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Nuevo blog:

POEMAS Y TEXTOS (nombrando paisajes, misterios y silencios) ameliadesola.blogspot.com.es



domingo, 31 de octubre de 2010

Samhain

Benditos sean los muertos,
los que habitaron antes esta tierra
que cambió para siempre con su paso.
Benditos los mayores en la muerte.
Alumbre su compasión
nuestro camino.

A.S.

sábado, 30 de octubre de 2010

Canción de la que es todas las mujeres

Ha sucedido, amor,
que, sin quererlo,
hoy he estallado en todas las mujeres.
En todas las mujeres.
En todas las criaturas
que lloran en sus cunas
heridas por la vulva,
por la vulva-destino
de todas las mujeres que yo soy,
amor,
la niña de un retrato en blanco y negro
que pretende ser buena
y lista, y responsable,
para gustar a su papá,
la adolescente que recorta poemas,
que interroga en la noche,
que busca a los muchachos,
que se estrella mil veces
contra la soledad,
la amante torpe
de los amantes más inadecuados,
en busca de la llave de su cuerpo,
la que se crucifica
en amor infinito
a ti, y a ti, y a ti, los que pasaron,
los amores eternos
que morarán por siempre
en sus profundidades,
la esposa, la ramera, la madre de los hijos,
la que se abre
como una cueva
para embeber la lluvia de caricias
de un extático amor inesperado,
la que vierte su ser, como una fuente,
sobre un cuerpo en entrega,
la que quiere ser ella,
y ser libre, y ser una,
la que busca incansable,
la consagrada al todo,
la zorra indiferente,
la cínica que sabe,
la eternamente virgen,
la amiga para siempre,
la mujer que te ama,
la que ama a otros hombres,
la sola y siempre sola,
la todas las mujeres
que quieren ser, amor,
en este día,
la que quieres que sea,
la que soy sin quererlo,
la que no seré nunca,
la que quiere y no quiere,
y no es,
y no ha sido,
la ninguna mujer,
la nada de mi centro,
la nada, amor, que estalla,
la nada que se abre
en todas las mujeres.

A.S.

Bertolt Brecht: Coral del Gran Baal

Cuando Baal crecía en el albo seno de su madre,
ya era el cielo tan lívido, tan sereno y tan grande,
tan joven y desnudo, tan raro y singular
como lo amó Baal cuando nació Baal.

Y el cielo seguía siendo alegría y tristeza
aunque Baal durmiera feliz y no lo viera,
aunque ebrio Baal, violeta era de noche,
y aunque piadoso al alba, era de albaricoque.

Entre el bullir de pecadores vergonzosos
desnudo, Baal se revolcaba en paz,
y sólo y siempre el cielo poderoso
la desnudez cubría de Baal.

Es bueno todo vicio para algo
y también, dice Baal, quien lo practica.
Vicios son, ya se sabe, lo que se quiere.
Elegíos dos vicios, porque uno es demasiado.

No seáis vagos e indolentes
pues, por Dios, que no es fácil el gozar.
Hace falta experiencia y miembros fuertes:
la tripa puede a veces molestar.

Parpadea Baal a los orondos buitres
que en el cielo estrellado su cadáver esperan.
A veces se hace el muerto Baal. Desciende un buitre,
y en silencio Baal un buitre cena.

En el valle de lágrimas, bajo lúgubres astros,
chasqueando la lengua, pace campos Baal.
Canta y trota Baal, cuando los ha agotado,
por los bosques eternos yendo el sueño a buscar.

Cuando a Baal le atrae el oscuro seno,
¿qué es ya para Baal el mundo? Está saturado.
Y guarda tanto cielo Baal bajo los párpados
que incluso muerto tiene suficiente cielo.

Cuando Baal se pudría de la tierra en el oscuro seno,
ya era el cielo tan grande, tan lívido y sereno,
tan joven y desnudo, tan raro y singular
como lo amó Baal cuando vivía Baal

(Bertolt Brecht)

Evgeni Evtuchenko: "Para mí, ser yo mismo no es bastante..."

ME GUSTARÍA...

Me gustaría
nacer en todos los países,
tener un pasaporte
para todos
que provoque el pánico de las cancillerías;
ser cada pez
en cada océano
y cada perro
en las calles del mundo.
No quiero arrodillarme
ante ídolo alguno
ni hacer el papel
de un ruso ortodoxo hippie,
pero me gustaría
hundirme
en lo más hondo del Lago Baikal
y salir resoplando
en otras aguas,
¿por qué no en las del Mississippi?
En mi maldito universo amado
me gustaría
ser una hierba humilde,
nunca un Narciso delicado
que se besa
en el espejo.
Me gustaría ser
cualquiera de las criaturas de Dios,
incluso la última hiena sarnosa,
pero nunca un tirano,
ni siquiera el gato de un tirano.
Me gustaría
reencarnar como hombre
en cualquier imagen:
víctima de una cárcel de tortura,
un niño vagabundo en los tugurios de Hong Kong ,
un esqueleto viviente en Bangladesh,
un pordiosero sagrado en el Tíbet,
un negro de Ciudad del Cabo,
pero nunca encarnar
la imagen de Rambo.
Sólo odio a los hipócritas,
hienas sazonadas en espesa melaza.
Me gustaría tenderme
bajo el bisturí de todos los cirujanos del mundo,
ser un tullido, un ciego,
sufrir todo mal, toda deformidad y herida,
ser un mutilado de guerra,
o el que recoge las colillas del suelo,
con tal de que no las penetre
el infame microbio de la prepotencia.
No quisiera formar parte de la élite,
ni, por supuesto, del rebaño de cobardes,
ni perro de manada,
ni pastor servil al abrigo de su rebaño.
Y quisiera ser feliz,
pero no a costa de los infelices.
Y quisiera ser libre,
pero no a costa de los que no lo son.
Quisiera amar
a todas las mujeres del mundo,
y ser también una mujer
sólo una vez. ..
La madre naturaleza ha menospreciado al hombre.
¿Por qué no lo hizo capaz de ser madre?
Si se agitara un niño
bajo su corazón,
acaso el hombre
sería menos cruel.
Quisiera ser el pan de cada día,
digamos,
ser la taza de arroz
de la sufriente madre vietnamita,
el vino barato
en las tabernas de los obreros napolitanos,
o el tubito de queso
en la órbita lunar.
Que me coman
que me beban,
dejadme ser útil
en la muerte.
Quisiera pertenecer a todas las edades,
atolondrar la historia
y atontarla con mis travesuras.
Quisiera llevarle a Nefertiti
en una troika á Pushkin.
Quisiera multiplicar
cien veces el espacio de un instante
para que al mismo tiempo
pueda beber vodka con los pescadores siberianos,
y junto a Homero,
Dante,
Shakespeare
y Tolstoi
sentarme a beber cualquier cosa,
salvo, por supuesto,
Coca-Cola.
Y bailar al ritmo de los tam-tam en el Congo,
estar en huelga en Renault,
jugar a la pelota con los muchachos brasileños
en la playa de Copacabana.
Quisiera hablar todas las lenguas,
como las aguas ocultas bajo la tierra,
y hacer todo tipo de trabajo de una vez.
Me aseguraría
de que sólo fue poeta un Yevtushenko,
el otro un clandestino
en alguna parte,
no puedo decir dónde
por razones de seguridad.
El tercero, un estudiante en Berkeley,
y el cuarto un entusiasta huaso chileno.
El quinto sería tal vez
un maestro de niños esquimales en Alaska,
el sexto
un joven presidente
en cualquier parte, modestamente digamos Sierra Leona,
el séptimo
podría entretenerse en la cuna con un sonajero,
y el décimo,
el centésimo,
el millonésimo...
Para mí, ser yo mismo no es bastante,
¡dejadme ser todo el mundo!
Estaré en miles de ejemplares hasta mi último día
para que la tierra vibre conmigo
y las computadoras enloquezcan
procesando mi censo universal.
Quisiera combatir en todas tus barricadas,
humanidad,
y morir cada noche
como una luna exhausta,
y amanecer cada día
como sol recién nacido
con una suave mancha inmortal
en la cabeza.
Y cuando muera,
un Francois Villon siberiano,
que no descanse mi cuerpo
ni en la tierra francesa,
ni italiana,
sino en la tierra rusa, amarga,
en una colina verde,
donde por vez primera
me sentí todo el mundo.

