienden la entrada. Si, finalmente, logras penetrar pídele al guía que vaya iluminando a izquierda y a derecha. Ruégale que acerque su antorcha a los grandes cuerpos de mármol de aquellos que no has podido perdonar. (*)

“Perdónalos uno por uno y cuando tu sentimiento sea verdadero, las estatuas se irán convirtiendo en seres humanos que te sonreirán y extenderán hacia ti sus brazos en un himno de agradecimiento. (*)

“Sigue al guía fuera de la gruta y no mires atrás por ninguna circunstancia. Deja a tu guía y vuelve aquí, a donde se pesan las acciones de los muertos. Ahora mira el plato de balanza en el que están depositadas tus acciones y comprueba como éstas suben y son más livianas que una pluma.

Siento un quejido metálico al tiempo que veo elevarse el plato en el que está depositada la vasija.

Y la voz concluye: “Has perdonado a tu pasado. Demasiado tienes como para pretender más por ahora. Si tu ambición te llevara más lejos podría suceder que no volvieras a la región de los vivos. Demasiado tienes con la purificación de tu pasado. Yo te digo ahora: ‘Despierta y sal fuera de este lugar’”.

Las luces de la escena se van apagando lentamente, mientras siento que estoy afuera de aquel mundo y nuevamente adentro de éste. Pero también advierto que en este mundo contengo las experiencias de aquel otro.

Silo

Ha muerto el que fue mi primer maestro.
Mario Rodríguez Cobos, Silo, el Negro Silo, murió la pasada noche en su casa de Mendoza, Argentina, a los 72 años.
Hoy, un grupo de amigos nos hemos reunido para realizar una ceremonia en su honor. Lo mismo ha sucedido en cientos de lugares alrededor del mundo.
Hasta siempre, Negro.
Paz en el corazón. Luz en el entendimiento.


"¿Si una estrella lejana está ligada a ti, qué debo pensar de un paisaje viviente...qué debo pensar del paisaje humano, en el que conviviendo la opulencia y la miseria, unos niños ríen y otros no encuentran fuerzas para expresar su llanto?
Porque si dices: "Hemos llegado a otros planetas", debes declarar también: "Hemos masacrado y esclavizado a pueblos enteros, hemos atestado las cárceles con gentes que pedían libertad, hemos mentido desde el amanecer hasta la noche..., hemos falseado nuestro pensamiento, nuestro afecto, nuestra acción. Hemos atentado contra la vida a cada paso, porque hemos creado sufrimiento.
En este paisaje humano conozco mi camino. ¿Qué pasará si nos cruzamos en dirección opuesta? Yo renuncio a todo bando que proclame un ideal más alto que la vida y a toda causa que para imponerse genere sufrimiento... Quiero una causa digna del paisaje humano: la que se compromete a superar el dolor y el sufrimiento.
...Ni aún lo peor del criminal me es extraño, y si lo reconozco en el paisaje, lo reconozco en mí. Así que quiero superar aquello que en mí y en todo hombre lucha por suprimir la vida. ¡Quiero superar el abismo!
Todo mundo al que aspiras, toda justicia que reclamas, todo amor que buscas, todo ser humano que quisieras seguir o destruir, también está en ti. Todo lo que cambie en ti, cambiará tu orientación en el paisaje en el que vives. De modo que si necesitas algo nuevo, deberás superar lo viejo que domina en tu interior. ¿Y cómo harás esto?
Comenzarás por advertir que aunque cambies de lugar, llevas contigo tu paisaje interno...
Nombrador de mil nombres, hacedor de sentidos, transformador del mundo, tus padres y los padres de tus padres se continúan en ti. No eres un bólido que cae, sino una brillante saeta que vuela hacia los cielos. Eres el sentido del mundo, y cuando aclaras tu sentido, iluminas la tierra..."

(Silo: El paisaje interno)



"I. LA MEDITACIÓN
1. Aquí se cuenta cómo al sin-sentido de la vida se lo convierte en sentido y plenitud.

