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viernes, 20 de agosto de 2010

Alquimia e individuación

"Para comentarlo alquímicamente, es muy frecuente que la piedra filosofal esté rodeada de material extraño que no le pertenece y que, por consiguiente, hay que lavar o quemar hasta que desaparezca. Es un hecho que, en el proceso alquímico, no todo tiene que ser integrado; hay algo que se llama ya sea la tierra condenada, terra damnata, o bien res extraneae, cosas exteriores o externas, que hay que desechar en vez de integrarlas. Hay que tirarlas, sin más ni más. Con frecuencia la gente... cree que todo lo que sucede, sea lo que fuere, pertenece al proceso y debe ser integrado, pero esto es verdad sólo cum grano salis; es un hecho que no todo pertenece... las actitudes colectivas o la identificación con otras personas estorban el desarrollo del individuo. Mucha gente no llega a sí misma debido a su admiración por alguna otra persona, quizá del mismo sexo; siempre se esfuerzan por ser como esa persona y por eso pierden la oportunidad de llegar a ser ellos mismos. Como una serpiente mira fijamente a un conejo, así miran ellos a otro, o a una idea colectiva. Eso es algo externo, no es lo que ellos son, no les pertenece, y esas cosas no tienen que ser integradas. Los sueños le dirán a uno que se aparte de eso, que lo deje, que no es suyo y no tiene por qué interesarle.
Por lo tanto, la individuación significa también diferenciación, separación, el reconocimiento de lo que es nuestro y de lo que no lo es. Lo demás, hay que dejarlo en paz. La libido y la energía no se han de desperdiciar en cosas que no nos pertenecen. Por ende, se puede decir que hay tanto separación como integración, y eso sería regeneración a través del fuego, hasta que... uno alcance un estado de tranquilidad, porque cuando las gentes pueden renunciar a ideales o actitudes colectivas que no le corresponden, de pronto se sienten en paz. De pronto se relajan y dicen: "Gracias a Dios, siempre creí que tenía que ser brillante, y ahora me doy cuenta de que no tengo por qué". Sólo habían estado mirando fijamente a alguien que lo era. De esa manera se redime uno del esfuerzo constante por lograr algo que, en realidad, no le pertenece.
Después se describe la totalidad del proceso como la tierra que se convierte en agua, el agua en aire, el aire en fuego y el fuego en tierra. Ahí tienen ustedes la idea clásica de la circulatio, de moverse a través de los cuatro elementos, de repetir nuevamente el proceso, pero siempre en otro nivel. Es la idea clásica de ir rodeando el Sí Mismo a través de los diferentes elementos y de las diferentes formas; es, entre otras cosas, la circunvalatio, el proceso de individuación a través de las cuatro funciones y de diferentes fases de la vida.
En el proceso de individuación es muy frecuente que emerjan una y otra vez los mismos problemas; parece que ya estuvieran resueltos, pero después de un tiempo reaparecen. Si lo vemos bajo una luz negativa, nos desalentamos y decimos: aquí está otra vez lo mismo, la misma antigualla; pero cuando se lo mira más de cerca, uno suele ver la circulatio, porque la cosa simplemente ha reaparecido en otro nivel. Por ejemplo, ahora puede haberse convertido en un problema de sentimiento.
Tomemos los tipos intelectuales e intuitivos, que recorren muy rápidamente un proceso analítico y que parece que entendieran mucho de psicología jungiana y de lo que les está pasando interiormente. Asimilan mucho, pero para ellos no se ha convertido en un problema ético; el sentimiento queda fuera, y con ello se omite el aspecto ético, lo que significa que en su comportamiento ético en el mundo mantienen el mismo viejo estilo... Hablan del proceso de individuación como si hubieran llegado allí y lo conocieran muy bien, lo que en cierto sentido es verdad, porque lo han asimilado, digamos, en fuego, pero todavía no en tierra. De modo que el fuego tiene que cambiarse en agua y el agua en tierra, y después tienen que volver a vivir toda la cosa una vez más como problema ético. A veces esas personas descubren de improviso que están de nuevo en el comienzo, que no han aprendido ni siquiera el ABC del problema de la sombra o de algo semejante, y dicen que ahora por fin entienden el problema, porque hasta entonces sólo lo habían entendido de un modo parcial.
Esto sucede constantemente con la comprensión psicológica; hay muchas capas, y algo siempre se puede entender en un nivel nuevo y más profundo. Uno lo entiende con una parte de sí mismo, y entonces la moneda sigue cayendo, digamos, y uno se da cuenta de la misma cosa, pero en un nivel mucho más vivo y más rico que antes, y eso puede continuar indefinidamente hasta volverse completamente real. Incluso si uno siente que se ha dado cuenta de algo, debería tener siempre la humildad de decir que así es como lo siente por el momento; unos años más tarde quizá diga que antes no lo sabía en absoluto, pero que ahora puede entender lo que aquello significaba.
Eso es lo que me parece tan hermoso en este trabajo: que es una aventura que no termina nunca, porque cada vez que uno da vuelta a una esquina se le abre una visión totalmente nueva de la vida; uno nunca sabe ni lo tiene completamente claro, ni siquiera en el caso de las cosas que por el momento siente que tiene bien ordenadas.
La última sección se refiere al espíritu viviente y a la espiritualización del cuerpo, haciendo el cuerpo incorpóreo y el espíritu concreto. Es otro aspecto de una coniuctio, de una unión de opuestos...
Todos los acontecimientos externos de la vida no son más que símiles, en cierto sentido, no son más que parábolas de un proceso interior, simbolizaciones sincrónicas. Hay que mirarlos desde ese ángulo para entenderlos e integrarlos, y eso sería espiritualizar lo físico... el cuerpo tiene que ser espiritualizado y el espíritu tiene que encarnarse. Deben suceder ambas cosas... La alquimia compensa la unilateralidad de la espiritualización cristiana. Es ese movimiento subyacente, que no es anticristiano, sino que completa al cristianismo, aproximando más los opuestos, trayendo la vida física y lo relacionado con ella más dentro del campo de la observación y la atención..."

(M. Louise von Franz: Alquimia. Introducción al simbolismo)