(Evgeni Evtuchenko
Poema escrito originalmente en español)

lunes, 25 de octubre de 2010

Y va de Rap

Y ahora, una de Rap.
Y si alguien cree que esto tiene algo que ver con el hecho de que el de las botas, la barbita y la cresta (el que rapea en segundo lugar) es mi hijo, es un... malpensado.
Y tiene razón.
Pero... ¿a que mola?

(Una cuestión "técnica": Si se os engancha mucho el video, picad y arrastrad el marcador de la barra de abajo, llevandolo de nuevo al principio, y ya irá fluido. No sé por qué).

Bolero de Ravel

Amo el Bolero.
Para mí, contiene mucho de la belleza, el dolor, el avance imparable, la tristeza y la tenacidad de la aventura humana. De la vida que sigue y sigue. Que avanza y vuelve en oleadas. Que continúa porque sí, sin alardes.
Amo su sencillez y su complejidad creciente. Su crecer en espiral. Su comienzo sobrio, que llega al alma, y su progresiva llamada al cuerpo, al corazón y al espíritu.
Que lo disfruteis.




Dejo otra version del Bolero, ésta interpretado por la Filarmonica de Berlin bajo la Batuta de Herbert Von Karajan".

http://rapidshare.com/files/118382662/Ravel_Bolero_Karajan.wmv.html

domingo, 24 de octubre de 2010

La voz recuperada

Ya publiqué este poema hace meses. Hoy he sentido la necesidad de volverlo a hacer.
La voz recuperada es, también, el título general de mi segundo poemario (el primero es El país de las mujeres).


LA VOZ RECUPERADA

Era el dolor de tanta vida muda,
de tanta tierra sin palabra,
de tanta voz perdida.

Pero si encuentro la voz,
si la encuentro,
se habrán abierto por fin las ventanas,
habrán corrido gozosos los ríos,
se habrán teñido de rojo los cielos,
prenderá la llama,
brotará, incandescente, la lava,
nacerán niños de madres felices,
se reunirá una asamblea de soles,
madurarán las uvas,
fermentarán los vinos,
copularán las bestias
y sonará la voz recuperada
convocando a mi sangre,
convocando a mi alma,
convocando a mis padres y abuelos,
convocando a los muertos,
convocando a los yoes que se fueron,
convocando al camino,
convocando a los dioses dormidos,
al valor, a la espada,
al instinto, a lo oscuro,
a la fuerza que mora en los huesos,
en el vientre, en el sexo,
que sube de la tierra,
que estalla en la garganta,
que inunda las vertientes,
que atruena en las tormentas,
que se yergue en las rocas,
la fuerza
de la voz
que afirma la palabra.

A.S.

