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viernes, 31 de diciembre de 2010

Haiku de nuevo año

Atravesemos
la puerta que se abre
entre los tiempos...

A.S.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

"Alegraos,pues he aquí que nos ha nacido un Niño"

1 Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo.
2 Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino.
3 Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
4 Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David,
5 para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.
6 Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento,
7 y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
8 Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño.
9 Se les presentó el Angel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor.
10 El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo:
11 os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor;
12 y esto os servirá de señal: encontraréis un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
13 Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
14 «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
15 Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.»
16 Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre.
17 Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño;
18 y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.
19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón.
(Lucas, 2, 1-19)

FELIZ NAVIDAD.

martes, 21 de diciembre de 2010

La paradoja de la libertad

¿Libertad o determinación?
Me quedo -la siento en los huesos como más verdadera-
con la visión paradojal del Negro Silo,
quien en cierta ocasión comentó:
Desde que chocaron las dos primeras partículas, todo está determinado.
Y, sin embargo, la libertad existe.

Angelus Silesius: El Peregrino Querúbico

I, 001: El amor está por encima del temor.

TEMER a Dios es muy bueno, pero mejor es amar:
Aún mejor, elevarse a Él por encima del amor.


II, 002: El amor es un imán.

EL amor es un imán, me atrae a Dios,
Y lo que es aún más, arrastra a Dios a la muerte.


I, 003: El hombre en Dios, Dios en el hombre.

SI soy el hijo de Dios, quien puede verlo,
Contempla al hombre en Dios, y a Dios en el hombre.


II, 004: El eterno Sí y No.

DIOS dice siempre sólo Sí*); el diablo dice no:
Por eso tampoco puede ser Uno y Sí con Dios.

*) Alusión al nombre de Dios. Aproximación entre el alemán ›Ja‹, ‹Sí›, y el hebreo ‹Yah›, que es uno de los nombres bíblicos de Dios.
…Sí: »Ja«, esto es: I A H, alusión al nombre de Dios en hebreo: IAH [IAHWE, IAHWE(H)], formado a partir de las consonantes Jhwh del texto hebreo –originalmente avocálico– y los signos vocálicos de adonai (‹mi Señor›).

II, 005: La luz no es Dios mismo.

LA luz es la veste del Señor; si te falta la luz,
Sabe, que no te falta aún Dios mismo.


II, 006: Nada es el mejor consuelo.

NADA es el mejor consuelo. Si Dios retira su brillo,
Debe la mera nada ser tu consuelo en el desconsuelo.


I, 007: La verdadera luz.

DIOS es la verdadera luz, lo que tienes no es más que resplandor,
Si no lo tienes a Él, la luz de las luces.


II, 008: Con el silencio se aprende.

CALLA, bienamado, calla: si puedes hacerme un silencio perfecto,
Te dispensará Dios un bien mayor del que tú deseas.


II, 009: La mujer sobre la luna.*)

¿QUÉ meditas tan profundamente? la mujer vestida del sol,
Con la luna bajo sus pies, tiene que ser tu alma.
*) en el Apocal.


II, 010: La esposa es lo más encantador.

DI lo que quieras: pero la esposa es el niño más encantador,
Que uno encuentra en el seno y en los brazos de Dios.


II, 011: La mejor seguridad.

DUERME, alma mía, duerme: pues en las heridas del Amado,
Has hallado la seguridad y la quietud perfecta.
Duerme, alma mía, duerme…: exhortación al sueño místico, ‹sopor mysticus, somnus mysticus›, según Sandæus.


II, 012: La virginidad.

¿QUÉ es la virginidad? pregunta qué es la divinidad:
Más si conoces la pureza, conoces a las dos.


II, 013: La divinidad y la virginidad.

LA divinidad está tan emparentada con la virginidad,
Que sin ella, no es reconocida por divinidad.


II, 014: Quien sólo una cosa ama, es esposa.

EL alma que nada sabe, nada quiere, nada ama, más que una cosa,
Debe ser hoy mismo la esposa del Esposo eterno.


II, 015: La pobreza mística.

¿QUIÉN es un hombre pobre? El que desorientado y desvalido,
No tiene criatura, ni Dios, ni cuerpo, ni alma.


II, 016: El sitial de Dios.

HOMBRE si no eres tan vasto como la divinidad de Dios,
Jamás serás escogido para sitial suyo.


I, 017: Dios no se niega a nadie.

TOMA, bebe, tanto como quieras y puedas, queda a tu arbitrio:
La entera divinidad misma es tu festín.


II, 018: La sabiduría de Salomón.

¿CÓMO? ¿Tienes sólo a Salomón por el más sabio?
Tú también puedes ser Salomón y su sabiduría.


II, 019: Lo sumo es estar sereno.

ESTAR ocupado es bueno: pero mucho mejor es orar;
Y mejor aún presentarse a Dios, el Señor, mudo y sereno.


II, 020: El Libro de la vida.

DIOS es el Libro de la vida, yo estoy escrito en Él
Con la sangre de su cordero: ¿cómo no habría Él de amarme?


II, 021: Tú debes ser lo supremo.

EL mundo es nada vana, los ángeles, vulgares:
Por eso debo yo ser Dios y hombre en Cristo Jesús.


II, 022: Elévate por sobre ti.

EL hombre que no eleva su espíritu por sobre sí,
no es digno de vivir en la condición de hombre.
Cf. Czepko, I, 46: «Despreciable es el hombre, que vive entre los hombres, y no se eleva por encima de lo que es humano».


II, 023: En Cristo se asciende.

PUESTO que mi Redentor ha superado a los ángeles,
puedo (si tan sólo quiero), volar por sobre ellos también yo.


II, 024: El centro.

QUIEN ha escogido el centro por morada,
ve de una ojeada lo que está en la periferia.
El centro es aquí Dios, la circunferencia, la creación, lo múltiple. Para conocer el mundo, hay que situarse en su centro: principio fundamental del conocimiento místico, cf. II, 183.


II, 025: Tú mismo creas tu inquietud.

NI criatura ni Dios puede llevarte a la inquietud:
Tú mismo te inquietes (¡OH necedad!) con las cosas.


II, 026: La libertad.

TÚ, noble libertad, quien no se entrega a ti,
no sabe qué ama un hombre, que ama la libertad.


II, 027: También sobre ella.

QUIEN ama la libertad, ama a Dios: a quien se abisma en Dios,
y todo aparta de sí, es a quien Dios se la concede.


II, 028: La igualdad.

LA igualdad es un tesoro: si la tienes en el tiempo,
tienes el reino de los cielos, y la plena beatitud.


II, 029: Muerte y Dios.

LA muerte es paga del pecado; Dios, recompensa de la virtud:
si no conquistas ésta, te llevarás la otra.


II, 030: Contingencia y esencia.

HOMBRE, hazte esencial: pues cuando el mundo perece,
la contingencia cesa, la esencia perdura.


II, 031: Goce divino.

QUIEN quiere gozar de Dios e incorporarse a Él,
debe permanecer junto a su sol, como un lucero del alba.


II, 032: Con el silencio, el canto es bello.

EL canto de los ángeles es bello: sé que tu canto,
si callas por completo, suena mejor al Altísimo.
Título en la ed. de 1675: »Schweigen übertrifft der Engel gethöne.«: «El silencio supera la música de los ángeles.».


II, 034: El buen uso no daña.

HOMBRE, si dices que algo te mantiene apartado del amor de Dios,
Es que aún no usas del mundo como es debido.


II, 035: Dios quiere lo que es precioso.

SÉ puro, diáfano y firme como un diamante,
Para que puedas ser valioso a los ojos de Dios.


II, 036: El libro de la conciencia.

QUE debo temer a Dios, y amarlo por sobre todas las cosas,
Está escrito en mi alma desde el principio.


II, 037: De una palabra depende todo.

UNA sola palabra puede valerme: si un día Dios la inscribe en mí,
Seré por siempre un cordero señalado con el sello de Dios.
Esta «palabra» es el Verbo divino.


II, 038: El esposo es más dulce.

PUEDES, si quieres, reconocer a Dios por tu Señor:
Yo no quiero llamarlo más que mi esposo.


II, 039: El que adora en espíritu y en la verdad.

QUIEN en sí puede elevarse a Dios por sobre sí,
Adora a Dios en espíritu y en la verdad.


II, 040: Dios es lo más pequeño y lo más grande.

¡MI Dios, qué grande es Dios! ¡Mi Dios, qué pequeño es Dios!
Pequeño como la cosa más pequeña, y grande como todo,
/ Necesariamente.


II, 041: El buen canje.

HOMBRE, si le das a Dios tu corazón, Él te da a su vez el suyo:
¡Ah, qué ventajoso canje! tú asciendes, Él desciende.
El buen canje: el canje místico de corazones era un tema muy cultivado por la emblemática espiritual del siglo XVII.


II, 042: Lo inferior no estorba.

A QUIEN reside sobre montaña y valle, y sobre las nubes,
No le mueve un cabello el trueno, el rayo ni el estruendo.


II, 043: La medianera debe desaparecer.

¡FUERA lo que se interpone, fuera! si he de contemplar mi luz,
No se debe levantar una pared ante mi vista.


II, 044: Qué es la humanidad.

¿PREGUNTAS qué es la humanidad? Te digo de inmediato:
es, en una palabra, la sobreangelidad.
Puesto que el hombre es capaz de un conocimiento que sobrepase al del querubín, de la deiformidad misma.


II, 045: Dios se ama sólo a sí.

ES una verdad cierta, dios se ama sólo a sí,
Y a quien puede ser en su Hijo su otro-Él.


II, 046: Quien es Dios, ve a Dios.

PUESTO que he de ver la verdadera luz, tal cual es,
Debo yo mismo ser ella: si no, no puede acontecer.
Aplicación mística del principio aristotélico (Ética a Nicómaco: 1165 b 17) y tomista del conocimiento del semejante por el semejante. Silesius lo ha tomado sin duda de Ruysbroeck: cf. El ornamento de las Bodas Espirituales III, II, y especialmente: «…esta claridad es tan grande que el amante contemplador no percibe ni experimenta en su propio fondo, en donde descansa, nada más que una luz incomprensible; y según la desnudez simple que envuelve todas las cosas, se siente y se encuentra transformado en la luz misma que le hace ver y nada distinto…» Pero allí donde Ruysbroeck describe una experiencia, Silesius formula una exigencia para el conocimiento de Dios.


II, 047: El amor no busca recompensa.

HOMBRE, si amas a Dios el Señor, y buscas recompensa en ello,
No has gustado aún lo que es amor y amar.


II, 048: A Dios se lo conoce en la criatura.

DIOS, el oculto Dios, se torna cognoscible y familiar
Por sus criaturas, que son proyección suya.
Principio que define toda una corriente de conocimiento místico; ¿en qué medida completa, en qué medida contradice el principio expresado en II, 46?: el conocimiento de Dios por la creación, los «Vestigia Dei» (San Buenaventura), la «Signatura rerum» (Böhme). La mística distingue clásicamente, desde San Buenaventura, tres grados de conocimiento de Dios: por el mundo (conocimiento de la tarde), por el alma (conocimiento de la mañana), por Dios (conocimiento del mediodía).
…familiar: »gemein«: este término, cuyo sentido de base tiene que ver con el del lat. communis, se reitera fundamentalmente en tres giros: ›(sich einem / mit einem) / (einem etwas) gemein machen, (einem) gemein werden, gemein sein‹. Cada vez que el contexto lo hizo posible (cf. por ej., aun la variante »allgemein«, V, 308), tradujimos por ‹comunicar› o ‹participar›, que mentan la relación de Dios con respecto a la criatura y de la criatura con respecto a Dios. Cf. II, 67 y 202; IV, 87 y 91; V, 186, 307 y 314; VI, 44, 46, 127, 128, 177, 229, 243 y 260.
…proyección: »Entwerfung«: derivación sustantiva del verbo entwerfen: éste término, nacido en el ámbito de la tejeduría gráfica, significaba originalmente ‹formar una imagen›. El sentido actual de provisionalidad lo recibe a través de la influencia del francés ‹projeter›, propiamente ›vor-werfen‹ (›werfen‹, ‹arrojar›).


II, 049: Dios ama la virginidad.

DIOS bebe la leche de la Virgen, y demuestra con eso claramente,
Que la verdadera virginidad es su bebida y su solaz.


II, 050: Dios se vuelve un pequeño.

DIOS se incluye, cosa inaudita, en la pequeñez del niño:
Ay, ¡si pudiera ser yo un niño en este niño!


II, 051: Lo inefable.

