Maníaca, la entrada anterior.
Muchas, muchas veces, basta con oír.
Y con estar presente.
Y con validar.
(Cosas todas que, atestiguo, son trabajo duro)
Sin olvidar la propia necesidad de presencia.
Y de escucha.
Y de validación.
Por parte de otro ser humano.
Porque ser escuchados, presenciados, validados,
por un semejante,
tiene el poder de hacernos reales.
Profundamente reales.