2. Aquí hay alegría, amor al cuerpo, a la naturaleza, a la humanidad y al espíritu.

3. Aquí se reniega de los sacrificios, del sentimiento de culpa y de las amenazas de ultratumba.

4. Aquí no se opone lo terreno a lo eterno.

5. Aquí se habla de la revelación interior a la que llega todo aquel que cuidadosamente medita en humilde búsqueda.

XIII. LOS PRINCIPIOS
Distinta es la actitud frente a la vida y a las cosas cuando la revelación interna hiere como el rayo.
Siguiendo los pasos lentamente, meditando lo dicho y lo por decir aún, puedes convertir el sin-sentido en sentido. No es indiferente lo que hagas con tu vida. Tu vida, sometida a leyes, está expuesta ante posibilidades a escoger. Yo no te hablo de libertad. Te hablo de liberación, de movimiento, de proceso. No te hablo de libertad como algo quieto, sino de liberarse paso a paso como se va liberando del necesario camino recorrido el que se acerca a su ciudad. Entonces, “lo que se debe hacer” no depende de una moral lejana, incomprensible y convencional, sino de leyes: leyes de vida, de luz, de evolución.
He aquí los llamados “Principios” que pueden ayudar en la búsqueda de la unidad interior.

(Se entiende por acto unitivo o acción válida, a pensar, sentir y actuar en la misma dirección, y por acto contradictorio, a pensar una cosa, sentir otra y actuar en dirección diferente. La aclaración es mía.)

1. Ir contra la evolución de las cosas es ir contra uno mismo.

2. Cuando fuerzas algo hacia un fin produces lo contrario.

3. No te opongas a una gran fuerza. Retrocede hasta que aquella se debilite, entonces avanza con resolución.

4. Las cosas están bien cuando marchan en conjunto no aisladamente.

5. Si para ti están bien el día y la noche, el verano y el invierno, has superado las contradicciones.

6. Si persigues el placer te encadenas al sufrimiento. Pero, en tanto no perjudiques tu salud, goza sin inhibición cuando la oportunidad se presente.

7. Si persigues un fin, te encadenas. Si todo lo que haces lo realizas como si fuera un fin en sí mismo, te liberas.

8. Harás desaparecer tus conflictos cuando los entiendas en su última raíz no cuando quieras resolverlos.

9. Cuando perjudicas a los demás quedas encadenado. Pero si no perjudicas a otros puedes hacer cuanto quieras con libertad.

10. Cuando tratas a los demás como quieres que te traten te liberas.

11. No importa en qué bando te hayan puesto los acontecimientos, lo que importa es que comprendas que tú no has elegido ningún bando.

12. Los actos contradictorios o unitivos se acumulan en ti. Si repites tus actos de unidad interna ya nada podrá detenerte.

Serás como una fuerza de la Naturaleza cuando a su paso no encuentra resistencia. Aprende a distinguir aquello que es dificultad, problema, inconveniente, de esto que es contradicción. Si aquéllos te mueven o te incitan, ésta te inmoviliza en círculo cerrado.
Cuando encuentres una gran fuerza, alegría y bondad en tu corazón, o cuando te sientas libre y sin contradicciones, inmediatamente agradece en tu interior. Cuando te suceda lo contrario pide con fe y aquel agradecimiento que acumulaste volverá convertido y ampliado en beneficio.

XIX. LOS ESTADOS INTERNOS
Debes adquirir ahora suficiente percepción de los estados internos en los que te puedes encontrar a lo largo de tu vida y, particularmente, a lo largo de tu trabajo evolutivo. No tengo otra manera de hacer la descripción, que con imágenes (en este caso, alegorías). Éstas, según me parece, tienen por virtud concentrar “visualmente” estados de ánimo complejos. Por otra parte la singularidad de encadenar tales estados, como si fueran distintos momentos de un mismo proceso, introduce una variante en las descripciones siempre fragmentadas a que nos han acostumbrado aquellos que se ocupan de estas cosas.

1. El primer estado, en el que prevalece el sin-sentido (aquel que mencionamos al comienzo), será llamado “vitalidad difusa”. Todo se orienta por las necesidades físicas pero estas son confundidas, a menudo, con deseos e imágenes contradictorias. Allí hay oscuridad en los motivos y los quehaceres. Se permanece en ese estado vegetando, perdido entre formas variables. Desde ese punto se puede evolucionar sólo por dos vías: la vía de la muerte o la de mutación.

2. La vía de la muerte te pone en presencia de un paisaje caótico y oscuro. Los antiguos conocieron este pasaje y casi siempre lo ubicaron “bajo tierra”, o en las profundidades abisales. También algunos visitaron ese reino para luego “resucitar” en niveles luminosos. Capta bien esto de que “abajo” de la muerte existe la vitalidad difusa. Tal vez la mente humana relacione la desintegración mortal con posteriores fenómenos de transformación y, también, tal vez asocie el movimiento difuso con lo previo al nacimiento. Si tu dirección es de ascenso la “muerte” significa un rompimiento con tu etapa anterior. Por la vía de la muerte se asciende hacia otro estado.