¿PIENSAS decir el nombre de Dios en el tiempo?
Pues no puede pronunciárselo, ni aun en una eternidad.


II, 052: La nueva Jerusalén.

LA nueva Jerusalén eres tú para Dios, cristiano mío,
Cuando del Espíritu de Dios, has renacido por completo.


II, 053: Sólo tú haces falta.

AY, si pudiera tan sólo hacerse pesebre tu corazón,
Se haría Dios otra vez niño en esta tierra.


II, 054: Debes despojarte de la imagen.

DESPÓJATE de la imagen, niño mío, así te harás semejante a Dios,
Y serás, en calma inmóvil, para ti tu propio reino de los cielos.


II, 055: Dios es, no vive.

DIOS, propiamente, sólo es: Él no ama ni vive,
Como se dice de mí, de ti, y de las otras cosas.
En la ed. de 1675: »…Er lebt und Liebet nicht /«: «…Él no vive ni ama».


II, 056: Pobreza y riqueza.

EL que no tiene lo que tiene, y todo estima por igual,
Es pobre en la riqueza, rico en la pobreza.


II, 057: Hay que crecer más allá de sí.

SI creces más allá de ti mismo y de toda criatura,
Te imbuyes de la naturaleza divina.


II, 058: Morir para Dios y vivir para Dios.

MUERO y vivo en Dios: en ambas cosas haces bien,
Pues hay que morir para Dios, y se debe también vivir para Dios.


II, 059: ¿Quién es más Dios que hombre?

QUIEN ama sin sentir, y sabe sin conocer,
Se llama con justa razón más Dios que hombre.
…conocer: »erkennen«: verbo especialmente difícil de verter en la acepción que menta el acto cognitivo mismo: ‹adquirir o ganar el conocimiento de›; así por ej. en II, 59: »…und ohne erkennen kennt«, donde juega por oposición con la forma no prefijal »kennen«. Traducido por «conocer», «reconocer», o aun «ganar el conocimiento», como en VI, 258.


II, 060: Del amor.

HOMBRE, si nada quieres ni amas, quieres y amas bien:
Quien ama lo que quiere, no ama empero lo que debe.


II, 061: Quien se abandona, encuentra a Dios.

QUIEN se ha perdido y despojado de sí mismo,
Ha encontrado a Dios, su consuelo y Salvador.


II, 062: Hay que estar en ambos.

¡MI Dios, qué frío estoy! ¡Ay, déjame calentar
En el seno de tu humanidad, y en los brazos de tu divinidad!


II, 063: El sordo oye la Palabra.

AMIGO, créelo o no: escucho a cada instante,
Cuando estoy sordo y mudo, la Palabra eterna.


II, 064: Un suspiro dice todo.

CUANDO mi alma suspira,*) y exclama Ah y OH,
Invoca en sí su fin y su principio.
*) " & T.


II, 065: La eternidad no se mide.

LA eternidad nada sabe de años, días, horas:
¡Ay, que aún no haya yo encontrado el centro!


II, 066: Uno ayuda al otro a seguir.

MI Salvador es Dios, y yo el de las otras cosas:
Si se lanzan ellas a mí, y yo a Él.


II, 067: La soledad.

PUESTO que la soledad no frecuenta a nadie,
debe ser sin pasión, y Virgen.
soledad: »Abgeschiedenheit«: ‹retiro, recogimiento, soledad, calidad de vida retirada›; en V, 209 la forma participial »abgeschieden» («retirado»). Cf. notas a II, 117.
Cf. notas a II, 48


II, 068: Se lo dice con silencio.

HOMBRE, si quieres expresar el ser de la eternidad,
Debes despojarte antes de todo discurso.


II, 069: La navegación espiritual.

EL mundo es mi mar, el marino el espíritu de Dios,
La nave mi cuerpo, el alma es la que vuelve a casa.
Imagen tomada de Tauler, cf. el poema de Tauler: »Es kumpt ein Schiff geladen« donde el navío nos trae el Verbo eterno, el Hijo del Padre; «su vela es el amor, el Espíritu Santo su mástil».


II, 070: La pureza.

LA pureza perfecta no tiene figura, forma, ni amor:
Está despojada de todo atributo, como la esencia de Dios.


II, 071: El hombre esencial.

UN hombre esencial es como la eternidad,
Que permanece inalterada por toda exterioridad.


II, 072: Quién canta con los ángeles.

QUIEN puede lanzarse por sobre sí tan sólo un instante,
Puede cantar el Gloria con los ángeles de Dios.
Título en la ed. de 1675: »Wer mit den Engeln singen kan.«: «Quién puede cantar con los ángeles.».


II, 073: Al pecador.

AY, pecador, vuélvete, y aprende a conocer a Dios:
Sé que pronto lo llamarás el Padre bienamado.


II, 074: Debes ser deificado.

CRISTIANO, no es suficiente que esté tan sólo en Dios:
Debo también absorber en mí la savia de Dios para crecer.


II, 075: Debes también dar frutos.

SI bebes la sangre del Señor, y no das ningún fruto,
Serás más fuertemente maldecido que el árbol que sabes.


II, 076: Tampoco a ti se te deniega nada.

OH, noble espíritu, arráncate, no te dejes sujetar así:
Tú puedes hallar a Dios, más majestuosamente que todos los santos.


II, 077: A B ya es suficiente.

LOS paganos mucho parlotean: quien sabe orar con el espíritu,
puede presentarse confiado a Dios con A y B.*)
*) A B B A
Abba: Padre, en arameo (cf. Marcos 14, 36).
Marcos 14, 36: »und sprach: Abba, mein Vater, es ist dir alles möglich, nimm diesen Kelch von mir;…« («Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son á ti posibles: traspasa de mí este vaso;…»).


II, 078: Un amor extasía al otro.

CUANDO mi alma puede encontrar a Dios en espíritu,
Un amor (¡OH Jesucristo!), contempla al otro con fijeza.


II, 079: El templo espiritual de Dios.

LAS puertas de tu ciudad, Dios mío, son de perlas finas:
¡Qué fulgor ha de ser el de mi espíritu, tu templo!


II, 080: La Sión espiritual.

ERIGE, Señor, tu edificio, he aquí la ciudad de la paz,
Salomón, tu Hijo, tiene aquí su Sión.


II, 081: El Monte de los Olivos.

SI ha de redimirte de tus penas la angustia del Señor,
Debe antes volverse un monte de olivos tu corazón.


II, 082: El corazón.

MI corazón es estrecho por debajo y tan vasto por arriba,
Para estar abierto a Dios, y no a lo terrenal.


II, 083: El monte espiritual.

SOY un monte en Dios, y debo escalarme a mí mismo,
Si es que Dios ha de mostrarme su rostro bienamado.


II, 084: La iluminación.

¡MÁS arriba! Si ha de ceñirte el relámpago con Cristo,
Debes vivir como sus tres discípulos, en las alturas de Thabor.


II, 085: Tú mismo eres la cárcel.

EL mundo no te retiene: tú mismo eres el mundo,
Que tan duramente en ti, te tiene contigo prisionero.


II, 086: Tienes que ganarla también tú.

DIOS ha hecho asaz bien: pero nada obtendrás de ello,
Si no conquistas también tú en Él tu corona.


II, 087: El polluelo espiritual.

MI cuerpo es una cáscara, donde un polluelo
Quiere ser incubado por el Espíritu de la eternidad.


II, 088: Justamente sobre el mismo.

EL pobre polluelo pía y picotea sin cesar:
¿No verá entonces pronto la gloria de la luz eterna?


II, 089: Debes mirar al Levante.

AMIGO, si quieres ver la luz del sol en ella misma,
Debes volver tu rostro hacia el Levante.


II, 090: La sumisión.

EL relámpago del Hijo de Dios, penetra de luz en un instante
Los corazones, que se someten por entero a Él.


II, 091: La paciencia.

LA paciencia es más que el oro: puede vencer aun a Dios,
Y traer todo lo que Él tiene y es, a mi corazón.


II, 092: El más secreto abandono.

EL abandono aprehende a Dios: pero abandonar a Dios mismo,
Es un abandono que pocos hombres aprenden.


II, 093: El beso secreto de Dios.

DIOS me besa a mí, su Hijo, con su Espíritu Santo,
Cuando me llama niño amado en Cristo Jesús.


II, 094: Uno es consuelo del otro.

DIOS es la luz de las luces, mi Salvador es el sol,
María es la luna, yo, delicia de todos.


II, 095: El cordero y también el león.

QUIEN se allana ante todo, y todo soporta dulcemente,
Debe ser cordero y león, en un único ser.


II, 096: El Espíritu es una paloma.

¿POR qué aparece el Espíritu de Dios como una paloma?
Lo hace, niño mío, porque quiere hacerte nacer como un polluelo.
Título en la ed. de 1675: »Warumb der H. Geist wie ein Taube erscheint.«: «Por qué el Espíritu Santo aparece como una paloma.».


II, 097: El nido de la paloma santa.

SI eres una palomita, y no tienes hiel,
Encontrarás descanso, cristiano mío, en el corazón de Jesús.


II, 098: Lo más seguro, lo mejor.

HUYE, paloma mía, huye y descansa en el alma de Cristo:
¿Adónde quieres si no ocultarte y cobijarte?


II, 099: La paloma recíproca.

¡OH, maravilla! Dios es para mí, yo para Él una paloma:
¡Mira cómo somos los dos uno, el uno para el otro!


II, 100: Brinda reposo, y reposarás.

SI la paloma de Dios puede reposar en tu corazón,
Te abrirá a su vez el corazón de Dios.


II, 101: El ensombrecimiento místico.

DEBO quedar grávido de Dios: su Espíritu debe cernerse sobre mí,
Y en verdad hacer vivir a Dios en mi alma.
Ensombrecimiento: »Überschattung«, [fr. conception] alusión a las palabras del ángel.
cf. Lc. 1, 35: »…und die Kraft des Höchsten wir dich überschatten;…« («…y la virtud del Altísimo te hará sombra;…»).


II, 102: Lo exterior no me consuela.

¡DE qué me vale, Gabriel, que saludes a María,
Si no eres también el mismo mensajero para mí!


II, 103: El nacimiento espiritual.

SI el Espíritu de Dios te toca con su esencia,
Nace en ti el niño de la eternidad.


II, 104: La gravidez espiritual.

SI tu alma es doncella, y pura como María,
Debe quedar al instante grávida de Dios.


II, 105: Un gigante, y también un niño.

CUANDO Dios se halla esencialmente (a) nacido en mí,
Soy (¡OH maravilla!), un gigante y también un niño.
(a) Penitencia verdadera, por lo tanto esencial, en Tauler, Inst., c. I.


II, 106: Debes ensancharte.

ENSANCHA tu corazón, y Dios entrará en él:
Debes ser su reino de los cielos, Él quiere ser tu rey.


II, 107: El nuevo nacimiento.

SI tu nuevo nacimiento nada tiene en común con la esencia,
¿Cómo puede ser una criatura en Cristo Jesús?


II, 108: La esposa de Dios.

NIÑO, hazte esposa de Dios, ofrécete sólo a Él:
Serás el tesoro de su corazón, y Él tu bienamado.


II, 109: El mundo no perece.

MIRA, este mundo perece. ¿Qué?, no perece,
Son sólo las tinieblas que Dios desgarra en él.


II, 110: La transfiguración.

MI cuerpo se erguirá ante Dios como un carbunclo,
Cuando perezca en el fuego su basteza.
…carbunclo: carbúnculo [lat. carbûncûlus, ‹carboncillo›], rubí (porque luce en la oscuridad como un carbón encendido); cf. el uso de este vocablo en Góngora.


II, 111: María.

TÚ alabas a María: yo agrego,
Que ella es la reina de las reinas.


II, 112: Salir y entrar, dar y ser dado a luz.

SI puedes en verdad ser dado a luz por Dios,
Y a tu vez dar a luz a Dios, sales y entras.


II, 113: Hay que actuar razonablemente.

AMIGO, si quieres beber coloca bien tu boca,
Como un hombre razonable, en la espita del tonel.


II, 114: Las criaturas son buenas.

TE quejas, de que las criaturas te atormentan:
¿Cómo?, si deben ser para mí un camino hacia Dios…


II, 115: La cacería espiritual.

¡QUÉ bien te dan caza los perros, cristiano querido,
Si tan sólo eres de voluntad, la cierva de Dios!


II, 116: La mejor compañía.

NO aprecio la compañía: a menos que el Niño,
La Virgen, la Paloma y el Cordero estén reunidos.


II, 117: La soledad.