sábado, 23 de octubre de 2010

Sólo hasta aquí y no más

"...Hay muchas maneras de regresar a casa. Muchas son profanas y otras son divinas...
Volver a leer pasajes de libros y poemas que nos han emocionado. Pasar unos cuantos minutos junto a la orilla de un río, una corriente o un arroyo. Tenderse en el suelo en medio de las sombras del crepúsculo... Caminar o conducir en cualquier dirección... Saludar al amanecer. Desplazarse en coche hasta un lugar donde las luces de la ciudad no borren el cielo nocturno... Rezar. Tener un amigo especial. Sentarse en el pretil de un puente con las piernas colgando... Sentarse junto a la luna de un café y ponerse a escribir. Sentarse en el centro de un claro del bosque. Secarse el cabello al sol. Introducir las manos en un barril lleno de agua de lluvia. Plantar procurando ensuciarse las manos de barro... Por consiguiente, no es necesario emprender un largo y arduo viaje para regresar a casa, aunque tampoco... se trata de algo muy simple, pues el hecho de regresar a casa exige vencer una considerable resistencia tanto si es fácl como si es difícil.
Hay otra manera de comprender la razón de que las mujeres retrasen su regreso a casa, una razón mucho más misteriosa que consiste en la excesiva identificación de una mujer con el arquetipo de la Sanadora... El arquetipo de la Gran Sanadora sugiere sabiduría, bondad, conocimiento, solicitud y todas las demás cualidades que se asocian con una sanadora. Por consiguiente, es bueno ser generosa, amable y servicial como el arquetipo de la Gran Sanadora. Pero sólo hasta cierto punto. Más allá de él, ejerce una influencia entorpecedora en nuestras vidas. El impulso que experimentan las mujeres de "curarlo todo y arreglarlo todo" es una peligrosa trampa creada por las exigencias que nos impone nuestra cultura... Estas presiones se introducen en nuestra psique cuando somos muy jóvenes e incapaces de juzgar y oponer resistencia. Más tarde las presiones se convierten en ley, a no ser que las desafiemos...
Pero los gritos del mundo que sufre no pueden ser atendidos constantemente por una sola persona. Sólo podemos responder a los que nos permiten regresar a casa con regularidad, de lo contrario, las luces de nuestro corazón se van apagando hasta quedar reducidas prácticamente a nada...
Aunque los arquetipos emenen de nosotros durante unos breves periodos de tiempo que se podrían calificar de experiencias numinosas, ninguna mujer puede irradiar constantemente un arquetipo. Sólo el arquetipo propiamente dicho puede servir en todo momento, entregarse por entero y mostrar una energía inagotable. Podemos intentar emular a los arquetipos, pero éstos son unos ideales inalcanzables para los seres humanos y no están destinados a hacerse realidad. Y sin embargo, la trampa exige que las mujeres se agoten en un vano intento de alcanzar estos niveles irreales. Para evitar la trampa, hay que aprender a decir "basta" y "que pare la música". Pero a decirlo en serio.
Para empezar, una mujer tiene que alejarse, estar consigo misma y examinar de qué manera se quedó atrapada en un arquetipo. Tiene que recuperar y desarrollar el instinto de conservación salvaje que establece "sólo hasta aquí y no más, sólo esto y nada más". Así es como la mujer conserva la orientación. Es preferible irse a casa durante algún tiempo aunque ello provoque el enfado de los demás, antes que quedarse y deteriorarse y tener que alejarse finalmente a rastras...
Por consiguiente, las mujeres que están cansadas y transitoriamente hartas del mundo, que quieren tomarse un poco de tiempo libre o interrumpir sus actividades, ¡ya es hora de que despierten! Que cubran con una manta el gong que las llama para que colaboren constantemente en esto, aquello o lo de más allá... Si no regresamos a casa cuando es el momento, perdemos la concentración. Hay un dicho según el cual "no se puede regresar a casa", pero es falso. Aunque no se puede regresar de nuevo a la matriz, sí se puede regresar al hogar. Y no sólo es posible, sino que es un requisito imprescindible... Todos sabemos cómo regresar a casa... El hogar está allí donde un pensamiento o un sentimiento se pueden conservar sin que se interrumpa o nos sea arrebatado porque otra cosa exige nuestro tiempo o nuestra atención... Es justo que las mujeres se esfuercen por salir, se liberen, tomen, hagan, conspiren y afirmen su derecho a regresar a casa. El hogar es un estado de ánimo continuado o una sensación que nos permite experimentar sentimientos no necesariamente manifestados en el mundo exterior: Asombro, visión, paz, liberación de las preocupaciones, de las exigencias, de los constantes parloteos... Aunque hay muchos lugares físicos a los que una puede ir para "sentir" su regreso a este hogar especial, el lugar físico propiamente dicho no es el hogar; es tan sólo el vehículo que mece al ego para que se duerma mientras recorremos el resto del camino solas. Los vehículos que utilizan las mujeres para regresar a casa son muchos: la música, el arte, el bosque, la espuma del mar, la soledad. Todos ellos nos conducen al nutritivo mundo interior del hogar que posee sus propias ideas, su orden y su sustento... Lo esencial es cualquier cosa que revitalice el equilibrio. Eso es el hogar."
(Clarissa Pinkola Estés)

Bendiciones wicca para el cuerpo

SUEÑO
Que su vista
se calme, esté en paz;
que la oscuridad
invada dulcemente su mirada interior,
tranquila en la tranquila habitación.
Que la visión
de la noche y el sueño
sea clara, sea limpia,
sea suave, sea serena.
Señora, da a este ser
tu serenidad
y mantenlo alejado de todo daño.

OJOS
Tú que tienes el poder de la visión, bendice
estos ojos con alivio, calor, luz,
con claridad, tranquilidad y paz
que los conviertan en caminos a través de cada noche
y cada día, vías seguras
para este ser dolorido; alívialo
y dale la luz del cielo, el sol, las nubes,
la hierba, el verdor, los mares, los árboles
y todas las cosas nítidas y deliciosas;
alivia todo dolor, toda tensión,
mira a través de los ojos y en sus ojos
la profunda salud de la santidad.

OÍDO
Para la frente, frecor;
para el oído, alivio;
para el rostro, sosiego;
para la mente, paz.

HUESOS
Señora, cura el dolor de sus huesos.
Señora, alivia sus huesos doloridos.
Traele la pulcritud de todos los huesos.
Tráele fuerza en todos sus miembros.
Señora, cura, sana cada miembro.
Señora, bendice, oh, bendice, oh, bendice
y fortalece, alivia y consuela.
Señora,
da tu paz a esta criatura tuya.

ARTICULACIONES
Rectitud del árbol,
da firmeza a este miembro.
Suavidad de la piedra,
fortalece esta articulación.
Poder de la marea,
limpia este gozne,
que el cuerpo esté erguido
y sano el corazón.

ENTRAÑAS
Que el suave vientre se caldee
con firme bienestar, que las entrañas
se muevan con certidumbre, el corazón indemne,
que el cuerpo se cure a sí mismo con amor.

Diosa, sé la portadora
de este mensaje para él: ¡Cura! ¡Cura!
Cúrate a tí mismo, cúrate.

Diosa, dale ahora el auténtico
e interno conocimiento; que tenga
la comprensión de su camino
y su necesidad y así se cure.

Diosa, tráele a diario
toda la paz, el alivio y la fuerza
y lleva este mensaje a su sangre:
¡Cura! ¡Cura! Diosa,
da a este ser todo el bien que existe.

GARGANTA
Que la garganta sea pura
que la voz sea fuerte
que la luz curadora
el calor curador
el espíritu curador
transforme y bendiga
la voz, la voz, la voz, la voz...

