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domingo, 29 de agosto de 2010

Los tenues hilos

"Resulta audaz, en esta época de ciencia y voluntariosa determinación, proponer la idea de que la existencia de un ser humano está en cierto modo inspirada, guiada e incluso regida por fuerzas invisibles fuera de nuestro control. Tanto si lo llamamos hado, destino o la mano de Dios, los tenues hilos funcionan, aportando coherencia y continuidad a nuestras vidas. Con el tiempo van tejiendo un notable tapiz.
¿Qué son esos tenues hilos? Estar en un lugar determinado en el momento adecuado, encontrarse con alguien que te guía en una dirección no prevista, la inesperada aparición de trabajo, o dinero, o inspiración, precisamente cuando son más necesarios. Son los patrones que dan significado a nuestras experiencias.
Algunas personas parecen ejercer un mayor libre albedrío sobre sus vidas. Hacen planes, se marcan objetivos y proceden con total confianza de ser ellos quienes tienen el control. En mi caso nunca ha sido así, a pesar de mis mejores intentos.
Si miro hacia atrás desde la perspectiva de mis setenta y siete años, está claro ahora que mi existencia siempre ha sido manejada por un hado benevolente. Me ha llevado la mayor parte de toda una vida aceptar esta idea, y la mayor parte del tiempo sigo sin entenderlo. Pero he aprendido a dejar de luchar contra ello. En mi juventud, anduve perdido y seguí los tenues hilos solamente cuando me apetecía o cuando parecía que me llevaban allí donde yo quería ir. Muchas veces luché para oponerme a ellos. No obstante, como resultado de mi avanzada edad, finalmente he llegado a confiar en el misterio. El misterio es éste: existe una cosa correcta, y solamente una, que es la que hay que hacer en cada instante. Podemos seguir los tenues hilos o resistirnos a ellos.
Todos tenemos libre albedrío y por lo tanto podemos intentar forzar las situaciones que nos trae la vida. Quizás esa lucha es la que nos mantiene ligados a esta tierra. Pero gradualmente he aprendido a aceptar que los tenues hilos poseen más inteligencia y sabiduría de la que nuestros complicados egos pueden llegar a alcanzar jamás. Tanto en las buenas épocas como en las malas, un tenue hilo tras otro me ha sacado de los atolladeros y, todos juntos, han dado forma a lo que sé y a lo que soy.
Esta noción de los tenues hilos es esencialmente una idea religiosa. No me siento muy cómodo con la religión tradicional, al menos tal como se practica en mi propia cultura. Y por ello muchas veces me encuentro buscando nuevos términos para expresar cosas viejas. Pero sin embargo sí sé que mi vida está dirigida por algún tipo de entidad coherente e inteligente, o si lo prefieren, por una mano que me guía o un santo patrón.
El mundo celestial se ganó mi lealtad para siempre después de que una grave herida me reclamara para una vida interior. Pero ello no me alejó de la necesidad de construírme, simultáneamente, una vida terrenal. Éste se convirtió en mi desafío central: aprender cómo equilibrar esos dos reinos.
Quedarse en el bando de una de esas dos grandes realidades -el cielo y la tierra- es un grave error. Con el tiempo llegué a apreciar que el punto medio, desde donde se puede honrar a ambos mundos, no es solamente el lugar más seguro, sino también allí donde reside el éxtasis, el lugar sagrado. Si uno trabaja fiel y pacientemente en esa labor de equilibrar cielo y tierra, finalmente puede llegar a ser consciente de un hecho aún más notable: que esos dos mundos son, de hecho, uno solo."
(Robert A. Johnson: El equilibrio entre el cielo y la tierra. Recuerdos de visiones, sueños y realizaciones. Ed. Paidos)

Robert Johnson, al que, pese no haberlo conocido nunca físicamente, considero uno de mis mejores maestros, y seguramente el más querido, es analista jungiano, un anciano lleno de sabiduría y un ser humano excepcional. Para mí, El equilibrio entre el cielo y la tierra es uno de los libros más sanadores que he tenido la suerte de que caigan en mis manos. Con el regalo añadido de que su lectura es una pura delicia.