LA soledad es necesaria: mas, evita sólo darte,
Y podrás estar en un desierto en todas partes.
Los tres dísticos 115, 116, 117 son ciertamente una confesión personal de Silesius: temor de los hombres, amor de la soledad, aislamiento orgullosamente mantenido en una sociedad que desdeña.
…soledad: »Einsamkeit«: derivación sustantiva del adjetivo ›einsam‹, que, según el antiguo sentido del sufijo ›-sam‹, significa propiamente ›zum Einen neigend‹, esto es, ‹que se inclina al uno›, tal como aparece ya en ant. alto alem. ›einsamina‹ para el lat. ‹unitas›; predomina no obstante tempranamente la acepción intensiva de ‹solo›. Cf. notas a II, 67.


II, 118: La vida divina.

SI nadie puede darte de la vida divina
Razón suficiente, pregúntaselo a Henoch*).
*) Henoch significa: uno que se ha entregado a Dios.


II, 119: La igualdad divina.

UN hombre entregado a Dios es igual a Dios en quietud,
Y anda por sobre el tiempo y el lugar a cada instante.


II, 120: Se come y se bebe a Dios.

SI estás deificado, comes y bebes a Dios
(y esto es eternamente verdadero), en cada pedazo de pan.


II, 121: El miembro tiene la esencia del cuerpo.

SI no tienes cuerpo, y alma, y espíritu en común con Dios,
¿cómo puedes ser un miembro en el cuerpo de Jesús?.


II, 122: La vid espiritual.

SOY la vid en el Hijo, el Padre planta y nutre,
el fruto que crece de mí es Dios, el Espíritu Santo.


II, 123: La paciencia tiene su porqué.

UN cristiano soporta con paciencia su dolor, su cruz y sus
/ tormentos,
para poder estar junto a su Jesús eternamente.


II, 124: Dios está pleno de soles.

PUESTO que el hombre justo resplandece como el sol,
después de este tiempo estará Dios pleno de soles.


II, 125: Debes tener la esencia.

DIOS mismo es el reino de los cielos: si quieres llegar al cielo,
debe estar encendida la esencia de Dios en ti.


II, 126: La gracia se vuelve naturaleza.

¿PREGUNTAS por qué un cristiano es piadoso, justo y libre?
Preguntas entonces por qué un cordero no es un tigre.


II, 127: Lo preferido en esta tierra.

¿PREGUNTAS qué es lo que prefiere mi alma sobre la tierra?
Pues sabe que es: que nada la macule.


I, 128: El cielo está siempre abierto.

NO desesperes, cristiano mío, puedes correr al cielo,
si tan sólo dispones de un corazón viril para ello.


II, 129: La cualidad de cada uno.

EL animal se manifiesta por la especie, el hombre por la razón,
por la visión el ángel, Dios por la esencia.


II, 130: Debe ser dorado.

CRISTIANO, todo lo que hagas, recúbrelo de oro*),
o Dios no te será propicio, ni a ti ni a tus obras.
*) oro del amor.


II, 131: Toma, de modo que tengas.

HOMBRE, si tomas a Dios como consuelo, como dulzura y luz:
¿qué tendrás cuando te falte consuelo, luz y dulzura?


II, 132: La cualidad de Dios.

¿CUÁL es la cualidad de Dios? Infundirse en la criatura,
ser en todo tiempo el mismo, no tener, no querer, no saber
/ nada.*)
*) entiéndase accidentaliter o de modo contingente; pues lo que Dios quiere y sabe, lo quiere y sabe esencialmente. Luego, tampoco tiene nada (con cualidad).


II, 133: El abandono.

AMIGO, créelo, si Dios no me manda ir al cielo,
prefiero estar aquí, y aun en el infierno.


II, 134: La igualdad.

QUIEN en ningún sitio ha nacido, ni es conocido por nadie,
halla aun en el infierno su patria bienamada.


II, 135: El abandono.

NO quiero fuerza, poder, arte, sabiduría, brillo ni riqueza,
sólo quiero estar como un niño en mi Padre.


II, 136: Sobre el mismo.

SAL, y Dios entrará; muere para ti, y vivirás para Dios;
no seas y Él será; no hagas nada, y el mandamiento se cumplirá.


II, 137: Escritura sin Espíritu no es nada.

LA Escritura es Escritura y nada más. Mi consuelo es la esencia,
y que Dios diga en mí el Verbo de la eternidad.


II, 138: El más bello en el reino de los cielos.

EL alma, más pequeña aquí que la misma pequeñez,
será en el reino de los cielos la diosa más bella.


II, 139: ¿Cómo se puede ser angélico?

NIÑO, si quieres ser angélico, puedes serlo ya mismo:
¿cómo? Cellos viven siempre en el disgusto.


II, 140: La aniquilación de sí.

NADA te eleva por sobre ti, sino la aniquilación:
quien está más aniquilado, tiene más divinidad.


II, 141: El profundamente abandonado.

UN hombre profundamente abandonado es eternamente libre y
/ uno:
¿puede haber alguna diferencia entre él y Dios?


II, 142: Debes serlo tú mismo.

NO preguntes qué es lo divino: pues si no lo eres,
no lo sabrás aunque lo oigas, cristiano mío.


II, 143: En Dios todo es Dios.

EN Dios todo es Dios: un único gusanillo
es tanto en Dios como mil Dioses.


II, 144: ¿Qué es el abandono?

¿QUÉ es el abandono? Yo digo sin lisonja,
que es la voluntad de Jesús en tu alma.


II, 145: La esencia de Dios.

¿QUÉ es la esencia de Dios? ¿Le preguntas a mi estrechez?
Pues sabe, que es una sobre esencialidad.
Esta idea viene de Dionisos el Pseudo-Areopagita, quien habla de la «Deidad sobreesencial», de la «Esencia sobreesencial» (Nombres Divinos I, 1). Eckhart ha tomado de esta tradición la idea de Dios como una «Nada sobreesencial» (Pfeiffer, Sermón XCIX), expresión que se vuelve a encontrar en el Espejo de la Perfección de Herp, donde Silesius pudo encontrarla.
…sobreesencialidad: »Überwesenheit«: ya en medio alto alem. ›Wesenheit‹ significaba dentro de la mística ‹existencia real›, o ‹algo que tiene existencia real›; hemos traducido en cada caso por ‹esencialidad› (»Überwesenheit«: ‹sobreesencialidad›), para conservar el juego con »Wesen«, »wesentlich«, etc.. Cf. notas a I, 264 y a II, 159.


II, 146: Dios es tinieblas y luz.

DIOS es un puro fulgor, y también una nada oscura,
que ninguna criatura contempla con su luz.


II, 147: La predestinación eterna.

AY, no desesperes: nace tan sólo de Dios,
y serás escogido para la vida eternamente.
Oposición neta a la idea protestante de predestinación o elección eterna: para Silesius, la elección del hombre es un imperativo que le es dirigido por Dios, no un destino decidido desde la eternidad.


II, 148: El pobre en espíritu.

UN hombre verdaderamente pobre, está vuelto por entero a la
/ nada:
Si se le diera Dios mismo, sé que no lo tomaría.


II, 149: Tú mismo eres todas las cosas.

¿CÓMO puedes desear algo? Tú mismo puedes, solo,
Ser el cielo, la tierra, y aun mil ángeles.


II, 150: La humildad te hace falta.

MIRA bien debajo tuyo: rehúyes el fulgor del tiempo;
¿Cómo piensas entonces contemplar el fulgor de la eternidad?


II, 151: Lo más noble del cristiano.

¿QUÉ es lo más noble? ¿Cuál es la pequeña y fina perla
del cristiano renacido? Ser igual a sí mismo en todo tiempo.


II, 152: Lo más divino de todo.

NADA es más divino, (si puedes aprehenderlo),
que no dejarse conmover, ahora y por la eternidad.


II, 153: La eternidad.

¿QUÉ es la eternidad? No es ni esto, ni aquello,
ni ahora, ni algo, ni nada, es, no sé qué es.


II, 154: Una estrella precede al sol.

NO me importan mucho mil rayos de sol,
si puedo tan sólo ser una estrella en los ojos de Jesús.
…estrella en los ojos…: »Stern«, ‹estrella› y ‹pupila del ojo›. El efecto que resulta de este equívoco sobre el sentido de la palabra es característico del gusto barroco.


II, 155: Depende sólo de ti.

AY, hombre, no te malogres, depende sólo de ti,
lánzate a través de Dios, que puedes ser en el cielo el mayor.


II, 156: A Dios se lo conoce por el sol.

EL sol es sólo un destello, y toda luz un resplandor:
¡qué fulgor debe ser Dios, mi sol!


II, 157: A Dios se lo contempla en sí.

¿CÓMO está formado mi Dios? Ve y contémplate a ti mismo,
quien se contempla en Dios, contempla verdaderamente a Dios.


II, 158: El alma viene de Dios.

EL alma es una llama salida de Dios, el fulgor:*)
ay, ¿no habría entonces de retornar a Él?
*) compréndase, en tanto que criatura.


II, 159: El espíritu es como la esencia.

MI espíritu es como un ser: imita la esencia
de la que ha surgido y se ha arrancado en el principio.
esencia: »Wesen«: sustantivación del verbo ›wesen‹ (cf. notas a I, 264): ‹esencia, ser –y como ser individuado–, modo de ser, etc.› Así por ej., aquí: «El espíritu es como la esencia»; pero en V, 15: «La condenación está en el ser». Cf. también notas a II, 145.


II, 160: El espíritu no muere jamás.

EL espíritu vive en sí mismo: puede faltarle la luz
(como le ocurre a un condenado), y no muere sin embargo.


II, 161: En el interior se vive bien.

EL espíritu de mi espíritu, la esencia de mi esencia,
es que yo me he escogido para mí por morada.


II, 162: Vuelve tus rayos hacia dentro.

¡AY, que mi alma tan sólo invierta y aloje sus llamas dentro de ella!
y pronto será con el fulgor, fulgor y una.


II, 163: Dios obra como el fuego.

EL fuego funde y une: si te abismas en el origen,
tu espíritu debe estar con Dios fundido en uno.


II, 164: La inocencia no arde.

LÍBRATE de tus culpas por Dios: la inocencia queda probada,
y ninguna brasa la consume en toda la eternidad.


II, 165: Una gotita es suficiente.

QUIEN puede probar tan sólo una gotita de la sangre de Cristo,
debe deshacerse, pleno de dicha, con Él en Dios.


II, 166: El mal no tiene esencia.

HOMBRE, cuando estás curado por la sangre del Cordero,
no has sido en la eternidad un hombre malo.


II, 167: El mediador sólo es Jesús.

NO conozco otro medio que mi Jesucristo:
es en su sangre, que Dios se derrama en mí.


II, 168: Uno es tan viejo como el otro.

UN niño que permanece en el mundo sólo una hora
envejece tanto, como se cuenta de Mathusalem.


II, 169: La igualdad contempla a Dios.

A AQUÉL para quien nada es como todo, y todo como una nada,
se lo juzga digno del rostro del Amado.


II, 170: La separación debe acaecer.

LA inocencia es un oro que no tiene escoria alguna:
Quítate de la grava, y lo serás en realidad.


II, 171: El águila vuela alto.

SÍ, quien es un águila, puede lanzarse hacia la altura
Y avanzar sobre los serafines, por mil cielos.


II, 172: Se debe ser un Fénix.

QUIERO ser un Fénix y consumirme en Dios,
Para que nada más pueda separarme de Él.


II, 173: Los débiles deben esperar.

TÚ, pobre pajarillo, si no puedes volar por ti mismo,
Quédate posado con paciencia hasta tener más fuerza.


II, 174: Hay que ejercitarse.

INTÉNTALO, palomita mía: con ejercicio se aprende mucho:
Quien no se queda inmóvil, acaba por llegar a la meta.


II, 175: El espíritu conduce al desierto.

SI puedes elevarte al Espíritu en tu Salvador,
Él te llevará consigo a su desierto.
desierto: Alusión, naturalmente, a Lucas 4, 1: «Jesús es conducido por el Espíritu en el desierto»; el desierto es tradicionalmente la imagen de la Deidad (cf. I, 7; V, 316).


II, 176: Se debe ser constante.

EMPEDERNIDO es perdido a medias: pero quien puede en el bien
Ser hierro y piedra, está en la senda de la vida.


II, 177: No todo es juzgado.

LOS hombres que han sido devorados en Dios con Cristo,
Han atravesado venturosos la muerte y el juicio.


II, 178: Todo está en el Yo y Tú (Creador y criatura).