3. Llegando a él se encuentra el refugio de la regresión. Desde allí se abren dos caminos: el del arrepentimiento y aquel otro que sirvió para el ascenso, es decir: el camino de la muerte. Si tomas el primero es porque tu decisión tiende a romper con tu vida pasada. Si regresas por el camino de la muerte recaes en los abismos con esa sensación de círculo cerrado.

4. Ahora bien, te dije que había otro sendero para escapar de la vitalidad abismal, ese era el de la mutación. Si eliges esa vía es porque quieres emerger de tu penoso estado pero sin estar dispuesto a abandonar algunos de sus aparentes beneficios. Es pues un falso camino conocido como de la “mano torcida”. Muchos monstruos han salido de las profundidades de ese tortuoso pasadizo. Ellos han querido tomar los cielos por asalto sin abandonar los infiernos y, por tanto, han proyectado en el mundo medio infinita contradicción.

5. Supongo que, ascendiendo desde el reino de la muerte y por tu consciente arrepentimiento, has arribado ya a la morada de la tendencia. Dos delgadas cornisas sostienen tu morada: la conservación y la frustración. La conservación es falsa e inestable. Caminando por ella te ilusionas con la idea de permanencia pero en realidad desciendes velozmente. Si tomas el camino de la frustración tu subida es penosa, aunque única-no-falsa.

6. De fracaso en fracaso puedes llegar al próximo descanso al que se llama “morada del desvío”. Cuidado con las dos vías que tienes ahora por delante: o tomas el camino de la resolución, que te lleva a la generación, o tomas el del resentimiento que te hace descender nuevamente hacia la regresión. Allí estás plantado frente al dilema: o te decides por el laberinto de la vida consciente (y lo haces con resolución), o regresas resentido a tu vida anterior. Son numerosos los que no habiendo logrado superarse cortan allí sus posibilidades.

7. Pero tú que has ascendido con resolución te encuentras ahora en la posada conocida como “generación”. Allí tienes tres puertas: una se llama “Caída”, otra “Intento” y la tercera “Degradación”. La Caída te lleva directamente a las profundidades y sólo un accidente externo podría empujarte hacia ella. Es difícil que elijas esa puerta. Mientras que aquella de la Degradación te lleva indirectamente a los abismos, desandando caminos, en una suerte de espiral turbulento en el que reconsideras de continuo todo lo perdido y todo lo sacrificado. Este examen de conciencia que lleva a la Degradación es, por cierto, un falso examen en el que subestimas y desproporcionas algunas cosas que comparas. Tú cotejas el esfuerzo del ascenso con aquellos “beneficios” que has abandonado. Pero, si miras las cosas más de cerca, verás que no has abandonado nada por este motivo sino por otros. La Degradación comienza pues falseando los motivos que, al parecer, fueron ajenos al ascenso. Yo pregunto ahora: ¿Qué traiciona a la mente? ¿Acaso los falsos motivos de un entusiasmo inicial? ¿Acaso la dificultad de la empresa? ¿Acaso el falso recuerdo de sacrificios que no existieron, o que fueron impulsados por otros motivos? Yo te digo y te pregunto ahora: tu casa se incendió hace tiempo. Por ello decidiste el ascenso, ¿o ahora piensas que por ascender aquella se incendió? ¿Acaso has mirado un poco lo que sucedió a otras casas de los alrededores?... No cabe duda que debes elegir la puerta media.

8. Sube por la escalinata del Intento y llegarás a una cúpula inestable. Desde allí, desplázate por un pasillo estrecho y sinuoso que conocerás como la “volubilidad”, hasta llegar a un espacio amplio y vacío (como una plataforma), que lleva por nombre: “espacio-abierto-de-la-energía”.

9. En ese espacio puedes espantarte por el paisaje desierto e inmenso y por el aterrador silencio de esa noche transfigurada por enormes estrellas inmóviles. Allí, exactamente sobre tu cabeza, verás clavada en el firmamento la insinuante forma de la Luna Negra... una extraña luna eclipsada que se opone exactamente al Sol. Allí debes esperar la alborada, paciente y con fe, pues nada malo puede ocurrir si te mantienes calmo.

