Ya van dos personas que me dicen -y yo acuerdo con ellas- que los sueños verdaderamente importantes -los sueños "pata negra", los llama J- no hay ni que molestarse en escribirlos. Se imponen ellos solos, y se graban ellos solos allí en donde se graba la mena de la vida, de la que forman parte y a la que sirven.
Hace un par de días yo tuve uno de esos sueños.
No voy a contarlo aquí, ni a aludir a su significado.
Diré tan sólo que trataba, con un atrezzo simbólico magistral, de un episodio semi-olvidado, y bastante traumático, de mi infancia, allá por los seis o siete años.
A lo que quiero referirme es al "preámbulo" del nudo del sueño, en donde un personaje onírico, sentado a una mesa conmigo, y antes de empezar la "acción" propiamente dicha, me explicaba que lleva en el mismo lugar cincuenta años, retenido sin juicio ni condena.
Y que quiere ya su libertad.
En verdad, parece que ha llegado el tiempo.