NADA es, más que Yo y Tú: y si nosotros dos no somos,
Dios no es más Dios, y el cielo se hunde.
Revisa el Desideroso, hacia el final.
El amante (Begierer oder Schatz der Seelen) traducción de un tratado de edificación español, El desideroso, hecha sobre la traducción francesa. El Señor aconseja al Amante (cap. 14) meditar sólo las dos palabras: Yo y Tú, Esclavo y Rey. Los tres dísticos de Silesius son tres variaciones sobre el tema del Tú y el Yo: reciprocidad del Tú y del Yo, su fusión en lo Uno de la Deidad, donde se suprimen, por último, el pensamiento de que el Yo más profundo del hombre es aún el Tú divino, único esencial, único digno de gloria, siendo este último pensamiento de tradición netamente augustiniana.


II, 179: Debe volverse algo único.

¡AY, sí! si yo en el Tú, y tú en el
yo fuera uno;
Podría el cielo ser cielo mil veces.


II, 180: El hombre no es nada, Dios es todo.

YO no soy ni yo, ni tú: tú eres por cierto yo en mí:
Por eso te rindo sólo a Ti, mi Dios, tributo de gloria.


II, 181: El pecador está enceguecido.

EL pecador no ve: cuanto más corre y se apresura
En su egolatría, tanto más se enceguece.
egolatría: Co »Eigenheit«: de ›eigen‹, ‹propio›. Significa ‹peculiaridad, singularidad (concerniente al carácter)›; término vuelto a animar en los años 1770-1780, cuyo sentido se recubre hoy prácticamente con el de ›Eigentümlichkeit‹. En Silesius, no obstante, significa más bien ›Selbstbezogenheit‹, ‹calidad del o de lo relacionado consigo mismo›.


II, 182: Para Dios todo es presente.

NO hay antes ni después: lo que mañana ha de suceder,
Ya lo ha visto Dios desde la eternidad esencialmente.


II, 183: En el centro se ve todo.

COLÓCATE en el centro, y verás todo a la vez,
Lo que sucede ahora y luego, aquí y en el reino de los cielos.


II, 184: El querubín contempla sólo a Dios.

QUIEN aquí no mira a nadie, sino sólo a Dios
será allá un querubín junto a su trono.


II, 185: El Hijo y el trono de gracia.

FUERA con el sitial de sombras: el Hijo Unigénito
mismo lo es ahora en mí, y mi trono de reconciliación.


II, 186: No hay que tentar a Dios.

SÉ púdico, casto y calmo: quien corre irreflexivamente,
Es derribado y consumido por la Majestad.


II, 187: No necesito telescopio.

AMIGO, si puedo por mí mismo ver a la distancia:
¿Por qué no tendría que hacerlo, sino por tu telescopio?
Recuerdo cierto de Czepko, Monodisticha: «Cuando por el telescopio sobre las alturas, busca penetrar las estrellas del cielo, y ve resplandecer esta ciudad del espacio, reino sin límites, en sus ojos y en su corazón: que el contemplador de las maravillas de Dios lea estos versos, penetrados de delicias y de esencia: podrá descubrir a Dios en él mismo, las cosas en Dios, mejor de lo que Galileo se las haría conocer». (Epístola dedicatoria al duque Wilhelm de Saxe, Presidente de la Sociedad Fructífera).
El telescopio, inventado en Holanda alrededor del 1600, ingresó algunos años más tarde en el campo de la emblemática, simbolizando la agudeza visual y, figuradamente, un conocimiento más profundo. Silesius adopta una posición contraria a tales interpretaciones.


II, 188: La esencia no se mide.

NO hay principio, tampoco hay un fin,
Ni centro, ni círculo, adondequiera me vuelva.


II, 189: El principio encuentra el fin.

CUANDO Dios se une y se concilia conmigo, hombre,
El principio ve que encuentra su fin.


II, 190: De Dios.

DIOS goza de sí mismo: no se sacia de sí,
Porque sólo en sí tiene la saciedad suprema.



II, 191: Se debe evitar lo prohibido.

QUIEN no se alimenta del fruto que Dios ha prohibido,
No es relegado un paso del paraíso.


II, 192: Se debe ser íntegro.

Ay, hermano, llega a ser: ¿por qué sigues humo y apariencia?
Tenemos que llegar a ser algo nuevo esencialmente.


II, 193: La victoria es esencial.

HOMBRE, puesto que no radica en el querer, ni en la propia marcha,
Debes hacer como Dios, que vence sin voluntad.
…ni en la propia marcha: alusión al Eclesiastés 9, 11.


II, 194: La luz lo revela.

VE, llama al lucero del alba: pues sólo cuando rompe el día,
Se ve claramente lo que es bello o no.


II, 195: Gobernar es regio.

QUIEN puede gobernar bien en la lucha, en la dicha y el dolor,
Será en el reino de Dios un rey eterno.


II, 196: La humildad es muy buena.

NO quiero ser rey: y si alguna vez debo serlo,
Igual me arrojaré enseguida, Dios mío, a tus pies.


II, 197: Renegación de sí mismo.

SEÑOR, acepta la corona: nada sé que sea mío:
¿Cómo puede ella entonces con justicia ser mía y no tuya?


II, 198: Dios juega con la criatura.

TODO esto es un juego, que la deidad se ofrece:
Ella ha ideado la criatura, por mor de Sí.
Expresión sorprendente de un sentimiento que vuelve constantemente en las obras de los contemporáneos: el hombre es un juguete en la mano de Dios, su vida no es más que un espectáculo, el mundo no es más que un teatro, cf. Silesius, I, 141. Tal es, entre otros, el sentido profundo de las tragedias de Gryphius tanto como de los dramas de los Jesuitas.


II, 200: El renunciamiento.

QUIEN ha perdido su alma y se ha desprendido de ella,
Puede vivir venturoso, a más y mejor con Dios.
renunciamiento: »Aufgegebenheit«: sustantivación participial. Infinitivo: ›aufgeben‹ (en el sentido de ›fahrenlassen‹, ›verzichten auf‹): ‹abandonar, renunciar›.


II, 201: El hombre y el otro Dios.

DI, ¿la única diferencia entre yo y Dios?
Es, en una palabra, nada más que la alteridad.


II, 202: Estar solo se asemeja a Dios.

QUIEN vive constantemente solo, y no frecuenta a nadie,
si no es Dios, debe por cierto estar deificado.


II, 203: La humildad se eleva a lo más alto.

QUIEN está más profundamente abismado en la humildad de Dios,
es el más elevado brillo de todos los destellos celestiales.


II, 204: El hombre Emmanuel.

QUIEN siempre puede matar en sí la víbora y el dragón,
ha llegado a ser Emmanuel en Cristo Jesús.
Emmanuel («Dios con nosotros») es el nombre del Hijo de la Virgen, Esaías, 7, 14 y 8, 8, por tanto de Cristo. «La serpiente» y «el dragón» son ciertamente un recuerdo del Apocalipsis (13, 11) y del Génesis (3, 1); fusión, en este dístico, de diversas imágenes bíblicas, que simbolizan la lucha del hombre y la victoria del elegido de Dios sobre el mal que está en él.


II, 205: Distingue lo malo de lo bueno.

COME manteca, come, niño mío, y con ella miel (Dios),
para que aprendas cómo se distingue lo malo de lo bueno.


II, 206: Un hombre, y también un niño.

UN hombre no es un niño: mas sabe que un hombre,
si tan sólo lo quieres, niño mío, bien puede vivir en ti.


II, 207: Dios es en ti la vida.

NO eres tú el que vive ahí: pues la criatura es muerte,
la vida que en ti te hace vivir, es Dios.


II, 208: Hay que abandonarse eternamente.

QUIEN no haya de perderse, ni aun en el paraíso,
ese hombre debe estar vacío eternamente, aun de Dios.


II, 209: La verdadera vacuidad.

LA verdadera vacuidad es como un noble vaso
que tiene néctar en sí: tiene, y no sabe qué.
…néctar…: [gr.

II, 210: La santidad divina.

HOMBRE, si en serio lo quieres, puedes sin toda falsa apariencia
ser tan santo y justo como Dios, tu Creador.


II, 211: ¿Qué es la santidad?

LA santidad sincera es como un vaso de oro,
absolutamente pulido y puro. Ve, y contémplalo.


II, 212: Seis cosas son sólo una.

ADIVINA, cómo un hombre y Dios, un león, un cordero, un gigante
/ y un niño,
son en una criatura un único ser.


II, 213: Las palabritas fuera y dentro.

DOS palabritas me son caras: fuera y dentro:
fuera de Babel, fuera de mí, en Dios y Jesús dentro.


II, 214: Las obras valen igual.

NO hagas diferencia: si ordena Dios acarrear estiércol,
el ángel lo hace tan gustoso, como reposar y tocar música.


II, 215: Hay que aprestarse.

EN quien se vuelve hacia Levante y espera a su Dios,
asciende pronto la graciosa aurora.


II, 216: Qué significa vida angélica.

SER puro, limpio, estar abandonado; amar,
servir y contemplar
/ rectamente,
significa con buena razón, construir una vida angélica.


II, 217: El ocho veces bienaventurado.

SÉ hambriento, pobre y dulce, misericordioso, pacífico, puro,
afligido, perseguido a causa de Dios: y podrás ser bienaventurado.


II, 218: Se le da lección a la sabiduría.

(a) LA sabiduría nada censura: mas debe sin embargo, ella
y su criatura, ser a menudo censurada.
(a) Y Dios vio, que todo lo que Él había hecho era bueno.
Alusión al Génesis 1, 31.


II, 219: Las buenas obras.

CON vianda, bebida y consuelo, albergar, vestir,
Visitar en la miseria, es apacentar el Corderillo de Dios.


II, 220: Velar, ayunar, orar.

TRES obras debe hacer, quien quiera presentarse a Dios:
Él no exige sino orar, ayunar, velar.


II, 221: Dios sólo ve dos cosas.

SÓLO dos cosas ve Dios: al macho cabrío y a mí, su cordero:
Del macho cabrío, me distingue una única llama de amor.


II, 222: Hay que hacer proliferar.

SIERVO, haz proliferar para tener: pues cuando venga el Señor,
Sólo quien haga proliferar será aceptado por Él.
Hay que hacer proliferar: »Es muß Gewuchert seyn«. El sustantivo ›Wucher‹, medio alto alem. ›wuocher‹, ant. alto alem. ›wuochar‹, ‹fruto, retoño, ganancia (de intereses)›, está emparentado etimológicamente con ›wachsen‹, ‹crecer›, y significa propiamente ‹aumento, incremento, proliferación›. El empleo de la palabra como ‹ganancia por dinero prestado›, está documentado desde el comienzo. El sentido despectivo (‹usura›) lo adquiere sólo en medio alto alem.. Deriv.: ›wuchern‹ (verbo), ›Wucherer‹ (sust.).


II, 223: Dios ama mucho la castidad.

LA castidad es en Dios tan fuerte, preciosa y pura,
Como son mil lirios ante un tulipán.


II, 224: La penitencia de amor.

AMIGO, si no quieres permanecer célibe,
No vayas a desposarte sino con Magdalena.


II, 225: El bautismo de fuego.

HAY que estar bautizado: al que espíritu y fuego redimen,
Es quien por la eternidad no se ahogará en ningún pantano.
El bautismo de fuego: cf. Mateo 3, 11. Lucas, 3, 16.


II, 226: El bautismo.

AY, pecador, no porfíes porque estás bautizado:
El lirio más bello se torna en el lodo, lodo y estiércol.


II, 227: Sobre lo mismo.

¿DE qué te vale estar lavado con agua,
Si no ahogas en ti el deseo de probar el lodo?


II, 228: Sólo una cosa quiere Dios de nosotros
.
UNA única palabra me dice Dios a mí, a ti y a todos:
Ama: si lo hacemos a través de Él, tenemos que agradarle.


II, 229: Venera la imagen.

¿ESCUPES las imágenes, siendo tú mismo una imagen?
¿Qué esperas entonces de ti, cómo quieres subsistir?
Pensamiento oscuro. Hay sin duda un juego de ideas sobre la «imagen» que el hombre adora y nutre, el ídolo, y la «imagen» de Dios, el hombre mismo, que él debe respetar en sí, y que rebaja por esta idolatría. El «subsistir» del segundo verso significa siempre, en Silesius, alcanzar la vida esencial, extraída de lo contingente (cf. II, 30): el hombre, que no tiene la esencia más que de su ser de imagen de Dios, no puede recibirla del ídolo, simple «imagen» sin realidad profunda. El sentido de «imagen» es por lo tanto complejo en este dístico, y sobre estas variaciones se apoya su interpretación.


