"Nunca me desbordan pruebas para las que no me hayas dado un don."
“Sé fiel a la lectura, hecha en la quietud, para ser conducido al asombro en todo tiempo.”
“No es puro de pensamiento aquel que no experimenta las realidades negativas, pues si así fuera, sería una bestia; tampoco podemos considerar puros de pensamiento a aquellos a quienes la naturaleza ha hecho niños perpetuos, pues si así fuera, pretenderíamos hombres contra natura.”
"Sean cuales sean los caminos que los hombres recorran en este mundo, no encontrarán la paz hasta que no lleguen al lugar de la esperanza en Dios.”
“El hecho de que un hombre sienta sus pecados constituye un don de Dios que penetra en la inteligencia.”
“El hombre que ha llegado al conocimiento de su propia debilidad ha llegado al fondo de la humildad.”
“Aquel que es sensible a sus pecados, es más grande que aquel que socorre a toda la tierra habitada, dándose a conocer a ella.”
"Todo lo que nace de la humildad es bello.”
“Si caes en las tentaciones, no desesperes, pues ningún comerciante viaja por mares y caminos sin sufrir pérdidas... ¡Cuando seas herido no te des la vuelta!”
“¿Debes a Dios una monedita? Dásela. No aceptará en su lugar la perla”
“No tomes las palabras que provienen de la experiencia como si hubieran sido fabricadas por los mercaderes de palabras, pues de lo contrario permanecerás en las tinieblas hasta el fin de tu vida. Sin la ayuda de esas palabras, en tus momentos de lucha, vacilarás como cuando es de noche; más aún, te precipitarás en una de aquellas simas que tienen apariencia de verdad.”
“Que Dios te conceda experimentar aquello que es engendrado por el silencio.”
"...Concédeme, Oh Dios, la misericordia del silencio,
Experimentar lo que sólo engendra el silencio,
Aquello que las lenguas no pueden decir.
Quiero amar el silencio que me une a Ti
Y regar con él las raíces de mi alma.
La oración contigo es puerto, fuente, arca, ancla,
luz, bastón, refugio, medicina, escudo.
Dame las palabras de la experiencia
Que los mercaderes de palabras no pueden vender,
Aquellas palabras que en tiempo de tinieblas recuerde para no caer.
Si no me conozco, soy hombre perdido:
Examinaré cada día mi corazón
Para que no se apague el calor de mi alma.
Déjame sentir mis pecados y mi debilidad,
Ser sensible al mal que hago
Para que todo lo que haga nazca de la humildad
Y sea bello..."
(Isaac el Sirio, S. VII)