10. Podría suceder en tal situación que quisieras arreglar una salida inmediata de allí. Si tal ocurre, podrías a tientas encaminarte a cualquier lugar con tal de no esperar el día prudentemente. Debes recordar que todo movimiento allí (en la oscuridad), es falso y genéricamente es llamado “improvisación”. Si, olvidándote de lo que ahora menciono, comenzaras a improvisar movimientos ten la certeza que serías arrastrado por un torbellino entre senderos y moradas hasta el fondo más oscuro de la disolución.

11. ¡Qué difícil resulta comprender que los estados internos están encadenados unos a otros! Si vieras qué lógica inflexible tiene la conciencia, advertirías que en la situación descripta quien improvisa a ciegas fatalmente comienza a degradar y a degradarse; surgen después en él los sentimientos de frustración y va cayendo luego en el resentimiento y en la muerte, sobreviniendo el olvido de todo lo que algún día alcanzó a percibir.

12. Si en la explanada logras alcanzar el día surgirá ante tus ojos el radiante Sol que ha de alumbrarte por vez primera la realidad. Entonces verás que en todo lo existente vive un Plan.

13. Es difícil que caigas desde allí salvo que voluntariamente quieras descender hacia regiones más oscuras para llevar la luz a las tinieblas.

No es valioso desarrollar más estos temas porque sin experiencia engañan, trasladando al campo de lo imaginario lo realizable. Que sirva lo dicho hasta aquí. Si lo explicado no te fuera útil qué podrías objetar, ya que nada tiene fundamento y razón para el escepticismo, próximo a la imagen de un espejo, al sonido de un eco, a la sombra de una sombra.

XX. LA REALIDAD INTERIOR
1. Repara en mis consideraciones. En ellas no habrás de intuir sino alegóricos fenómenos y paisajes del mundo externo. Pero también en ellas hay descripciones reales del mundo mental.

2. Tampoco debes creer que los “lugares” por donde pasas en tu andar, tengan algún tipo de existencia independiente. Semejante confusión hizo a menudo oscurecer profundas enseñanzas y así hasta hoy algunos creen que cielos, infiernos, ángeles, demonios, monstruos, castillos encantados, ciudades remotas y demás, tienen realidad visible para los “iluminados”. El mismo prejuicio, pero con interpretación inversa, ha hecho presa de escépticos sin sabiduría que tomaron esas cosas por simples ilusiones o alucinaciones padecidas por mentes afiebradas.

3. Debo repetir, entonces, que en todo esto debes comprender que se trata de verdaderos estados mentales, aunque simbolizados con objetos propios del mundo externo.

4. Toma en cuenta lo dicho y aprende a descubrir la verdad tras las alegorías que en ocasiones desvían a la mente, pero que en otras traducen realidades imposibles de captar sin representación.

Cuando se habló de las ciudades de los dioses adonde quisieron arribar numerosos héroes de distintos pueblos; cuando se habló de paraísos en que dioses y hombres convivían en original naturaleza transfigurada; cuando se habló de caídas y diluvios, se dijo gran verdad interior.
Luego los redentores trajeron sus mensajes y llegaron a nosotros en doble naturaleza, para restablecer aquella nostálgica unidad perdida. También entonces se dijo gran verdad interior.
Sin embargo, cuando se dijo todo aquello colocándolo fuera de la mente, se erró o se mintió.
Inversamente, el mundo externo confundido con la interna mirada obliga a ésta a recorrer nuevos caminos.
Así, hoy vuela hacia las estrellas el héroe de esta edad. Vuela a través de regiones antes ignoradas. Vuela hacia afuera de su mundo y, sin saberlo, va impulsado hasta el interno y luminoso centro."

(Silo: La mirada interna)

sábado, 11 de septiembre de 2010

La vía del amor

Sin amor nada tiene sentido.
Con amor tiene sentido la nada.