II, 230: El árbol de la vida.

SI el árbol de la vida ha de librarte de las miserias de la muerte,
Tú mismo debes volverte un árbol de la vida en Dios.


II, 231: El heliotropo.

NO te maravilles, amigo, de que no quiera dirigir mi vista a nada:
Debo tornarme en todo momento hacia mi sol.


II, 232: Por el blanco y el verde, mi alma se pierde.

DOS colores tengo en mucho, y los busco con afán:
En la inocencia de Cristo blanco, en la justicia verde.
Simbolismo tradicional de los colores: así Mechtild von Magdeburg habla ya de «la aurora blanca y verde» de Dios en el alma (cf. Grete Lüers, Die Sprache der deutschen Mystik des Mittelalters im Werke der Mechtild von Magdeburg).


II, 233: La virtud vive en el amor.

POR cierto la virtud vive, lo digo sin sutilezas:
Ama, y así verás que el amor es su vida.


II, 234: Elige lo que quieras.

EL amor es la reina, las virtudes vírgenes,
Las criadas obra y acto: ¿a quién quieres confiarte?


II, 235: La sobriedad mística.

A quien no acostumbra beber de nada en demasía,
Ni aun de Dios*, (entiéndeme bien) debo llamarlo sobrio.
*) Se designa aquí la gula espiritual.
se designa aquí la gula espiritual (llamada): »denotatur hic gula Spiritualis«: Gulositas y Gula spiritualis son términos de la Pro Theologia mystica clavis de Sandæus.


II, 236: Pacífico es el nombre del Hijo de Dios.

NO me llames Serafín, ni Querubín, ni Trono:
Quiero ser el Pacífico*): pues así se llama el Hijo de Dios.
*) Bienaventurados los pacíficos, pues ellos serán llamados hijos de Dios.
Pacífico: »Friedreich«: alusión a Salomón, [hebr. Shelomó, ‹hombre que ama la paz, pacífico›, de shalom, ‹paz›]
En la ed. de 1675, falta la llamada: »beati pacifici,….«


II, 237: Dios quiere tener perfectos.

CRECE más allá de ti, niño mío: si quieres entrar en Dios,
Antes debes ser un hombre de edad perfecta.


II, 238: De la virtud crece la paz.

LA paz es el premio de la virtud, su fin y sustento,
Su vínculo y gloria: sin ella, ésta pronto se convierte en polvo.


II, 239: La paz interior.

ESTAR en paz y ser uno en sí con Dios y con el hombre,
¡Eso debe ser, a fe mía, paz sobre paz!


II, 240: La paz divina.

¡AH! quien ha llegado a Dios, su fin y su Sabbat,
Se ha mudado y acogido en la paz misma.


II, 241: El triunfo cuádruple.

CON astucia, paciencia, obediencia, sobriedad,
Ganas la batalla contra ti, Dios, mundo y enemigo.


II, 242: Jerusalem está en el centro.

QUIEN está en el centro, y se ríe de la mofa y el escarnio,
es Jerusalem, la ciudad y el trono del rey.
Comparación inspirada sin duda por el salmo 48.


II, 243: Los dulces son los corderos.

A QUIEN ni Dios ni enemigo quita de la orden de los dulces,
ése se ha vuelto por entero ya un cordero en el cordero Jesús.


II, 244: Ser despreciado causa deleite.

ESTAR burlado, abandonado, sufrir mucho en el tiempo,
no tener, no poder, no ser nada es mi esplendor.


II, 245: La divinidad es mi madre.

DE Dios he nacido: si esto es inequívoco,
no me preguntes quién es mi madre.


II, 246: El diablo.

EL diablo nada oye más que truenos, crujidos y alboroto:
de ahí que puedas con placer, aturdirlo a través de la dulzura.
Título en la ed. de 1675: »Was der Teufel hört.«: «Lo que oye el diablo.».


II, 247: Puedes envenenar al enemigo.

ENCIÉNDETE, mi niño, y sé una luz en Dios:
serás así el veneno de Belial, tiniebla y muerte.
Belial: en hebr.: ‹maldad, perfidia, perdición›; uno de los nombres del diablo (II Cor. 6, 15: «¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿o qué parte el fiel con el infiel?»)


II, 248: La calma se asemeja a la nada eterna.

NADA es tan semejante a la nada como la soledad y la calma:
por eso las quiere, si es que algo quiere, mi voluntad.


II, 249: El diablo no ve la luz.

HOMBRE, envuélvete en Dios, ocúltate en su luz:
te juro por Jah, que el diablo no te verá.
te juro por Jah: cf. notas a II, IV.
[I A H, las tres primeras letras del nombre hebreo de Dios: IAHWE, IAHWEH.]


II, 250: La dulzura lo indica.

SI puedo ver en tu puerta, dorada madera de olivo,
te llamaré al instante el templo de Dios.
Interpretación alegórica, según el método medieval y místico (cf. especialmente el Tabernáculo de Ruysbroeck) de I Rois 6, 31-35. La madera de olivo representa la paz, el oro, el amor.


II, 251: Debe venir de Dios.

SI mi lámpara ha de arrojar luz y rayos puros,
el aceite debe fluir de ti, mi bienamado Jesús.


II, 252: La bendición suprema.

NINGÚN hombre ha bendecido jamás tan altamente a Dios,
como aquél que Le concede que lo alumbre como Hijo.


II, 253: Hay que luchar con privación.

SI tienes rechazo, desprecio, privación y huida,
puedes partir con Dios gallardamente al campo de batalla.
…rechazo…: »Verworfenheit«: se trata de un ‹rechazo› de fuerte contenido moral: aparte de ‹abyección, vileza, etc.›, significa ‹reprobación›.


II, 254: La vida seráfica.

MOVERSE y detenerse por amor, respirar, hablar y cantar amor,
es pasar la vida como los serafines.


II, 255: Cinco grados hay en Dios.

CINCO grados hay en Dios: siervo, amigo, hijo, novia, esposa:
quien va más lejos, perece*), y nada más sabe de número.
*) se aniquila, se derrama de sí, cesa, etc.; esto es, en espíritu.


II, 256: Nada impuro llega ante Dios.

AY, hombre, transfórmate: por cierto, debes ser tan sutil
ante el rostro de Dios, como el alma de Cristo.
…transfórmate…: »werd´ überformt«: imp. en voz pasiva; cf. notas a III, 114.


II, 257: Tú también debes morir por Él.

LA muerte del Señor Cristo de nada te vale, cristiano mío,
hasta que tú mismo también hayas muerto por Él, en Él.


II, 258: La eternidad.

SI te parece más larga la eternidad que el tiempo,
hablas de suplicio, y no de beatitud.


(Angelus Silesius)

lunes, 20 de diciembre de 2010

Teresa de Lisieux: El ascensor divino

"...Mi constante deseo ha sido llegar a ser santa; mas por desgracia, cuantas veces me he comparado a los santos, he comprobado que existe entre ellos y yo la misma diferencia que notamos entre una montaña cuya cumbre se pierde en las nubes y el humilde grano de arena pisoteado por los caminantes.
Mas en vez de desalentarme, me digo que es imposible que Dios inspire deseos irrealizables, y que a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad. Me es imposible engrandecerme; debo soportar tal como soy, con mis innumerables imperfecciones; pero quiero buscar el modo de ir al cielo por un caminito bien recto, bien corto, un caminito del todo nuevo. Estamos en el siglo de los inventos. Ahora ya no se necesita subir los peldaños de una escalera; un ascensor los reemplaza ventajosamente en la casa de los ricos. También yo quisiera encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la ruda escalera de la perfección.
He buscado, pues, indicaciones en los libros santos para hallar este eascensor. objeto de mis deseos, y he dado con estas palabras, salidas de la misma boca de la sabiduría eterna: "Si alguien es muy pequeño, que venga a mí.". Me acerqué, pues, a Dios, y adiviné que había encontrado lo que buscaba.; mas deseando saber todavía lo que haría con el pequeñuelo, he proseguido mis investigaciones y he aquí que he hallado: "Así como una madre acaricia a su hijo, te consolaré, te recostaré en mi seno y te meceré en mi regazo".
¡Ah, jamás se regocijó mi alma con palabras más tiernas, más melodiosas que estas!
Vuestros brazos, oh Jesús mío, son el ascensor que ha de elevarme hasta el cielo. Para esto no necesito crecer, sino al contrario, quedar pequeña, achicarme cada vez más. ¡Oh, Dios mío, habéis superado cuanto podía yo esperar, por eso quiero cantar vuestras misericordias!
"Me habéis instruido desde mi juventud, y hasta el presente he publicado vuestras maravillas; seguiré haciéndolo hasta mi edad provecta".
¿Cuál será para mí esta edad provecta? Considero que lo mismo puede ser ahora como más tarde; a los ojos del Señor, dos mil años son lo mismo que veinte... lo propio que un día."
(Teresa de Lisieux)

domingo, 19 de diciembre de 2010

Haiku de invierno

Hielo en el río.
Una pedrada quiebra
la transparencia.

A.S.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Paralelismos

Interesante, el paralelismo entre el Cristo trinitario y el Adán Kedmon de la Cábala. Parecen dos formas de abordar la misma realidad.
En especial, llama la atención la semejanza entre el tratamiento que hace de lo crístico el Curso de Milagros y la propuesta cabalística de Halevi.
En ambos casos, es Dios buscando reconocer el rostro de su Verbo, en la tradición cristiana, o su reflejo, en la hebraica.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Los Principios de Acción Válida

He aquí un primer nivel de explicación elemental sobre los principios de acción válida, extraído de Libro de la Comunidad


1) "Ir contra la evolución de las cosas, es ir contra uno mismo”

Este Principio, destaca que cuando por anticipado se sabe el desenlace de un acontencimiento, la actitud conrrecta es la de aceptarlo con la mayor profundidad posible, tratando de sacar ventaja aún de lo desfavorable. Examinar momentos de la vida en los que no tuvimos conocimiento de este Principio y por tanto obramos en contrario, nos ilustrará convenientemente sobre el significado del mismo. Será más interesante aún, reflexionar sobre el momento que estamos viviendo y estudiar las consecuencias de sufrimiento para nosotros y para nuestras personas próximas, en caso de no tener en cuenta el Principio. Estamos explicando que las cosas a las que no debemos oponernos, son aquellas que tienen un carácter inevitable. Si el ser humano, por ejemplo, hubiera creído que las enfermedades eran inevitables, la ciencia médica jamás hubiera avanzado. Gracias a la necesidad de resolver problemas y a la posibilidad de hacerlo, la humanidad progresa.
En cuanto a la fábula que ilustra este principio, podemos contarla así:

En una laguna vivía una tortuga llamada “Pescuezo de tortuga" que tenía como amigos a dos gansos salvajes. Entonces, vino una sequía de doce años que dio por resultado estas ideas a los gansos: “Esta laguna se secará. Buscaremos otro pozo de agua. Con todo, debemos despedirnos de nuestra amiga, pescuezo de tortuga".
Al hacer ésto, la tortuga dijo: -Soy habitante de estos lugares y siempre podría encontrar agua, pero vosotros no tendríais suficiente, así es que yo comprendo vuestra partida. No obstante, tendría una vida aburrida. Por consiguiente, debemos partir juntos.
-Somos incapaces de llevarte con nosotros pues eres una criatura sin alas.
-Pero, -siguió diciendo todavía la tortuga- hay un recurso posible. Traigan un palo de madera.
Los gansos hicieron ésto, y la tortuga se sostuvo en el medio del palo con sus mandíbulas y dijo: -Ahora téngalo firmemente con vuestros picos; cada uno de un lado levante vuelo y viaje regularmente por las alturas, hasta descubrir otro lugar deseable en el que podamos vivir los tres.
Pero ellos replicaron: -Hay dos obtáculos en este lindo plan. Primeramente, tu no tienes necesidad de ir a otro lugar, cosa que para nosotros es cuestión de vida o muerte. El palo y tu peso pondrán en peligro nuestro vuelo y por lo tanto a tí misma. Además, si siguiendo tus costumbres te pusieras a charlar, perderías la vida.
-¡Oh! -dijo la tortuga- vosotros necesitais agua y yo compañía estamos pues en la misma situación. En cuanto a mi conversación, desde este momento hago voto de silencio; me quedaré así mientras estemos en el aire.
Los amigos pusieron el plan en marcha, pero mientras llevaban trabajosamente a la tortuga por sobre una ciudad vecina, el pueblo, abajo, notó aquello y se levantó un murmullo confuso cuando algunos preguntaron: “¿Qué es ese objeto semejante a un carro, que dos pájaros llevan por el espacio? Tal vez sea algún maharajá o acaso otro ser poderoso".
La tortuga recordando las piedras que los niños arrojaban sobre ella en la laguna, quiso mostrar al pueblo que ahora volaba y gritó entonces orgullosamente:
- ¡Soy yo, Pescuezo de tortuga!
Apenas habló, la pobre perdió su sostén, y cayó al suelo. Y la gente que deseaba su carne, la cortó en trozos y se la comió.



