Qué poco me interesa lo que sé.
Me llama lo desconocido, el viaje interminable por los paisajes infinitos de lo insospechado, lo aún nunca vivido, no sentido, no soñado, no encarnado y embebido de cuerpo y de alma y de Dios.
El gozo de partir rumbo a los horizontes de adentro y de afuera.
Me llama el no saber.