Angelus Silesius


Estoy con Jung en que no es para mí la liberación a cualquier precio. Diré más: No es para mí pagar ningún precio por la liberación. Por una liberación, además, que (cada vez me doy más cuenta) no tengo ni la menor idea de en qué consiste.
Leo los textos de las tradiciones orientales, sobre todo los relativos a la vía mental, y -ahora, diré, porque existen los ciclos- no es sólo que los siento ajenos. Es que (¿me atreveré a decirlo?) me estremecen. Los siento... des-almados. Sin alma.
Leo -lo lamento, Endika- el consejo de que me despoje de mi humanidad, y me digo que eso sería como pedirme que vendiera mi primogenitura por un plato de lentejas. No puedo. No quiero.
Cada vez hay menos autores que me hablan a la profundidad. Silesius. La dama Juliana. Jim Marion, entre los contemporáneos... Gente que habla de la vía del amor.
¿Que los otros también? Puede, pero desde una perspectiva que no es la mía. O, tal vez, sencillamente, desde un nivel que -hoy- no es el que necesito.
La vía del amor. La vía del amor al cuerpo, a la naturaleza, a las piedras, al agua, a las estrellas y planetas, a las plantas, a los animales, a los seres vivos y a la vida, a los hombres y mujeres, a los niños, a todos y a todo, a todo lo que existe, a mí y a mi alma, y al alma y al espíritu de todo, y a Dios, y a la inmensa comunión, a la inmensa comunión donde todos y todo somos uno. Pero también donde todos importamos. Donde importa hasta la última hormiga, hasta la última hoja de hierba, hasta la última lágrima del último niño, hasta la más pequeña de las sonrisas, la más sencilla de las penas, el más olvidado de los anhelos.
La gente importa. Las cosas importan. Todo importa. E importa en su concrección, en su ser y su estar, en lo que le ocurre, en lo que piensa, siente, hace o es.
No me interesa un Dios indiferente a lo concreto, un Dios que desconoce mi humanidad, un Dios remoto en el abismo del no-ser, a menos que también, que también, ahora y siempre, esté, como yo quiero estarlo, presente, inmensamente presente, en el concreto ser de los seres, en el cuerpo, la mente, el alma, el espíritu, el ser y el existir de lo que es. Quiero un Dios que cuente hasta el último pelo de la cabeza del último de los seres humanos. Un Dios de la ternura. Un Dios que se encarne por amor, que por amor nos conozca, nos sienta, nos sea. Porque sólo ese Dios merece mi amor y mi lealtad y mi ser.

jueves, 9 de septiembre de 2010

De amor y de silencio

Amar tu cuerpo, sí,
pero amarte en tu cuerpo,
sentir tu cuerpo abierto a mi amor que lo riega,
tu carne transparente a mi amor que la empapa,
el metal de tus huesos líquido a mi presencia.

Amar tu cuerpo como quien ama lo sagrado,
como quien, reverente, se adentra en tu paisaje,
como quien atraviesa la vastedad del mundo
para posar el alma en el lugar del alma.

Amar tu cuerpo en trance, como quien toca el arpa,
como quien se derrama sobre la dulce tierra,
como quien se deshace en agua y alimento,
como quien se ha perdido por los bosques del tiempo.

Amar como quien llega y levanta los velos,
y levanta las capas de dolor infinito,
como quien, con cuidado, roza la pulpa tierna,
el centro vulnerable, la faz de la inocencia.

Amar como quien reza, como quien se recoge,
orar en el silencio tu cuerpo silencioso,
amar en el silencio, amar y ser silencio
y quedar en silencio.

A.S.

Equipaje

Esta noche he soñado que hacia el equipaje.
¿Para ir desde dónde hacia dónde?

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Nocturno

...las palabras entonces no sirven, son palabras.
Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,
humaredas perdidas, neblinas estampadas,
qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,

qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua.
Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
lo desgraciado y muerto que tiene una garganta

cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar lo que no puede por imposible, y calla.
Siento esta noche heridas de muerte las palabras.
(R. Alberti)


Noche. Ordenador. Calor. Soledad. Oriente. Occidente. Nacimiento. Tantra. Meditación. Sentido. Sinsentido. Dios. Hombre. Mujer. Amor. Dolor. Odio. Muerte. Cuerpo. Mente. Deseo. Yo. Observador. Tú. Dualidad. No dualidad. Iluminación. Consciencia. Búsqueda. Maestro. Chamanismo. Religión. Triunfo. Fracaso. Iniciación. Testigo. Vía. Trascendencia. Inmanencia. Cultura. Naturaleza. Diosa. Madre. Perdón. Sexo. Evolución. Humano. Animal. Azar. Necesidad. Pérdida. Encuentro. Rendición. Vida. Espíritu. Vacío...
Hace unos días me senté junto a un cadáver. Hace unas horas me senté junto a una recién nacida. Murió. Morirá.
He parido. He gritado de dolor. He temblado de placer. He visto morir a gente a la que amaba. He dado y recibido amor. He hecho daño. Me han hecho daño. Me he fundido. Me he desgarrado. He visto crecer y marcharse a hijos de la carne y del alma. He conocido el cielo, el infierno y lo que está en medio. Moriré sola y sin saber. Como todos.
Y hoy no puedo, ni quiero, rendirme. Ni amar lo que es (¿yo qué sé lo que es?). Ni hostias.
Palabras y más palabras.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Vivir sin máscaras