2) “Cuando fuerzas algo hacia un fin, produces lo contrario”

Este Principio destaca que las presonas y las cosas tienen determinados comportamientos y que resisten o facilitan nuestros proyectos si actuamos adecuadamente. Cuando movidos por impulsos irracionales, presionamos algo contra su propio comportamiento, observaremos que podrá ceder ante nuestras exigencias, pero la consecuencia a corto o largo plazo, será que volverán efectos distintos a los que queríamos lograr.
El ser humano es forjador de acontecimientos, da dirección a las cosas, tiende a planificar y cumplir proyectos. En suma, se dirige hacia fines. Pero la pregunta es: ¿cómo va hacia sus fines? ¿Cómo hace entender a otra persona la solución de un problema presente: la violenta o la persuade? Si la violenta, ahora o después habrá reacción. Si la persuade, ahora o después se sumarán las fuerzas.
Muchos piensan que “el fin justifica los medios" y obran forzando todo a su alrededor, logrando a menudo resultados exitosos. En ese caso, la dificultad viene después.
El fin se ha logrado, pero no se lo puede mantener por mucho tiempo.
El Principio que estamos comentando, se refiere a dos situaciones distintas. En una, se obtiene el fin buscado, pero las consecuencias son opuestas a lo esperado.
En otra, por forzamiento de situaciones, se obtiene un “rebote" desfavorable.
Trataremos los dos casos con una leyenda y con una enseñanza.
Veamos el primer ejemplo.

El viejo Sileno era un sátiro (mitad chivo y mitad hombre), que aconsejaba sabiamente a Dionysos (dios del vino). Su espíritu era profundo y juicioso, pero estaba disimulado bajo una apariencia grotesca.
Por motivo de su aspecto, un día fue capturado, mientras dormía, por unos campesinos. Estos, orgullosos de su presa, llevaron a Sileno cargado de cadenas ante el rey del lugar, llamado Midas.
Midas reconoció la naturaleza del sátiro y luego de liberarlo hizo en su honor grandes fiestas y homenajes, rogándole que perdonara a los campesinos por la confusión producida. El sabio Sileno así lo hizo y quizo además retribuir el espíritu piadoso del rey.
-Pide lo que quieras y te lo concederé -dijo Sileno- pero sé razonable ya que lo que doy no puedo luego quitar.
Entoces Midas, pidió al sátiro aquello que durante toda su vida había deseado. Pidió convertir en oro lo que tocara, explicándose de este modo: “Mi reino es pobre pero su gente es bondadosa y unida. Si yo fuera rico, la felicidad sellaría tanto esfuerzo y tanta privación; todo el reino se vería beneficiado por el don de su rey bienamado.
Sileno hizo su concesión a Midas y desapareció.
Inmediatamente, las vestiduras que estaban en contacto con el cuerpo del rey se convirtieron en oro.
Entonces, Midas comenzó a recorrer sus dominios y a convertir en oro las casas de los campesinos, sus estanques, sus cultivos y sus animales, ante el asombro y el agradecimiento general.
Pero vuelto al palacio esa noche un clamor lastimoso subió hasta él... Los súbditos llegaban con quejas crecientes.
-¡No puedo ordeñar mis cabras de oro! -dijo uno-, y mi familia se quedará sin leche y sin carne.
-¡Los cultivos no darán frutos! -gritaron otros.
Y así fue llegando al rey todo tipo de lamentos.
Midas, meditando la solución del problema escanció vinos y llevó a su boca los alimentos y los frutos.
Todo fue entonces de oro y no hubo líquido ni alimento que pudiera tragar.
En tal situación su mujer fue a reconfortarlo acariciándolo, pero de inmediato quedó convertida en la más hermosa estatua de oro.
Midas, hizó penitencia invocando a Dionysos para que rompira el sortilegio de Sileno. Y el buen dios volvió todas las cosas a su principio.
El oro se esfumó, las cabras volvieron a ser cabras, y los estanques volvieron a contener las aguas; los cultivos se agitaron al viento y la mujer del rey salió de su sueño de oro. Entonces Midas pudo comer, pudo beber y agradeció con su pueblo al dios, el haberles concedido la pobreza.


Veamos a cotinuacion, la enseñanza referida al “rebote" de la acción:

Buda dijo: “si un hombre me daña, le devolveré mi cariño; cuanto más daño me haga, más bondad partirá de mí; el perfume de la bondad siempre llega a mí y el aire triste del mal va hacia él".
Un hombre insensato insulto al Buda y éste le preguntó: “si un hombre rechaza un regalo dedicado a él, ¿a quién pertenecerá? Y el otro cotestó: “en ese caso pertenecerá al que lo ofreció".
“Bien -repuso Buda- te has mofado de mí, pero yo rehuso el regalo y te ruego que lo guardes para tí: ¿No será ésto un origen de miseria para tí?"
El embaucador no contestó y el Buda continuó:
“Un hombre perverso que ofende al virtuoso, es como uno que mira al cielo y lo escupe; la saliva no ensucia el cielo, sino que vuelve y mancha a su propia persona.
“El calumniador es como uno que arroja tierra a otro, cuando el viento está contra él mismo; la tierra no hace más que volver al que arrojó y aquel que desea lograr algo que no es para él, obtiene aquello que es para él".



3) “No te opongas a una gran fuerza. Retrocede hasta que aquella se debilite, entonces, avanza con resolución”

Este Principio, no recomienda retroceder ante los pequeños inconvenientes, o los problemas con que tropezamos diariamente. Únicamente se retrocede, según explica el Principio, ante fuerzas irresistibles, tales que indudablemente nos sobrepasan al enfrentarlas. Retroceder ante las pequeñas dificultades debilita a la gente, la hace pusilánime y temerosa. No retroceder ante grandes fuerzas, hace a la gente proclive a todo tipo de fracasos y accidentes.
El problema aparece cuando no se sabe anticipadamente quién tiene más fuerza, si uno o la dificultad. Eso habrá de comprobarse tomando pequeñas “muestras", haciendo pequeñas confrontaciones que no comprometan totalmente la situación y que dejen espacio libre para cambiar de postura si ésta fuera insostenible.
Antiguamente, se hablaba de “prudencia", esa era una idea muy próxima a la que estamos explicando.
Pero hay otro punto: ¿Cuándo avanzar? ¿En qué momento el inconveniente se ha reducido en fuerza, o bien, en qué momento hemos ganado nosotros en fuerza? Vale la misma idea de tomar “muestras" cada tanto haciendo pequeños intentos, no definitivos. Cuando la fuerza está a nuestro favor y el inconveniente se ha debilitado, el avance debe ser total. Guardar reservas en tal situación, es comprometer el triunfo porque no se va adelante con toda la energía disponible.
He aquí la correspondiente leyenda:

Había en cierto lugar un pescador viejo, padre de tres niños y extremadamente pobre.
Tenía la costumbre de echar sus redes al agua solamente cuatro veces cada jornada. Un día entre los días, después de rastrear el río dos veces en vano, sintío una gran alegría al advertir que, a la tercera, la red pesaba mucho, de modo que apenas podía recogerla.
Pero su desencanto no tuvo límites cuando vio que toda su pesca consistía en un asno muerto que algún mal vecino había tirado al agua. Se lamentó en vos alta de su desgracia, y disponiéndose a lanzar la red por cuarta vez, dijo: -La bondad de Alá es infinita. ¡Quién sabe si ahora tendré más suerte! Cuando arrastró la red, notó por segunda vez que pesaba mucho, y al abrirla, encontró una gran copa tapada con una chapa de metal. Separó ésta, vació la copa que estaba llena de cieno, la miró por todos lados y ya pensaba en llevársela a su casa para venderla a algún fundidor, cuando de ella empezó a salir una columna de humo que fue creciendo y espesándose hasta alcanzar la forma de un genio de proporciones gigantescas: su frente era alta como una cúpula; sus manos grandes como gradas de labranza; su boca, negra como una caverna; sus ojos, brillantes como antorchas, y sus piernas altas como árboles.
A la vista de aquel monstruo, el pescador temblando de miedo, intentó huir, pero la voz de aquél, imponente como un trueno, lo dejó inmóvil.
-¡No hay más Dios que Alá, y Salomón es el profeta de Alá! -exclamó el genio. Y enseguida añadió: -y tú, ¡oh gran Salomón!, profeta de Alá, mándame, dispón de mí y te obedeceré puntualmente.
-¡Oh, genio poderoso! -replicó el pescador- ¿qué estás diciendo? ¿Acaso ignoras que Salomón ha muerto hace más de mil ochocientos años? ¿Acaso ignoras que llegó Mahoma el profeta de Alá? ¿Pretendes burlarte de mí o estás loco?
-¿Que estoy loco? ¡Por Alá te juro, que si vuelves a ofenderme habré de darte muerte!
-¿Serías capaz de hacerlo, ¡oh genio!, después de haberte librado de la prisión en que estabas?
-Escucha mi historia, pescador -dijo el genio-, y comprenderás que mi amenaza no es en vano:
“Has de saber que soy un genio rebelde. Mi nombre es Shar el Genio; todos los de mi especie prestaron obediencia a Salomón, menos yo, que huí para no someterme a él. Pero un visir que mandó en mi persecución, me aprisionó y me condujo encadenado a su presencia. Cuando estuve ante él me pidió que aceptara su religión; como me negué mando meterme en esa copa en que me has encontrado, la sello con su sello y dispuso que la arrojasen al mar. Dentro de mí estrecha prisión, prometí durante el primer siglo, hacer inmortal al hombre que me liberase. Pero nadie me liberó. Durante el segundo siglo pensé en hacer dueño de los más ricos tesoros a quien llegase en mi auxilio. Y nadie llegó. En el tercer siglo prometí que el que me libertase tendría mi poder, mi fuerza y mi sabiduría; pero también fue en vano. Entonces, dando libre salida a mi cólera, juré que mataría al hombre que me devolviese la libertad. Ese hombre eres tú, y nadie te librará de mí venganza".
-Pero si me matas ¡oh genio! -repuso el pescador- cometerás una injusticia que Alá no te perdonará nunca, ya que pagas con un crimen el bien que te hice poniéndote en libertad. Piensa, además, que soy casado y tengo tres hijos que aún no pueden valerse por sí mismos...
Nada parecía ablandar al gigante, cuyo rostro inmenso iba cada vez tornándose más feroz. Comprendió el pescador que su suerte dependía de su ingenio, y, como no era torpe, ideó una estratagema a la que se agarró como un naufrago a la tabla que ve pasar a su lado sobre el lomo de una ola.
-¿Estás realmente decidido a darme muerte? -preguntó el pescador.
-Claro que sí -respondió el monstruo.
-Pues bien; antes de que cometas esa injusticia, desearía que me sacases de una duda que tengo.
-Habla pronto, que estamos perdiendo mucho tiempo.
-Tú dices que estabas dentro de esa copa; pero eso no es cierto. ¿Cómo podrías caber en ella, si apenas entra una de mis manos? Sólo viéndolo podría creerlo.
-¡Ah! eso quiere decir que desconfías de mí, ¿eh? Pues bien, luego de ésto habré de matarte con más gusto aún, pescador incrédulo y desconfiado.
El genio empezó entonces a disolverse en humo, hasta que sólo quedó una especie de espiral que entró en la copa y desapareció totalmente. Dentro se sintió una vos que decía: -¿Te convences ahora? ¡Oh, pescador desconfiado!
La contestación del pescador fue poner rápidamente en la copa la tapa que le había quitado. El genio, al verse encerrado nuevamente, gritó y amenazó primero, suplicó después; pero el pescador no hizo caso de súplicas ni de amenazas y tomando la copa fingió que iba a arrojarla al agua. De este modo arrancó al genio un renovado juramento que aquél hubo de cumplir luego de recobrar su libertad.



