Un diecisiete
de diciembre,
igual
que hoy,
pero hace
veinte
años,
yo te estaba
pariendo.
Yo te estaba
pariendo
sin remedio.
Hendida
por dolores
sin remedio.
Tú me estabas
abriendo
sin remedio.
Abriendo
entera,
al paso
de tu cuerpo,
al paso
de tu vida,
niño solar,
pidiendo paso
y vida,
emergiendo
en tu triunfo,
el pene
enhiesto,
derramando
un arco de oro
líquido,
aún enlazado
a mí
por un cordón
de plata
palpitante.
A.S.