Vengo rendida ya de tanto vuelo,
rendida de la búsqueda y la espera,
de traspasar mil veces la frontera
de la promesa con el desconsuelo.
Vengo rendida ya de tanta vida,
de vivir tantas cosas tan iguales,
de repetir comienzos y finales,
de jugar sin descanso la partida.
No me queda respuesta que concierte,
no me queda pregunta sin hastío,
no me queda propuesta ni llamada.
Vengo, Dios del abismo, en descreerte,
y sentarme en la casa del vacío
a contemplar el rostro de la nada.
A.S.