4)“Las cosas están bien cuando marchan en conjunto, no aisladamente”

Esto quiere decir, que si impulsados por un objetivo desacomodamos toda nuestra vida, el logro del resultado buscado se verá sometido a numerosos accidentes y aún, si efectivamente se consigue, tendrá amargas consecuencias. Si, para obtener dinero o prestigio, desacomodamos nuestra salud, sacrificamos nuestra gente querida, nos despreocupamos de otros valores, etc., es posible que surjan tales accidentes, que no logremos el re-sultado buscado.
En otros casos, puede ser que lo obtengamos pero ya no habrá salud para disfrutarlo, ni seres queridos con quienes compartir, ni otros valores que nos den sentido.
“Las cosas están bien cuando marchan en conjunto" y esto es así, porque nuestra vida es un conjunto que requiere equilibrio y desarrollo adecuado, no parcial. Si bien hay cosas más importantes que otras, cada persona debería tener una verdadera escala de valores para que lo primario, lo secundario, lo terciario, pudieran cumplirse proporcionalmente. Con la fuerza que debe aplicarse a cada cosa de acuerdo a la importancia fijada, todas marcharían en verdadero conjunto.
Ilustremos lo explicado con una leyenda en las que las acciones desproporsionadas producen efectos desastrosos:

Cuatro magos vivían en amistad. Tres de ellos alcanzaron una gran instrucción pero carecían de juicio. El otro aborrecía la instrucción, pero su razonamiento era excelente.
Uno de los magos dijo: “¿De qué vale el juicio sin instrucción? Podrá saberse qué es bueno y qué es malo, pero no cómo hacer una cosa u otra".
Para ilustrar lo dicho, el menor de ellos comentó: “Mañana debemos estar en Persépolis pero hay hasta allá una gran distancia, de manera que en un día nuestros camellos no podrán recorrerla, pero con nuestra instrucción podremos hacerlo".
Entonces, le pidieron al juicioso que acercara uno de los camellos y así uno estiró sus pienas hasta la altura de una casa del silencio, el otro amplió sus lomos de manera que los cuatros cupieran en otras tantas jorobas y el restante mago se preocupó de darle al animal un cuello tan largo que pudiera divisar a la dis-tancia cualquier punto de interés.
A la mañana siguiente, montaron sólo tres, porque el mago juicioso dijo: “Mejor tres que cuatro cuando los problemas se suman".
Y los tres magos montaron riendo del temeroso.
La carrera comenzó a gran velocidad, pero al poco tiempo, no hubo agua que pudiera colmar la sed de semejante animal. Para colmo las fuertes areniscas daban en la cabeza altísima del enorme monstruo, de tal manera que en lugar de erguirla debía colocarla como serpiente que va veloz tras su presa.
Así, debilitado el camello y desequilibrado por la anormal postura de su cuello, terminó cayendo como una torre a la que le fallan los cimientos.
Triste fue el regreso de los magos, pero afortunadamente, el juicioso los esperaba para reconfortarlos.
Sea como fuere, no llegaron a tiempo al lugar propuesto y perdieron sus negocios.
Otro día, los cuatro encontraron un animal muerto y queriendo probar al juicioso, el valor de la instrucción, dijeron: “Ea, hagamos algo por este pobre león muerto. Pero ahora pongámonos los tres de acuerdo a fin de que todas las partes coincidan bien y en un conjunto razonable, porque aquel asunto del camello fue habilidad de cada uno, pero no de los tres".
El primero, entonces dijo: -Yo se como unir el esqueleto.
El segundo dijo: -Yo puedo suministrar piel, carne y sangre.
El tercero dijo: -Yo puedo darle vida.
De este modo, el primero junto el esqueleto, el segundo proporcionó piel, carne y sangre. Y mientras el tercero intentaba darle vida, el mago de juicio aconsejó contra esto, observando:
-Este es un león. Si tu le das vida, matará a cada uno de nosotros.
¡-Símplón! -dijo el otro-, yo seré el que reduzca tu buen juicio a nada.
-En este caso -fue la contestación- espera un momento, mientras yo me trepo a este árbol conveniente.
Cuando hubo hecho esto, aquél dio vida al león, y éste se levantó y mató a los tres
y luego que el león se hubo retirado, el mago juicioso, bajó del árbol y se fue a su casa.



5)“Si para ti están bien el día y la noche, el verano y el invierno, has superado las contradicciones”

Este Principio destaca en forma figurada la oposición de las situaciones. Sin embargo, tal oposición podrá ser conciliada si se modifica el punto de vista con respecto al problema.
El excesivo calor del verano, hace pensar compensatoriamente en el frío del invierno y a la inversa.
Toda situación difícil hace evocar o imaginar a su antagónica, pero una vez en ella, vuelve la disconformidad.
Entonces, la compensación nos lleva a su punto opuesto. Allí donde aparezca el sufrimiento, la compensación se pondrá en marcha, pero no por ello el sufrimiento mismo será vencido.
Es muy distinto el punto de vista y el comportamiento frente a las dificultades, por parte de quien está orientado por un sentido de vida definido. Si alguien cree que su vida tiene un sentido y que todo lo que le sucede sirve a su aprendizaje y perfeccionamiento en esa dirección, los problemas que le aparezcan no tenderán a ser eludidos compensatoriamente, sino que los asumirá descubriendo también en ellos alguna utilidad. El frío del invierno será aprovechable y también el calor del verano y cuando cada uno se presente, esa persona dirá: “¿En qué se oponen las estaciones, si ambas me sirven"?
He aquí una historia que revela esa postura a la perfección:

Hubo un varón llamado Job, recto y temero-so de Jehová; su prole y su riqueza eran grandes y en todo estaba sujeto a la voluntad de Dios.
Un día vinieron los hijos de Dios a presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satán, el maligno. Y dijo Jehová a Satán: “¿De dónde vienes?" Y respondiendo Satan dijo: “de rodear la tierra y de andar por ella". Y Jehová dijo a Satán: “¿No has considerado a Job, que no hay otro tan justo en la tierra?"
A lo que replicó Satán: “Al trabajo de sus manos has dado bendición y su hacienda y sus hijos han crecido.
Más, extiende ahora tu mano, y toca a todo lo que tiene y verás si no te blasfema en tu rostro". Jehová permitió entonces, que pusiera el maligno su mano sobre toda posesión de Job, más no sobre su persona.
Entonces los hijos de Job fueron muertos por unos salteadores; el fuego consumió a sus ovejas, los caldeos robaron sus camellos, y un gran viento derrumbó su casa.
Sabedor de todo aquello, Job hizo duelo y cayendo en tierra dijo: “Desnudo salí del vientre de mí madre y desnudo tornaré allá. Jehová me dio y Jehová me quitó, vendita sea su voluntad".
Entonces, Satán pidió permiso a Dios para tocar a Job y Jehová se lo dio a condición de que no tomara su vida.
Hirió a Job una sarna desde la planta de su pie hasta la mollera de su cabeza. Y tomaba una teja para rascarse con ella, sentado en medio de ceniza.
Así, durante años la aflicción y la enfermedad cayeron sobre la cabeza de Job, y su mujer de la distancia le gritaba:
“¿Aún retienes tu simplicidad? ¡Bendice a Dios y muérete! “A lo que Job respondía: “Recibimos el bien de Dios, ¿por qué no habremos de recibir su mal? Santo es Su nombre y Su voluntad".
También sus amigos y conocidos se apartaron y fueron numerosos los que habiendo sido reconfortados por él en su momento, le dijeron: “Males y bienes se reparten en la vida pero quien sino un pecador y un hipócrita puede recibir tanto mal.
Porque hay malos que gozan beneficios y hay buenos del mismo modo. También malos y buenos reci-ben la ira de Dios en sus cabezas, pero no hay quienes sufran del cielo tanto mal, a cambio de alabanza, ¿o es Jehová injusto?" A esto respondió Job: “No soy yo quien pueda juzgar los designios de Jehová. El me dio, él me quitó, bendita sea su voluntad".
Entonces Jehová atendió a Job y aumentó al doble todas las cosas que de él habían sido.
Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas y todos los que antes le habían conocido y comieron con él pan en su casa y condoliéronse de él y consoláronle de todo el mal que sobre él había Je-hova traído; y cada uno de ellos le dio una pieza de moneda, y un zarcillo de oro.
Y bendijo Jehová la postrimería de Job más que su principio, porque tuvo catorce mil ovejas, y seis mil camellos y mil yuntas de bueyes y mil asnas. Y tuvo siete hijos y tres hijas. Y no se hallaron mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra. Y después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos y a las hijas de sus hijos, hasta la cuarta generación.
Y Job, dijo entonces: “Jehová me quitó, Jehová me dio, bendita sea su voluntad".



6)“Si persigues el placer te encadenas al sufrimiento. Pero, en tanto no perjudiques tu salud, goza sin inhibición cuando la oportunidad se presente”

Este Principio puede resultar chocante en una primera lectura, porque se piensa que se está diciendo:
“Goza aunque perjudiques a otros, ya que el único freno es tu salud personal". Pues bien, eso no se está diciendo. En realidad se explica que es absurdo el deterioro de la salud por el ejercicio de placeres exagerados o directamente nocivos. Pero además, se destaca que la negación prejuiciosa del placer produce sufrimiento; o que el ejercicio del placer con problemas de conciencia, también es perjudicial. En fin, la idea principal es aquélla de no perseguir el placer, sino de ejercitarlo sencillamente cuando se presenta, ya que buscar cuando no está presente el objeto placentero o negarlo cuando aparece, siempre son hechos acompañados de sufrimiento.
A este principio (como a todos los otros), no hay que sacarlo del conjunto o interpretarlo de manera que se oponga a otros. De este modo, hay otro Principio que dice: “Cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas". Por consiguiente, el sentido cambia cuando se ejercita el conjunto, no un Principio aislado.
En la siguiente leyenda se describen posturas equivocadas y justas frente al objeto de placer:

El maestro regaló a la asamblea de sus discípulos un pastel mágico, del que se podía comer tanto cuanto se deseara, sin que por ello menguara en sus dimensiones. La condición era comer una sola vez al día.
Ese presente dio el maestro, al emprender un largo viaje y para evitar problemas menores a la comunidad de monjes.
Un primer discípulo probó el pastel y quedó maravillado por el sabor exquisito. Pero a poco de saciarse, comenzó a imaginar la ración del día siguiente. Así, de día en día, su obsesión fue creciendo. Tan intolerable se hizo aquello que decidió poner término a la situación comiendo una porción tal, que su deseo quedara satisfecho hasta la ración siguiente. Pero todo terminó con una indigestión tan tremenda que lo llevó al borde de la muerte.
En recuerdo de aquello, se colocó enfrente del monasterio una placa con la siguiente inscripción: “Sufre el que busca y el que desea conservar".
Un segundo discípulo, tomando en cuenta lo sucedido, no quiso probar al principio del pastel, no obstante su gran deseo. Se había dicho que el placer llevaba al dolor y que, por tanto, para no sufrir no había tampoco que gozar. Una cosa llevaba a la otra, según probaba la experiencia: pero
sucedido, no obstante, que diariamente el asceta imaginaba montañas de pasteles sin poder probar un solo bocado. A veces, al dormir, enormes pasteles poblaban sus sueños y despertaba sobresaltado como alguien que es mordido por una de las grandes hormigas solitarias. En fin, que para evitar mayores sufrimientos, un día probo un trozo del maravilloso alimento, logrando con esto traicionar sus convicciones y además, aumentar la obseción.
En el frente del monasterio se fijó una segunda placa que decía: “El pecado no está en el pastel ni en la barriga, sino en lo que se sueña y piensa por arriba".
Finalmente, un tercer discípulo se pregunto por las tareas que había encomendado el maestro antes de la partida. Vio que el monasterio y la chacra y los animales habían quedado descuidados, que las diversas opiniones en torno al asunto del pastel habían dividido a la comunidad. Y entonces, empezó a hacerse cargo de todo antes del regreso del maestro. Mientras ponía orden en uno de los recintos, encontró el motivo del escándalo. Se detuvo un momento, cortó un buen trozo y lo saboreó lentamente. Luego, se olvidó del asunto tan atareado como estaba con el trabajo del monasterio.
Al regresar el maestro, se encontró con los dos carteles en la entrada de la casona y pidió que se le ex-plicara todo aquello. Esto motivó que el maestro se deshiciera del pastel. Luego dijo: “Se ha cometido una gran injusticia. Poned una tercera placa que proclame: El exceso de un tono fuerte y el ascetismo de un docto débil, llevan al mismo resultado. Para el santo es el trozo, que tanto problema deja al codicioso".