(Del Libro de las Sombras de R. Skelton)

domingo, 17 de octubre de 2010

Wilber y la espiritualidad femenina (la influencia de Treya)

El tema de las "vías" tradicionales, y de hasta qué punto es o no conveniente (o sencillamente posible) seguirlas de manera estricta, siempre me ha parecido importante, tal vez porque mi experiencia me dice que cada vez que he intentado seguir una práctica específica, por más que admirara a quien la preconiza, he acabado entre las cenizas de una espiritualidad muerta. Como me ha parecido imposible e inútil (al menos, para mí) separar la práctica de la vida. En ese sentido, pienso que resultan esclarecedores tanto el texto como el video de Wilber (sí, sí, por fin he aprendido, yo solita, a copiar videos en el blog. ¡Estoy superorgullosa!. Después de esto, todo es posible...) Ambos tratan de lo que podría ser una espiritualidad y una práctica femeninas, y son materiales extraídos del blog silenciosa-mente.blogspot.com.
Yo añadiría que las mujeres no sólo necesitamos transitar por vías que nos sean afines en tanto que mujeres, sino también en tanto que criaturas únicas, con caminos y necesidades únicos. Y que hay que tener el valor de recorrer ese único camino que nos es propio a cada cual. Lleve a donde lleve.

“Arriba el Cielo y abajo la Tierra. Cielo y Tierra. Entonces comencé a pensar en Treya, en los últimos años en que ella había vuelto a sus raíces terrenales, a su amor por la naturaleza, la creación, la feminidad, la sinceridad, la confianza y la atención. Yo por mi parte estoy donde me gusta estar, donde me siento en casa, en el Cielo que, según la mitología, no es el mundo del espíritu sino el mundo apolíneo de las ideas, la lógica, los conceptos y los símbolos. El Cielo es de la mente y la Tierra del cuerpo. Yo me dedico a tomar los sentimientos y relacionarlos con las ideas mientras que Treya, por su parte, se ocupa de recoger las ideas y conectarlas con los sentimientos. Yo voy de lo particular a lo universal y Treya de lo universal a lo concreto; a mí me gusta pensar y a ella le gusta crear; a mí la cultura y a ella la naturaleza; yo cierro la ventana para poder escuchar mejor a Bach, mientras que ella, por su parte, apaga a Bach para poder oír mejor el canto de los pájaros.
Pero en las grandes tradiciones, el Espíritu no se encuentra ni en el Cielo ni en la Tierra sino en el Corazón. Desde este punto de vista, el corazón ha sido considerado como el punto de integración o de unión entre los Cielos y la Tierra, el punto en el que la Tierra sustenta al Cielo y el Cielo enaltece a la Tierra. Ni los Cielos ni la Tierra por si mismos pueden capturar al Espíritu; sólo su justo equilibrio -que únicamente puede hallarse en el Corazón- abre la puerta secreta que conduce más allá de la muerte, la mortalidad y el sufrimiento.
Y eso era lo que Treya había hecho conmigo, lo que cada uno de nosotros había hecho por el otro: señalar el camino que conduce al Corazón. Cuando Treya y yo nos abrazamos, el Cielo y la Tierra se funden, Bach y los pájaros se ponen a cantar a coro y la felicidad se despliega ante nosotros.”
(Ken Wilber)
(Material extraído de silenciosa-mente.blogspot.com)


sábado, 16 de octubre de 2010

Forma es vacío

Eso es.
Todo es en eso.
Eso es todo.

viernes, 15 de octubre de 2010

De sombras, máscaras e inocencia

Por alguna razón, en estos días mi sombra (o al menos una buena parte de ella) se me está mostrando con una claridad nunca antes alcanzada.
Irrumpió de pronto, en una duermevela, y me sobresaltó la fuerza de su entrada. "Ésta es". El reconocimiento fue inmediato. El reconocimiento y la fascinada repulsión. A veces he hablado de la sombra en términos jocosos. Otras muchas la he visto asomar la nariz, bien sea al observarme, bien al observar su reflejo en otras personas. Hace ya un tiempo había iniciado conscientemente un intenso trabajo de apropiación de mis aspectos negados.
Pero "verla", lo que se dice "verla" con toda nitidez, en una personificación completa y compleja, fuera del mundo de los sueños, eso es algo nuevo. Y profundamente perturbador. Y fascinante. Ella, en efecto, posee todas las anticualidades que siempre me han horrorizado o repugnado cuando las he visto en los demás.
Mi sombra... Una criatura primitiva, escandalosa, malencarada, soez, de una astucia callejera, de barrio marginal, de inframundo, manipuladora, desamorada, con una sensualidad primaria y voraz, venal, absolutamente egocéntrica, manipuladora, astuta pero estrecha de mente, incapaz de cualquier sentimiento elevado, descreída, interesada, cínica, torpemente exhibicionista, capaz de cualquier bajeza, de cualquier prostitución, de cualquier traición, con tal de sobrevivir.
La "veo" y me pregunto cómo hacer, cómo voy a hacer para ir asumiendo como mío a este ser en toda su crudeza.
Y sin embargo... sin embargo, por paradojal que parezca, se trata de un ser honesto. Alguien que es lo que parece y parece lo que es. Y está viva. Increíblemente llena de vida y de intensidad y de fuerza. Se trata de una superviviente. De una superviviente caiga quien caiga. De alguien que, para sobrevivir, se ha dejado por el camino todo lo que estorbara a ese propósito, pero que ha conservado intacta su vitalidad.
Hay algo en mí que ama, o podría amar, a esa criatura de los bajos fondos, que ama su fuerza, su insolencia, su capacidad de ser quien es, y de hacer y conseguir.
Y me pregunto qué podría pasar si la sigo amando, y sí, aprendiendo de ella, y enseñándole también otras cosas que ignora. Qué clase de quimera podría surgir de la unión de ese personaje con otros habitantes de mi mundo interno.
Porque están aflorando otras figuras. La máscara, por ejemplo, la mujer para la galería, siempre políticamente correcta según el ambiente, deshonesta hasta la náusea, capaz de (intentar) poner cualquier cualidad o sentimiento supuestamente altruísta o "espiritual" al servicio de sus intereses egoicos. Alguien tan poco interesante que me pregunto cómo ha habido quien la aguantara y la asumiera como creíble a lo largo de toda mi vida.
Y, en el extremo opuesto, un ser enteramente inocente y vulnerable, irradiando verdad, un habitante de mi profundidad capaz de iluminar, de redimir con su pureza todo aquéllo sobre lo que posa la mirada.
Y, aún incipiente, una parte de mí llena de fe, que quiere vivir y ser en una verdad amorosa, que pide y... obtiene respuesta. Obtiene respuesta desde un nivel que es sencillamente un mar de silencio y amor y serenidad.
Y también, también, quien observa maravillada todo esto.
Y la sombra que se mofa. Y la máscara que intenta controlar, Y la niña sagrada que es. Y la mujer que ora. Y el espacio sereno. Y la observación maravillada... y la coexistencia en mí de todos ellos, de todos ellos, y de otros más, en busca de integración.

