Trabajo en la Sanidad Pública. Pero hoy quiero dar mi testimonio de usuaria.
Es bueno conocer las cosas desde los dos lados de la mesa de la consulta.
Que se caiga tu madre de ochenta años (quiero decir, la mía). Que se haga varias heridas. Un golpe en la cabeza. Pérdida de visión.
Una hora después, en Urgencias.
Ingreso en Observación. Y, en veinticuatro horas, curas, toda clase de analíticas, dos TACs, dos visitas de oftalmólogo, cuatro de internistas, una asistencia impecable de enfermería y auxiliares, cita a preoperatorio para cuatro días después, y una complicada operación ocular programada a realizar en menos de una semana.
Informe detallado, medicación en mano, y a casa.
Y, que conste, sin enchufes. Nadie me conocía en esa zona del Hospital. Y a nadie le importó quién era.
Nuestra Sanidad, con sus muchos defectos, que los tiene, es un tesoro a defender.
Para todos.
(Por cierto, Urgencias estaba llenita de inmigrantes. Perfectamente atendidos, igualmente. Como no puede ser de otra manera.)
