Nadie fue ayer
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios.
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Poesía ...
tristeza honda y ambición del alma
¡cuándo te darás a todos... a todos,
al príncipe y al paria,
a todos ...
sin ritmo y sin palabra!
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Quiero ganar mi verso,
este verso;
y quiero
que vaya quedo,
raudo y sereno
como un dardo certero
al corazón del pueblo
de todos los pueblos...
al corazón del Universo.
Deshaced ese verso.
Quitadle los caireles de la rima,
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma...
Aventad las palabras...
y si después queda algo todavía,
eso
será la poesía.
¿Qué importa
que la estrella
esté remota
y deshecha
la rosa?...
Aún tendremos
el brillo y el aroma.
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Y quiero que mi traje,
el traje de mis versos,
sea cortado
del mismo paño recio,
del mismo
paño eterno,
que el manto de Manrique
-como el de Hamlet, negro-,
amoldado
a la usanza de este tiempo
y, además,
con un gesto
mío
nuevo.
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Que hay un verso que es mío, solo mío,
como es mía, solo mía,
mi voz. Un verso que está en mí
y en mí siempre encuentra su medida;
un verso que en mí mismo
acorda su armonía
al ritmo de sangre,
al compás de mi vida,
y al vuelo de mi alma,
en las horas santas de. ambiciones místicas.
Quiero ganar mi verso, este verso,
lejos de todo ruido y granjería.
(León Felipe)