martes, 12 de octubre de 2010

Amorosas verdades

"Cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades."
(Gabriel Celaya)


Amorosa como la divina madre. Calculadora como el mejor estafador. Fría como un psicópata. Cruel como un maltratador. Generosa como el cuerno de la abundancia. Interesada como un especulador de Wall Street... Humana, sencillamente, como todo el mundo.
Me miro, me voy mirando y conozco mis motivos. Así soy. Así voy siendo. Así siento y así, muchas veces, actúo.
Si no estoy atenta, se me cuelan los filtros de la mentira. El juicio, el "debería" o el "no debería", o bien la pasadita de purpurina sobre la crudeza del propio interés, la máscara que trata de cubrir el verdadero rostro.
O, peor aún, se me cuelan los filtros de la verdad sin amor, la mirada que paraliza, que no deja opciones, hasta que me doy cuenta de que, sin amor, la propia verdad es nada y menos que nada.
Como es nada y menos que nada el falso amor que trata de aprisionar a quien dice amar, que lo envuelve en una telaraña sonrosada, en una blanda celda de cariño.
O los vanos intentos de reforma y autorreforma, el tratar de conformarme o conformar a otros a un modelo sacado de no sé dónde, un modelo que fuerza, que tensa, que petrifica toda vida.
Quién me diera tener el valor, los santos ovarios, de ser como soy. De dejarme en paz y dejar en paz a los demás de una buena vez y tener la suficiente confianza en la vida como para soltar, o como mínimo aflojar, las riendas. Esas riendas a punto de romperse, de puro tensas, de puro intento de controlar lo incontrolable.
Mirarme con amor y con verdad. Mirar a mi interior, directamente, y también mirar a los demás, a todos los demás que hay en mi vida, esos pedazos de mi ser que aparentan ir por libre, en todos los cuales me miro y me reflejo. Lo que amo en ellos, lo que odio, lo que me escandaliza, lo que admiro... el mal y el bien que veo, el acierto y el error, la belleza y lo deforme... ¿Cómo reconocería todo eso si no estuviera (también) en mí, si no fuera mío? Cada vez veo con más claridad que yo soy (como) ellos, (como) cada uno de ellos. Lo que hacen y me duele y me molesta, ¿no es acaso lo que yo también hago, o como mínimo haría si me lo permitiera? Y lo que me cura y me sustenta de su ser, ¿no está también en mí, al menos en semilla?
Lo que de los demás no me pertenece, no lo reconozco, o bien, si lo hago, no me inspira sentimientos apasionados de adhesión o rechazo, de amor o de odio. Sencillamente, veo, y acuerdo o desacuerdo, sin demasiada implicación emocional.
Jung llama Sombra y Anima-Animus a esas partes de nosotros mismos, esos arquetipos que habitan en nuestro interior, y que jamás podemos ver más que reflejados en los otros de nuestra vida.Es para agradecer a esos otros la función que realizan de llevar por nosotros la carga de nuestras grandezas y nuestras miserias, de nuestro oro y nuestra basura, hasta que maduramos lo suficiente como para hacernos cargo. Hasta que, poco a poco, vamos cayendo en cuenta de que tales rasgos son nuestros y nada más que nuestros, momento en que podemos dar las gracias a nuestros porteadores, recuperar para nosotros esa carga y tal vez ver, por fin ver, al otro (más o menos) tal y como es, libre de nuestra "contaminación", en su sola, limpia humanidad.
Decirme (y decir) la verdad con amor. La verdad sobre mí y sobre los demás y sobre el mundo. La verdad que vaya viendo. Ir levantando, ante mí misma y ante otros, con paciencia y cuidado, la máscara que por temor y vulnerabilidad llevo puesta, y que además de convertirse en una cárcel, no me permite ver, ni mostrar, mi belleza y mi inocencia. La belleza y la inocencia que son patrimonio de todo ser verdadero.

lunes, 11 de octubre de 2010

Espiritualidad creativa II

"...La naturaleza de los fenómenos transpersonales hace implausibles al objeto y sujeto cartesianos... Ante la naturaleza no intencional de los fenómenos transpersonales, se vuelve imperativo trascender la noción actual de experiencia y reconceptualizar nuestra comprensión de los fenómenos transpersonales de manera tal que no connote intencionalidad...
Si los fenómenos transpersonales y espirituales no son experiencias intrasubjetivas, ¿qué es lo que son? En pocas palabras, lo que quiero proponer es que los fenómenos transpersonales se pueden entender mejor como eventos participativos multilocales, es decir, emergencias del ser transpersonal que pueden ocurrir no sólo en el locus de un individuo, sino también en una relación, una comunidad, una identidad colectiva o un lugar. Dicho de otro modo, lo que estoy sugiriendo es que lo que normalmente se ha llamado experiencia transpersonal se puede concebir mejor como la emergencia de un evento transpersonal participativo. La idea básica subyacente al giro participativo no es que una expansión de la conciencia individual permite el acceso a contenidos transpersonales, sino que la emergencia de un evento transpersonal precipita en el individuo lo que se ha llamado experiencia tyranspersonal. Visto de este modo, la dimensión ontológica de los fenómenos transpersonales es primaria y resulta en la experiencial. No es que las experiencias transpersonales conduzcan al conocimiento transpersonal, sino más bien que los eventos transpersonales participativos provocan en el individuo lo que comunmente se ha dado en llamar experiencias transpersonales.
Ni que decir tiene que no estoy negando la existencia de una dimensión intrasubjetiva en los fenómenos transpersonales. Más bien al contrario, la emergencia de un fenómeno transpersonal en el locus de un individuo exige la participación de su conciencia. Sin embargo, la visión participativa reformula esta dimensión experiencial como la participación de una conciencia individual en un evento transpersonal. Lo que la visión participativa rechaza radicalmente es el paso antropocéntrico y, en última instancia, egocéntrico, de deducir de esta participación que los fenómenos transpersonales son esencialmente experiencias interiores humanas...
La visión participativa concibe los fenómenos transpersonales como 1) eventos, en lugar de como experiencias intrasubjetivas; 2)multilocales, en tanto que pueden emerger en diferentes escenarios, como en n individuo, en una relación, en una comunidad, en una identidad colectiva o en un lugar, y 3) participativos, en cuanto que pueden invitar a la capacidad y al dinamismo creativo de todas las dimensiones de la naturaleza humana, a interactuar con un poder espiritual en la co-creación de mundos espirituales...