"A partir del miedo que tenemos de nuestro ser imperfecto creamos un ser enmascarado, un ser idealizado, el ser que pensamos que deberíamos ser, en vez de admitir al ser humano imperfecto que somos... Ya sea que hayamos creado la máscara de un niño bueno o de una niña buena, de un hombre o una mujer poderosos, de un estudiante perseverante o un profesor seguro de sí mismo, de un niño dependiente o un adulto competente, de un incauto buscador o un cínico mundano, nuestras máscaras son un intento por elevarnos por encima de nuestros defectos y nuestro dolor, por negar que somos iguales a todos y que somos insignificantes. Creamos una máscara cada vez que tratamos de dar la imagen de alguien más amoroso o más poderoso, más competente o más dependiente, más compasivo o más cínico de lo que son en realidad los sentimientos y las motivaciones que estamos experimentando en ese momento.
Tratar de evitar nuestra verdadera experiencia en cada momento conlleva un desperdicio de energía que puede ser recuperada con el simple acto de decidir abrirnos a la verdad de nosotros mismos tal y como somos en cada instante. Semejante aceptación de uno mismo implica la comprensión de nuestra necesidad de una máscara, la cual ha sido creada por la necesidad que tiene el niño que hay en nosotros de establecer una personalidad aceptable cuando nuestra autoestima se siente frágil y amenazada... La inmensidad de nuestro potencial humano puede ser sólo nuestra si empezamos por atrevernos a ser exacta y únicamente lo que somos en cada momento, sin importar cuán pequeños, temerosos, grandiosos o santos seamos temporalmente.
Si no tratas de ser más de lo que eres, te atreverás a ser todo lo que eres.
(S. Thesenga: Vivir sin máscaras)

domingo, 5 de septiembre de 2010

La oración de Sophia

"Me aparté y perdí mi camino. Los arcontes me quitaron la visión. A veces estoy llena de Ti, pero a menudo estoy ciega ante Tu presencia, cuando todo lo que veo es este mundo de la forma. Mi ignorancia y mi ceguera son todo lo que tengo que ofrecer, pero Te las doy sin nada en retribución. Y en mis horas de oscuridad, cuando ni siquiera estoy segura de que estás Tú que escuchas mi llamada, aún Te llamo con todo mi corazón. Oye mi voz que Te grita, clamando desde el desierto, pues mi alma está abrasada y mi corazón apenas puede soportar este anhelo."
(Plegaria de Sophia exiliada. Celebración gnóstica)

