La poesía trata de decir lo indecible. De expresar lo inefable a través de la palabra. De forzar el límite del lenguaje para apresar en su red algo de lo que crece más allá (o más acá, o más profundo, o, sencillamente, más).
La poesía trata con el alma de las cosas y con nuestra alma, en toda su oscuridad y su luz. Trata con el alma del mundo, y con el mundo, y con Dios, que se expresa en el mundo.
La poesía trata del silencio. Y del grito.
Y de lo humano, que contiene todo lo anterior.