7)“Si persigues un fin te encadenas. Si todo lo que haces lo realizas como si fuera un fin en sí mismo, te liberas”

Enseña a obtener beneficio de toda situación intermedia que nos lleva al logro de un objetivo. No dice que no deban existir fines, ya que la planificación de cualquier actividad se realiza en base a fines. Se está explicando que dado un fin cualquiera, todos los pasos que llevan a él, deben considerarse del modo más positivo posible. De otro modo, cualquier actividad anterior al logro del fin produce sufrimiento y por lo tanto, si es que el fin se logra, pierde sentido por el costo vital que representa el sufrimiento invertido en los pasos.
La siguiente leyenda describe los problemas que se presentan cuando no se tiene en cuenta lo inmediato por considerar solamente objetivos alejados de la situación que se vive.

Una lechera llevaba sobre su cabeza un jarrón grande de leche. Lo llevaba a vender al mercado del pueblo.
“Aquí llevo un jarrón lleno de leche -se dijo-. Si viene una carestía obtendré por él cien rupias. Con esa suma podré tener dos chivas. Cada seis meses tendrán dos chivas más. Después de las chivas, vacas; cuando las vacas tengan crías, venderé los terneros. Después compraré búfalos; después yeguas. Las yeguas me darán abundantes caballos. La venta de éstos, significa abundancia en oro. El oro comprará una gran casa con un patio interior. Entonces, vendrá alguien a mi casa quien se presentará con una dote adecuada a mi posición y nos desposaremos. Tendremos un hijo al que llamaremos Señor Luna.
Cuando tenga edad, vendrá corriendo hacia mí y se acercará demasiado a los caballos. Entonces, me enojaré y llamaré al padre para que saque a los caballos, pero como él andará en sus cosas no lo hará. Entonces yo me acercaré a ellos y los sacaré a puntapiés".
La lechera dio un mal paso en el camino al chocar su pie contra una piedra que no vío, tan preocupada como estaba con su ensueño, el jarrón cayó de su cabeza estrellándose contra el suelo y esparciendo todo su contenido.



8) “Harás desaparecer tus conflictos cuando los entiendas en su última raíz, no cuando quieras resolverlos”

Invita a evitar la improvisación movida por impulsos irracionales. No dice que no haya que hacer algo, dado un problema, sino que simultáneamente al hacer, debe comprenderse. Casi todas las personas, frente a un conflicto y movidas por su ansiedad, se lanzan a solucionarlo sin comprenderlo en su raíz. De esa manera, se complica aún más el problema y éste motiva a otro, en una cadena inagotable.
Examinemos un ejemplo a modo de leyenda:

Un joven pastor, a causa de su manta pasaba mal las noches de frío. No por que aquélla estuviera mal tejida o fuera de pobre calidad.
El pastor solía hablarse de ese modo: “Desde pequeño esta manta me protegió de vientos, heladas y nieves, pero ahora el frío pasa a través de ella. Sin duda que con el uso se ha rasgado aquí y allá. Si me ha servido cuando niño, debe servir también ahora; basta hacer algunos remiendos adecuados".
Así, puso manos a la obra y la dejo nuevamente en buenas condiciones.
Al llegar la noche, notó que sus pies quedaban descubiertos y a punto de congelarse. Entonces, tomó la frazada y la corrió hacia abajo dejando al descubierto buena parte de su pecho, porque la manta era demasiado corta.
De ese modo pasó la noche: cubriendo abajo descubría arriba y a la inversa.
A la noche siguiente, reflexionó de este modo: “Si esta manta me acompañó en la niñez y entonces sirvió bien de protección, también ahora deberá servir, porque está como nueva luego del arreglo. Tendré que encojerme bien al dormir, ya que según parece he crecido demasiado.
Y el otro amanecer encontró al joven insomne y con todo el cuerpo dolorido, tal había sido su molesto encojimiento.
Entonces decidió: “Ni la manta creció en todo este tiempo, ni yo puedo achicarme para que sigamos juntos".


9) "Cuando perjudicas a los demás, quedas encadenado. Pero, si no perjudicas a otros, puedes hacer cuanto quieras con libertad"

De comienzo explica que crear problemas a los demás, tiene por consecuencia que los otros se lo creen a uno. Además, dice que no hay motivo para dejar de hacer lo que se quiere si nadie se perjudica con tal acción.
He aquí algunas enseñanzas sobre la justa libertad de acción.

Jesús dijo: "No juzguéis, para que no seáis también juzgados.
Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida que medís, con ella os volverán a medir.
Y con ello demostraba que el mal hecho al prójimo, es también mal para el que lo hizo."
Y aconteció que estando Jesús a la mesa, muchos publicanos y pecadores se sentaban también a su lado porque había muchos y le seguían.
Y sus enemigos, viéndole comer con publicanos y pecadores, dijeron a sus discípulos: "Que es esto, que vuestro maestro come y bebe con publicanos y pecadores?.
Y oyéndolo Jesús, les dice: "Los sanos no tienen necesidad de medico sino los que tienen mal".
Y aconteció que pasando el por los sembrados en sábado, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas. Entonces sus enemigos le dijeron: "Por que hacen en sábado lo que no es lícito?"
Y el les dijo: "El sábado por causa del hombre es hecho, no el hombre por causa del sábado".
Y muchas cosas explicaba diciendo: "Andad pero antes aprended que cosa quiere decir: misericordia quiero y no sacrificio".



10) "Cuando tratas a los demás como quieres que te traten, te liberas".

Este Principio es de grandes consecuencias porque lleva a una apertura, a una comunicación positiva con los otros seres humanos.
Sabemos que el encerramiento en uno mismo, genera problemas mas o menos graves. El llamado "egoísmo" puede reducirse precisamente a un problema de encerramiento y falta de comunicación. El Principio otorga importancia al hecho de ir positivamente hacia los otros y complementa al Principio anterior que recomienda: "No perjudiques a otros", pero la diferencia entre ambos, es grande.
La enseñanza sobre la acción solidaria es una de las mas antiguas de la humanidad. Veamos el siguiente caso.

Un discípulo preguntó a Confucio: "¿Cuál es el hombre bueno?"
El maestro respondió: "Puedes llamar hombre bueno al que ves por sus acciones buenas. Si un gobernante se desvive por su pueblo y sólo hace por él, puedes llamarlo bueno. Pero más que bueno es santo aquel que se fortalece primero en el conocimiento y luego lo da a otros. Aquel que hace con otros aquello que quisiera que hicieran con el. Por ello, sin ser gobernante cualquier súbdito puede ser santo en su medida y esto no depende de su rango ni de sus posesiones".



11) "No importa en qué bando te hayan puesto los acontecimientos; lo que importa es que comprendas que tú no has elegido ningún bando"

Aquí no se explica que haya que abandonar todo bando. Aquí se sugiere considerar la posición en que uno se encuentra, como resultado de factores ajenos a la propia elección; factores educacionales, de ambiente, etc. Tal actitud hace retroceder el fanatismo, al tiempo que permite comprender los bandos y las posiciones que asumen otras personas. Evidentemente, esta forma de considerar el problema de los bandos contribuye a la libertad de la mente y tiende un puente fraterno, hacia las demás personas aún cuanto estas no coincidan con mis ideas, o aparentemente se opongan a mis ideas.
Este Principio, al tiempo que reconoce la falta de libertad en las situaciones que uno no ha construido, afirma la libertad de negar las oposiciones si son parte de las mismas situaciones. En otras palabras: yo no he decidido ser alto o bajo, gordo o delgado y si esa condición esta acompañada de oposiciones a otros que tampoco eligieron su bando, tengo libertad para negar esa oposición. Yo no invente a los altos, a los bajos, a los gordos o a los delgados, por tanto niego toda oposición responsable.
Veamos sobre esto, una antigua enseñanza:

Los enemigos de Jesús decidieron ponerlo en dificultades presentándole dos posibilidades, de tal modo que eligiendo una, quedara en mala posición frente a la otra.
Se acercaron a el y dijeron: " Maestro, sabemos que eres amador de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios y que no te inclinas por nadie, ya que no tienes acepción de persona de hombres. Dinos pues que te parece? Es lícito dar tributo a Cesar o el tributo debe ser para el culto religioso?". Mas Jesús, entendida la malicia de ellos, les dijo: "Porque me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo".
Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo:" De quien es esta figura?"
Díjole: "De Cesar".
Y díjoles:" Pagad pues a Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios".
Oyendo esto, sus enemigos se confundieron y dejándole, se fueron.



12) "Los actos contradictorios o unitivos se acumulan en ti. Si repites tus actos de unidad interna, ya nada podrá detenerte"

Aquí se quiere decir que todo acto que se realiza queda grabado en la memoria y desde allí influye en las otras vías. Por tanto, la repetición de actos que dan unidad interna o que generan contradicción, van formando una conducta que condiciona a las acciones posteriores en alguno de los dos sentidos. Repetir los actos de unidad interna, significa ejercitar los Principios en la vida diaria. También se da a entender que no se trata de la repetición de un acto (o de un Principio aislado), sino de un conjunto de actos de unidad interna.
Sin duda que al ejercitar todos los Principios, nos encontramos con una disciplina integral, capaz de ir transformando nuestra condición sufriente en una nueva forma de vida de creciente unidad interna y, por tanto, de creciente felicidad.
A veces, sumando actos contradictorios, se construye la vida de una persona o de un conjunto humano. También sucede que pueden aparecer muchos resultados exitosos durante un tiempo, pero antes o después se producirá la catástrofe porque la base de toda esa vida es falsa. Mucha gente ve solamente las anécdotas exitosas, pero no alcanza a comprender el proceso de esa vida y, sobre todo, su absurdo final.
Desarrollemos una leyenda que nos ilustre sobre la acumulación de actos contradictorios:

Un príncipe orgulloso decidió construir una enorme torre que llegara a lo alto de los cielos. Para ello reunió a un tercio de sus hombres y les encomendó el trabajo. A excepción de los sabios, la población se había corrompido como su príncipe. Era aquel reino rapaz de sus vecinos y vanidoso de las riquezas. Pasaron los años y la construcción fue subiendo hasta las nubes. Pero a medida que se elevaba, los problemas crecían. Las fuerzas del reino cada vez mas, debían adquirir nuevos recursos y animales y esclavos.
Entonces, el tercio inicial seguía trabajando en la torre, pero luego hubo que sumar otro tercio a la guerra y un tercio aún al transporte, equipo, administración y artesanía. Continuaron pasando los años y todo se seguía agregando. Como el esfuerzo se suma al esfuerzo, las piedras se sumaron a las piedras. Y la torre seguía llevándose hacia las alturas toda la riqueza, todo el poder, todo el sufrimiento. Era como cuando los mares evaporan sus aguas y estas suben, pero la tierra aumenta en su tristeza porque el agua no vuelve a ella; porque no llueve, porque hay sequía.
Entonces, los sabios explicaron al príncipe las consecuencias que debían sobrevenir del monstruoso proyecto, pero fueron silenciados...
Así, al crecer la torre, creció también la soberbia del soberano y de los súbditos, hasta que estos dijeron: "Esta torre que servirá para respeto y sumisión de todas las naciones, requiere que sus constructores estén a la altura de tanto mérito. Por lo tanto las órdenes de los ingenieros, de los arquitectos, de los maestros talladores y de los que dirigen el izado, deben ser dadas según jerarquías y desde la altura de la torre que corresponda a su dignidad".
Ocurrió entonces que todos quisieron dirigir desde el último tramo de la rampa, pero tan lejos estaban de la tierra que, al gritar a los de abajo, estos entendían mal. Para peores, las órdenes de unos se oponían a las órdenes de otros. Así fue como unos subían argamasa adonde debían llegar las palancas y otros reparaban herramientas sin que hubiera quien las llevara.
Por fin, la construcción empezó a hacerse irregular; las cuerdas se cortaban en las salientes y caían poleas y cestos. En algunos lugares sobró liga y en otros faltó y ya al final del caos, la torre fue suma de error sobre error, inclinándose peligrosamente. Tal fue la locura de los constructores que, al seguir cargando de ese modo la obra, esta falló en sus cimientos y se derrumbó, arrastrando con ella a sus directores desde lo alto de los cielos a lo mas bajo de la tierra.
Entonces, los sabios se reunieron y dijeron:" Aprovechemos el material para algo útil. Dispongamos todo para que vuelva algún beneficio a nuestro pueblo".
Y así sucedió que las aguas fueron apresadas y llevadas a lejanos lugares de cultivo, las viviendas de la población afirmadas, y las murallas extendidas para la defensa y no para el ataque.
Todo se sumó para beneficio del pueblo y el pueblo trabajó viviendo en paz consigo mismo y en amistad con sus vecinos.


(El Libro de la Comunidad)