sábado, 4 de septiembre de 2010

La gota y el océano

"El adversario está en todas partes, se sirve de todo y en eso es parecido a lo divino, del cual representa la faz oculta, oscura, y por esa misma razón, su existencia nos es preciosa. Me explico: El hombre vive habitualmente con la idea de que lo divino encarna el Bien, y el diablo al Mal; que el Bien es difícil de alcanzar, contrariamente al Mal, que parece tener un malicioso placer en venir al encuentro, sin tener que hacer el menor esfuerzo por su parte. He aquí algo que sólo es una media verdad. Es cierto que el adversario en su papel como "divino negativo" va al encuentro del hombre, pero su hermano luminoso, el Ser, también lo hace.
En los últimos años Durkheim insiste cada vez más sobre este hecho, sabiendo que a su edad, éste será su último mensaje: "Sabed que lo que buscáis -el Ser- os busca incansablemente. Dejaos encontrar. Estad preparados y abiertos para acogerlo. La experiencia de mis últimos años me ha enseñado que el Ser nos busca y que no se trata tanto de ir en pos de su descubrimiento sino de prepararse para su encuentro y dejarse encontrar".
El descubrimiento del adversario en nuestra ruta puede probarnos que lo divino busca al hombre, tomando a veces, e incluso con frecuencia, caminos encubiertos y difíciles de comprender. Por ejemplo... la desgracia existe, y es ciertamente compañera del adversario. Pero ... cualquier desgracia significa también la oportunidad de despertar al hombre a otra dimensión, incluso si el encuentro con el adversario se vive de una manera anónima, colectiva, odiosa, como es el caso de las guerras. La mayoría de las personas implicadas en una guerra no han elegido vivir situación semejante sino que la padecen como destino devastador; un pueblo entero siente que la muerte, el sufrimiento y la atrocidad le conciernen. Sin embargo cada ser humano conserva su destino personal, es decir, su manera única de vivir las condiciones impuestas por la guerra.
Cuando Durkheim habla de las tres situaciones inaceptables para el hombre: el encuentro con la muerte, el absurdo y el aislamiento, añade siempre que se trata también de situaciones privilegiadas en las que el hombre tiene la posibilidad de vivir la experiencia del Ser... Los acontecimientos que resultan de la presencia del adversario, o bien son padecidos, o bien son el origen de transformaciones... Desde hace siglos, ciertos hombres saben que el adversario forma parte de la vida espiritual...
Todos nosotros hemos cometido el pecado original sin saberlo. Todos nos hemos separado del Gran Uno; pero en algunos, el recuerdo del paraíso perdido no se ha desvanecido completamente. Resurge en y con la ayuda de una tristeza difusa... El hombre empieza a sufrir la separación y ese sufrimiento no es otro que la llamada lacerante del Ser-no -vivido... El pecado original de la separación de lo divino debe inevitablemente ser cometido y aporta sus dosis de sufrimiento. Pero ¿no es acaso ese sufrimiento el que nos empuja hacia el camino de la búsqueda de lo divino? Con la diferencia de que esta vez, no se trata ya de volver a sumergirse en un estado de fusión con la calidad de lo divino, ni de desaparecer como individuo, sino de ir a su encuentro consciente de sí mismo y consciente de la presencia de lo divino en su propia profundidad. La experiencia de lo divino es comparable a un recipiente que llegara a ser consciente de su contenido, sin perder por ello la sensación de ser recipiente. No hay que elegir entre la forma y el contenido pues una existe en función del otro. Si el hombre no se reconoce como receptáculo de lo divino -llegando a ser consciente de aquello que lo separa de él- pierde al mismo tiempo la consciencia de su individualidad y de la existencia de lo divino. El pecado original de la separación es indispensable para la experiencia consciente del ser...
Entre las posibilidades que se pueden considerar (para hacerse consciente del adversario, de lo divino y de lo que nos separa de él) está el paso de la psicología profunda. Su andadura, llamada individuación, intenta hacer consciente al hombre de su origen divino y, al mismo tiempo, de todas las barreras que lo separan de él....
Evidentemente los nombres para designar al adversario interior son diferentes, pero... Jung los llamaba la Sombra negativa y el Ánima o Ánimus negativos...
La sombra constituye el potencial de sí mismo, del mismo sexo, que no es vivido conscientemente, designa, pues, la calidad femenina inconsciente de la mujer y la calidad masculina inconsciente del hombre. Por el contrario, el ánima constituye el potencial femenino del hombre, y el ánimus, el lado masculino de la mujer...
Los arquetipos son los representantes del inconsciente colectivo, son la suma de todas las experiencias vividas desde que la humanidad existe.
Cualquier vida humana aporta su parte a ese océano inmenso que es el inconsciente colectivo. Éste no puede nunca llegar a ser totalmente consciente; en efecto, ¿de qué manera una gota de agua podría contener, aprehender, todo el océano? Por el contrario esa gota puede hacer la experiencia concreta de que ella es de la misma esencia que el océano, de que es una parte única, indispensable y necesaria de él, de su totalidad.
Participamos en el inconsciente colectivo a través de la Sombra, del Ánima y del Ánimus (y de otros muchos arquetipos, añado yo), que son las gotas salidas de ese océano y que nos son destinadas personalmente. Quiero decir que a cada hombre le concierne -es su destino individual- la integración de una ínfima parte del inconsciente colectivo. Y esa parte sólo le concierne a él y a nadie más. La condición evidente para participar en la inmensidad de la experiencia humana es la toma de conciencia de esa gota de agua que nos es destinada, sin la cual no seriamos nosotros, los hombres, los que haríamos la experiencia de la totalidad en nuestra existencia limitada... sino sería el océano el que engulliría una pequeña parte anónima de él mismo sin que nada le fuera revelado, ni a él ni a la gota.
Cada ser humano se ve un día enfrentado con el colectivo. Pero no solamente con el inconsciente colectivo, sino también con la conciencia colectiva. Esto está en estrecha relación con que el adversario colectivo existe también, es el Mal absoluto, que se exterioriza sobre todo en las guerras y otros horrores. Por fortuna, nadie alberga en sí mismo la totalidad del Mal absoluto, pero a cada uno le toca en suerte un aspecto de ese Mal absoluto bajo la forma de su adversario interior y personal, una especie de partícula bien precisa de ese mal colectivo. Esa participación en el mal colectivo por el sesgo del adversario interior es en el fondo una llamada a la responsabilidad humana, y si cada uno de nosotros nos endosáramos esa responsabilidad respecto a la propia fuerza adversa, reconociéndola y, por lo mismo, comprometiéndose en un movimiento de transformación, cada uno contribuiría a la liberación y la realización de la humanidad."
(Thea Schuster: El adversario interior)

