"El sí mismo no es reconocible, no es captable conscientemente. Es algo críptico que se manifiesta en sueños y ensueños, en vivencias afectivas y visiones, pero ese "algo" nos es ajeno y sin embargo tan próximo, tan enteramente nosotros y empero irreconocible, un punto medio virtual de tan misteriosa constitución que puede reclamarlo todo: parentesco con bestias y dioses, con cristales y estrellas..."
(Jung)