Dan para mucho, las largas, larguísimas horas de hospital.
Sentada a la cabecera de mi madre dormida, me daba cuenta (algo en mí me hacía darme cuenta), con todos mis proyectos de vacaciones, curso de formación et al. hechos añico a mi alrededor, de la paradoja de la impredecicibilidad de la vida versus (o a la vez) su implacable lógica.
Elijo (algo en mí elige) intuir-saber lo necesario de mis experiencias, me gusten más o menos. Su ser, de una manera incomprensible para mi razón, elegidas por algo profundo y sabio. Su "ser yo".
Y de nuevo adviene la calma.
Y algo en mí se llena de amor.
Sin importar demasiado lo fugaz de la visita al centro.
Al centro que me tiene.