Cuando sonríes, te desbordas de infancia por dentro.
Te vuelves transparente.
Se te cae al suelo toda esa capa plúmbea, preocupada y adulta con la que tantas veces gustas de vestirte, y te quedas en traje de ternura y sol y tú mismo.
Cuando sonríes, se te pone la cara de mirarme y verme, y yo me gusto en tu mirada y me voy de paseo hacia ti montada en tu sonrisa.
Cuando sonríes te reconozco una y mil veces, y me quedo a vivir en tu sonrisa todo el tiempo que puedo.