Fotos antiguas. Papeles olvidados. Cosas que pertenecieron a mis abuelos, a mis padres, a mí misma, de niña.
Una inmersión a quemarropa en un concentrado de infancia puro, sin diluir.
Contenidos del pasado que emergen sin avisar del fondo de la conciencia, de allí donde nunca dejaron de estar, y se imponen al presente con toda su fuerza intacta.
Olores, sentimientos, texturas.
Un viaje iniciático dulce, doloroso, intenso.
Tierno y duro, como la materia interior de la que estamos hechos.