Los fenómenos transpersonales como eventos
La visión participativa considera los fenómenos transpersonales como eventos, en lugar de hacerlo como experiencias interiores... me gustaría establecer una analogía con la celebración de una fiesta. Una fiesta es una celebración participativa de la vida y de los otros. Una fiesta no es propiedad de nadie porque no puede ser poseída. Una fiesta "ocurre" siempre que se reune cierta combinación de elementos, y lo máximo que podemos hacer para facilitarla es optimizar esas condiciones. Por ejemplo, podemos prepararnos psicológicamente, vestirnos de modo más festivo... Una fiesta también se puede producir espontáneamente... Una fiesta no es ni objetiva ni subjetiva, sino más bien un fenómeno participativo... no es una experiencia intrasubjetiva, sino un evento experiencial en el cual podemos participar dada la presencia de ciertas condiciones internas y externas... los fenómenos transpersonales son como una fiesta en el sentido de que no son experiencia interiores individuales, sino eventos participativos, no son ni objetivos ni subjetivos, no pueden ser poseídos (no son propiedad de nadie), se pueden optimizar pero jamás forzar, y surgen espontaneamente cuando se producen ciertas condiciones...
En otras palabras, no se trata tanto de que cambie nuestra experiencia del mundo, sino de que nuestra experiencia-y-el-mundo sufren una transformación mutuamente codeterminada...

Los fenómenos transpersonales como multilocales
Martin Buber... con su paso desde una concepción mística de la espiritualidad -centrada en la experiencias interiores individuales- a una dialógica orientada a lo intersubjetivo y la comunidad, propone que el verdadero lugar para la realización espiritual no es la experiencia individual, sino la comunidad, el "Entre", lo Intermedio. "El Espíritu no está en el yo sino entre el yo y el tú, no es como la sangre que circula por ti, sino como el aire que respiras". Y esa comunidad, según Buber, "es un evento que surge del Centro situado entre los seres humanos".
Los eventos espirituales colectivos se han citado frecuentemente en la literatura religiosa...A lo largo de los Hechos de los Apóstoles hallamos al Espíritu descndiendo sobre el grupo, transmitiendo dones y llenándolo todo con su presencia...
Los eventos transpersonales también pueden suceder en el locus de identidades colectivas, como las que pueden emerger de los campos mórficos arquetípicos, filogenéticos, ancestrales, raciales y culturales...
También existe una extensa literatura sobre lugares sagrados... cargados de poder o de presencia espiritual.

Los fenómenos transpersonales como participativos
En primer lugar, participativo alude al hecho de que los eventos transpersonales ya no pueden ser objetivos, neutrales o meramente cognitivos. Por el contrario, involucran a los seres humanos en un proceso de conocimiento participativo, conectado y a menudo apasionado, que puede implicar no sólo la apertura de la mente, sino también del cuerpo, del corazón y del alma...En segundo lugar, participativo se refiere al rol que desempeña la conciencia individual durante los eventos transpersonales. Esta relación no es de mera apropiación, posesión o representación pasiva de conocimiento, sino de comunión y participación co-creativa...
Por último, participativo se refiere a la condición ontológica de los seres humanos con relación a las energías y realidades espirituales. Los seres humanos están siempre, lo sepan o no, participando en la autorrevelación del Espíritu en virtud de su propia existencia. Esta condición participativa no es sólo el fundamento ontológico de las otras formas de participación, sino también el ancla epistémica de las reivindicacuiones de conocimiento espiritual y la fuente moral de la acción responsable."

(Jorge N. Ferrer: Espiritualidad creativa. Una visión participativa de lo transpersonal. Ed. Kairos)