El adversario

"En nuestra cultura judeocristiana existe una contrapartida de Prometeo: Lucifer. Su nombre significa el portador de la luz. Lucifer era el ángel preferido de Dios. Más consciente que sus semejantes, había comprendido que Dios era lo Absoluto, lo Perfecto incomparable. Quiso entonces ser como él, absoluto y perfecto. El deseo le valió el infierno. Todos nosotros somos pequeños Luciferes, cegados y fascinados por lo Absoluto, lo Perfecto inalcanzable, que nos insta a menospreciar la condición humana, a detestar la limitación en el tiempo, que ciertamente es lo propio de nuestra vida, y sobre todo nos hace insoportable la pesadez del cuerpo, comparándolo con el ideal de un Dios Espíritu puro. He aquí el infierno.
Y he aquí al adversario, el que está en contra, el que nos hace la vida difícil y la muerte imposible de aceptar... El adversario no fue invitado al Paraíso, ese lugar de felicidad y de armonía perfecta. A pesar de lo cual acudió, haciendo así consciente al hombre de sí mismo, y por lo tanto, de lo divino, provocando la separación entre el creador y su creación. Esta parábola del paraíso nos muestra que no puede ser creada ni la menor mota de polvo sin que su contrario sea creado a la vez. El adversario es el instigador de la dualidad, por lo tanto de la duda... y de la tentación. ¿Por qué? Porque se manifiesta siempre como contrario, como principio opuesto. El adversario juega el papel de gran separador, provocando el estallido de una entidad en dos mitades contrarias. Separó al hombre del Paraíso y separó al hombre de Dios...En cada ser humano, el adversario se expresa a través de cualquier acción, de cualquier pensamiento, de cualquier deseo que se opone a la vivencia de lo esencial... Nadie tiene el poder de frenar la necesidad de la separación de lo divino, pues es indispensable para acceder a una conciencia individual...
El hombre que reconoce su pecado, es decir, su manera personal de estar separado de lo divino, reconoce en el mismo instante la existencia de Dios, pues es inconcebible sufrir una separación si la persona de quien se está separado permanece desconocida...
Todos nosotros damos cobijo en nuestra persona a un adversario, es decir, a alguien que ejerce una fuerza que está contra. El trabajo propuesto consiste en que cada persona llegue a ser consciente de su adversario interior y personal. El adversario se concreta en cada uno de nosotros bajo la forma de nuestra tentación, de nuestro pasado propio, diferente del de los demás. Al mismo tiempo cada persona debe llegar a ser consciente de lo divino en ella, divino que se manifiesta en cada uno de una forma única...
El hombre puede llegar a ser consciente de la fuerza adversa, cosa que le da la posibilidad de actuar en vez de padecer. Para ello hay que evitar dos errores fundamentales de cara al adversario:
1. Rehusar la existencia del mal... (lo cual) no significaría que éste desaparezca, sino que, al abrigo de lo prohibido, o del tabú, llevará una existencia muy próspera...
2. Batirse contra el mal. A este propósito nos dice Jesús: "No hay que resistir al mal"... Estar contra no hace más que aumentar la presencia y la importancia del adversario...
Nada es más comprensible que querer evitar mirar ese lado oscuro de cada uno, y sin embargo, es necesario encontrarlo. Un encuentro para el cual el hombre debe prepararse suavemente, sin violencia y lleno de ternura hacia sí mismo... no basta con querer, a cualquier precio, mirar cada uno su verdad. Lo importante es la calidad de la mirada. Sin un mínimo de tolerancia y de ternura, el encuentro con el adversario es una empresa demasiado peligrosa y demasiado dolorosa para el hombre...
Desde el momento en que estamos contra nuestra realidad, nos hemos convertido en su víctima."
(Thea Schuster: El adversario interior)