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jueves, 25 de octubre de 2012

Saturno, sincronicidad y libertad

El hospital es Saturno.
Rígido, estructurado, jerárquico, convencional.
Y, a la vez, maestro de paciencia, de sabiduría, de vida y de muerte.
El hospital es un viejo dios huraño, pesimista, civilizador, maternal y realista.
Ha sido mi casa durante muchos años, y me he quejado de él todo lo que se puede quejar una de un lugar en el que se siente abrumada por un peso excesivo.
Ha sido mi escuela, y también mi prisión, en un sentido menor y figurado.
Muchas, muchas veces he deseado dejarlo, y encontrar un lugar de trabajo más libre, más liviano, más sencillo.
Ahora puedo hacerlo.
Llevo un par de semanas dándole vueltas al tema, sólo para llegar, sorprendentemente, una vez y otra, a la misma conclusión: Que me quedo aquí.
Esta vez por libre elección.
Aquí donde el sufrimiento es mayor, y por tanto la labor del terapeuta, con los demás y consigo mismo, es más necesaria, más dura, más intensa y exige más recursos internos que cualquier otro lugar de los que en este momento podría escoger.
Así que me quedo.
No puedo, después de lo vivido estos años en contacto con el dolor y la locura, dedicarme a temas más ligeros.
No me encontraría, creo, íntegra y verdadera si lo hiciera.
Y ni siquiera me gustaría.
Pero lo más sorprendente es que, una vez tomada la decisión, y aún llena de miedo y dudas, en impactante sincronicidad, me han ofrecido hace unas horas el puesto que, probablemente, de haber podido, hubiera diseñado yo misma para mí.
Trabajar en Unidades de Cuidados Intensivos. De bebés, niños y seguramente adultos.
En intimidad con la crisis, la enfermedad, el peligro, la vida y la muerte, en todas y  cualquier etapa de la vida.
Con pacientes y familiares.
Y, claro está, cómo si no, trabajando de continuo internamente conmigo misma.
Con todos mis miedos y fantasmas servidos en bandeja.
Y esto sólo llegó después de que  libremente tomase la decisión de quedarme, aceptando lo que me pudiera caer, bueno o malo, me gustase o no, en las entrañas de este monstruo hospitalario, a la vez cruel y benévolo, autoritario e irracional.
Saturno es, dice la sabiduría tradicional, la puerta.
Agradezco profundamente que esa puerta se haya abierto para mí.
A través de la tensión paradójica entre aceptación y libertad.