Espiritualidad creativa

"...Muchos pensadores transpersonales han influido decisivamente en la manera en que un número cada vez mayor de individuos de nuestra cultura entiende y vive su espiritualidad en tiempos modernos. Algunos autores transpersonales, por ejemplo, han desvelado muchas de las complejas dinámicas del crecimiento psicoespiritual y han ofrecido una serie de mapas orientativos para navegar con mayor destreza por las a veces turbulentas aguas espirituales. Otros han desarrollado modelos influyentes..., amplias clasificaciones de experiencias espirituales y una variedad de argumentos convincentes que sugieren el valor epistémico de la espiritualidad y su conexión con la salud psicológica óptima.
Dados sus orígenes en la cultura occidental del siglo XX, sin embargo, la iniciativa transpersonal ha sido en su mayor parte un proyecto más bien moderno. El nacimiento de la psicología transpersonal se puede contemplar como fruto del encuentro del yo moderno con las dimensiones sagradas de la vida y de la existencia. En un tiempo donde la identidad personal se experimentaba primordialmente como un ego cartesiano aislado y la espiritualidad se entendía casi siempre en términos de experiencia individual subjetiva, fue probablemente inevitable que la reconexión moderna con lo sagrado empezara en el seno de la disciplina que estudia más de cerca la experiencia humana, es decir, la psicología. Por otra parte, es comprensible que un ego mental cartesiano que vive básicamente disociado de su cuerpo, de las profundidades de su corazón y de las mismísimas energías vitales que lo conectarían de forma natural con las dimensiones espirituales de la vida, experimentara y entendiera lo sagrado como algo fuera de sí mismo, más allá de su personeidad, o, en este sentido, transpersonal.
No ha de sorprendernos pues que, a medida que el ego cartesiano pierde su dominio sobre el sentido de la identidad contemporáneo, a medida que los seres humanos se vuelven más completos o prevén intuitivamente su identidad más amplia y profunda, una interpretación limitada del término "transpersonal" como "más allá de lo personal" pueda resultar cada vez menos satisfactoria. A medida que los seres humanos reconectan con su corazón, con su cuerpo y con las energías vitales que les dan vida, lo sagrado ya no se experimenta como una "hierofanía" transpersonal -una irrupción de lo sagrado en un yo o en un mundo profanos- sino como una dimensión fundamental tanto de la personeidad como de la realidad. En otras palabras, a medida que somos más conscientes de nuestra conexión intrínseca y vital con lo sagrado, lo transpersonal se nos va revelando gradualmente como algo cada vez más personal. En breve, éste es el cambio desde un ego cartesiano que experimenta lo sagrado como "otro" hacia un ser humano completo que participa de forma natural y espontánea en las dimensiones más profundas y sagradas de la vida. Asimismo, a medid que la presencia del Espíritu se fue reconociendo no sólo en nuestras profundidades interiores, sino también en el variado entramado de nuestras relaciones y en la propia substancia del mundo, la psicología transpersonal preparó el terreno para una teoría transpersonal, una gama de disciplinas transpersonales como la antropología transpersonal, la sociología transpersonal y la ecología transpersonal o, más recientemente, una orientación transpersonal multidisciplinaria que abarca el trabajo social, la ecología, el arte, la literatura, la interpretación, la jurisprudencia, los negocios y el mundo empresarial...
A pesar de su supuesta postura inclusivista... la mayoría de las visiones universalistas propuestas por el Occidente moderno son reduccionistas en tanto tienden a favorecer ciertos potenciales humanos y caminos espirituales por encima de otros, traicionando de ese modo sus explícitas intenciones de respetar todas esas verdades y a menudo resultando en una excesiva simplificación, distorsión o limitación de la vasta y rica gama de posibilidades para el florecimiento de la espiritualidad humana. Además... esas visiones universalistas no son ni lo suficientemente sensibles a la diversidad de necesidades, disposiciones y dinámicas evolutivas arquetípicas y espirituales de cada individuo, ni lo bastante generosas con el potencial creativo infinito del Espíritu. Por lo general, los buscadores contemporaneos se esfuerzan por ajustar sus vidas a un ideal o camino espiritual pre-dado que sus mentes han adoptado ya sea de una tradición, un maestro o un esquema universalista. Demasiado a menudo, los buscadores espirituales están involucrados en una búsqueda autoabsorta de ciertas experiencias interiores que esos modelos o maestros presentan como más iluminados o espiritualmente evolucionados, saboteando así inconscientemente el proceso natural de su propio crecimiento espiritual único y limitando el potencial creativo del poder espiritual que se puede manifestar a través de ellos. Aunque se pueden obtener frutos de un compromiso con casi cualquier práctica espiritual, el resultado final de esas tentativas suele ser una vida espiritual carente de vitalidad, estancada, disociativa o conflictiva.
Queremos ser libres y felices. Queremos estar libres de sufrimientos innecesarios, de preocupaciones alienadoras, de condicionamientos nocivos, de ilusiones limitadoras y autoengaños debilitantes. Queremos sentirnos plenamente vivos, en armonía con otros seres humanos, conectados con las ricas fuentes de la vida, en sintonía con la Naturaleza y el Cosmos. Estos deseos no tienen nada de erróneos. Ser libres y felices quizás sea nuestro verdadero patrimonio, nuestra condición natural, nuestra naturaleza más esencial. Pero cuando sea que hallamos un camino especifico que nos aporta cierta libertad y felicidad, nuestras mentes tienden a devaluar sutilmente otros caminos, incluso aquéllos que parecen irles bastante bien a otras personas. Nuestras mentes empiezan a construir y a imponer persuasivos esquemas racionales que sitúan nuestras elecciones espirituales en un lugar privilegiado, prejuzgando automáticamente de ese modo otras opciones como inferiores. Y de aquí deriva un sinfín de clasificaciones jerárquicas de tradiciones y caminos espirituales: Las tradiciones no duales están más próximas a las fuentes del ser que las duales. La meditación budista es una práctica espiritual más evolucionada que el chamanismo. Seguir una práctica bajo la guía de un gurú es mucho más eficaz que hacerlo sin ella. Y así sucesivamente. La tendencia a considerar como mejor o superior aquello que ha sido liberador para nosotros es comprensible. No obstante es una tendencia... no sólo innecesaria sino también problemática y engañosa...
Para fomentar el crecimiento de nuevos tallos, ramas y frutos más vitales en nuestros árboles espirituales, hemos de transplantar sus raíces a tierras más fértiles: tierras que nos permitan expandir la gama de opciones espirituales válidas y arraigarlas en nuestras disposiciones psicoespirituales únicas; tierras que nos permitan apreciar una extensa variedad de caminos espirituales como medios potencialmente válidos para desarrollar y expresar amor y sabiduría; tierras que, en fin, propicien de forma natural condiciones óptimas para una manifestación más plena de la infinita creatividad del Espíritu en la tierra...
La participación humana en los fenómenos transpersonales y espirituales es un evento creativo y multidimensional que puede abarcar todos los aspectos de la naturaleza humana, desde la transfiguración somática hasta el despertar del corazón, desde la comunión erótica hasta la co-creación visionaria y desde el conocimiento contemplativo hasta el discernimiento moral..."

(Jorge N. Ferrer: Espiritualidad creativa. Una visión participativa de lo transpersonal. Ed. Kairos)

viernes, 8 de octubre de 2010

La mirada

Hay en el centro de nuestro ser un lugar privilegiado desde donde sentarse a ver el despliegue de nuestro mundo interno. En días y noches, paraísos e infiernos, cielos y tierras, los paisajes de nuestra alma se abren ante el ojo interior que los recorre. Paisajes poblados de ángeles y demonios, héroes y villanos, víctimas y verdugos que también somos nosotros. Nosotros y nuestro paisaje, interactuando a la vez con el paisaje externo y sus moradores (si es que tal distinción tiene algún sentido) en un continuo juego de influencias mutuas que nos cambia y cambia nuestro mundo y el mundo a secas.
Alguien que mira a alguien que hace y en el hacer se transforma y transforma. Y se transforma porque existe la mirada, la mirada interior, la mirada consciente que, si mira sin juicio, sin condena, con pura aceptación de lo que ve, puede constituirse en el núcleo alrededor del cual se integre ese paisaje aparentemente caótico, el de adentro y el de afuera, en un cosmos, un orden, una síntesis, un lugar de unidad desde cuyo centro irradie el puro ser en inocencia y en verdad.
Y es que esa mirada es inocente y verdadera. O mejor dicho, esa mirada es inocencia y es verdad, y si se orienta sin filtros acusatorios o justificativos, temerosos o heroicos, manipulativos o rescatadores, su amorosa transparencia ilumina y redime cuanto mira.
La mirada verdadera, que es nuestro centro, es también el camino a nuestro centro. Esa mirada que reconoce y acepta nuestra pura maldad, que deshace nuestros autoengaños, que se abre paso a través de nuestras justificaciones y pretensiones de bondad y elevación, que lava nuestra amargura y derrite nuestro perfeccionismo, que rebaja nuestra inflación y hace desaparecer nuestro autodesprecio.
Esa mirada que nos descubre en nuestra desnudez y que nos hace humildes, y que, a través del don, de la bendición de la humildad, nos lleva al amor por nosotros mismos y por nuestros semejantes. Porque ellos son como nosotros, y son nuestro espejo, y son nosotros.
Humildad es una hermosa palabra. Viene de humus, tierra, el barro sustentador y fértil del que estamos hechos, ese barro animado por el espíritu, el ruah, el aliento divino, ese divino barro que, cuando se está en sí mismo, cuando se acepta y honra y respeta a sí mismo, es el lugar del milagro cotidiano, la cuna del niño, la simple morada desde la que irradia... eso.
Decir la verdad. Decirse la verdad con amor, con sencillez, con compasión. Ser quien se es aquí y ahora, sin más, sin menos, sin ambición ni vergüenza. Qué práctica tan bella, qué camino espiritual tan hermosamente heroico, tan amoroso, tan tierno, tan humano.
Vivir en la verdad, en la pura verdad de nuestro humus, al arrimo del amor del Padre/Madre.

lunes, 4 de octubre de 2010

Tiempo de otoño

Nací en otoño, y desde niña, el otoño es la estación que más amo. Me parece una fiesta para los sentidos, aún en mayor medida que la primavera.
Amo sus colores, el rojo encendido de los hayedos, el marrón suntuoso de la tierra cubierta de hojas, los amarillos, los cobres, los verdes secos, los anaranjados.
Amo sus olores, el perfume de la tierra húmeda, de la vegetación que poco a poco se marchita, de los primeros humos de las chimeneas.
Y amo los frutos del otoño, las castañas en su estuche de púas, las setas ocultas en los rincones del bosque, la abundancia de bayas en los arbustos.
Miro a los buitres y a las águilas sobrevolar los campos y me pregunto cómo será la perspectiva que divisan, qué cuadro para ser visto sólo desde arriba, vibrando con los tonos de la paleta otoñal.
Hay jabalíes apenas divisados en la espesura, ahítos de bellotas y de bayas, bellísimos en su pelaje erizado y en su ferocidad.
Hay cabras salvajes, hembras de grandes ubres, machos de cuernos inmensos, saltando de risco en risco por los precipicios, bajando a beber en los arroyos al anochecer.
Amo los días que se acortan, que refrescan, que van confluyendo poco a poco hacia primeros de noviembre, esas fechas entre todas las del año en que, cuenta la tradición, el velo entre los mundos se adelgaza, de forma que vivos y muertos, humanos y duendes, ángeles y demonios, ánimas y trasgos, santos y brujas, pueden pasar de un lado a otro con facilidad, y confraternizar y ventilar sus asuntos cara a cara. Yo nací en ese tiempo mágico y terrible, muy cerca de lo que algunos han llamado Samhain, otros, Día de Difuntos, otros, Halloween. Da lo mismo. Es el mismo lugar del calendario, en el corazón del otoño. En el corazón del otoño de la Madre.

viernes, 1 de octubre de 2010

Gratitud

El misterio es pequeño,
hondísimo,
de una humildad sagrada.
El misterio es paciente,
vacío,
una flor en el centro de las cosas.
A.S.


De vez en cuando, la vida te concede un paréntesis, un pedacito de tiempo, de espacio y de tranquilidad para realizar calladamente una tarea de inmersión profunda en el paisaje interno, de reestructuración, de transformación, en algunos aspectos, radical.
Tales espacios, tales nidos de renovación son tan preciosos, tan necesarios y tan raros que me siento inmensa, inmensamente privilegiada por haber dispuesto, en los meses pasados, de uno de ellos.
Los antiguos griegos llamaban témenos a los lugares sagrados de asilo y curación. Yo he estado recluida en un témenos interno -y casi externo-, y en él he podido realizar una tarea también sagrada.
Y quiero expresar mi gratitud, mi sencilla gratitud por este regalo. En primer lugar, a la Divina Madre, que me ha bendecido con su ternura y su alimento, y con cuya nutrición -a veces dulce, a veces áspera- he encontrado fuerzas para acceder, con dolor y con gozo, a lugares desconocidos de mí misma. Y después a la corriente, al flujo creativo que brota de su seno, cuya intensidad, cuyo vigor ha impulsado ese ascenso y descenso simultáneos, y la limpieza, la purificación del paisaje y la mirada.
Y quiero agradecer también la ayuda humana que se me ha brindado. Y, de manera destacada, la de César, un amigo impagable, al que hace tiempo que nombré mi antimaestro por la lucidez de su mirada, no exenta de rasgos luciferinos, por el continuo desafío que supone y por la limpidez del espejo que me presta. Gracias, César.
Y a esta cibershanga, esta comunidad virtual que comenta, que apoya o que critica, que asoma o desaparece, gracias también. La magia de la red, donde como en el mundo del que forma parte se mezclan energías e influencias de todo tipo, es capaz, sin embargo, de poner en contacto sensibilidades y caminos afines o diferentes, traspasando distancias, saltando sobre océanos y continentes y tejiendo relaciones profundas y significativas, más allá de la limitación material. Alex, Mónica, Delia... sencillamente os amo, a vosotros y a otros y otras que comentan, que aportan, o se callan, que ponen de sí mismos en esta trenza, en esta obra común que oficiamos entre todos.
Y a quienes viven en mi proximidad, mi amor y mis disculpas por meses de ausencia energética, de ensimismamiento, y también por lo que pueda tocarles de la agitación que vendrá, de las consecuencias que traerá este retiro.
Ahora, suavemente al principio, el mundo empieza a reclamarme. Y hay tanto por hacer, tanto por cambiar, tanto por aclarar, tanto por desarraigar y por construir, que quiero donarme a mí misma caudales infinitos de paciencia, de amor, de pulcritud y de no exigencia. Haré, espero, si Dios quiere, lo que tenga que hacer, y más importante aún, intentaré abrirme cada vez más para que él haga en mí lo que sea su voluntad, pero todo ello sin forzarme, sin tratar de correr ni de ir más lejos de donde lleguen en cada momento mi mirada y mi certeza. Un paso tras otro, permitiéndome, ahora que (tal vez) he aprendido (un poco), todos los paréntesis y los descansos que necesite. Que van a ser, creo, bastantes.
Para nada tengo claro a dónde voy. Sería raro que lo supiera, porque lo que viene es una etapa nueva.
Pido a la Madre sabiduría, prudencia, valentía y amor. Y el bendito don de su gracia.