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martes, 10 de abril de 2012

Barbaridades I: ¿Eugenesia o selección ciega?

Puestos a soltarse la melena, hablemos un poco de eugenesia.
La generación posterior a la segunda guerra mundial fue la primera (me refiero, por supuesto, a Occidente y al mundo del desarrollo, en general) en tener acceso a los antibióticos. Desde entonces, la tecnología sanitaria (recuérdese que soy bicho de hospital) ha conseguido el logro, muy de agradecer, de que nos muramos poco y tarde, aunque finalmente acabemos todos en la huesa.
Quiero decir que de los miembros de las generaciones que habitamos en este momento el planeta, muchos, muchísimos, estaríamos criando malvas tiempo ha de no ser por la susodicha tecnología. Vamos, que nos hemos cepillado, en no pequeña medida, la selección natural. Y conste que mucho que me alegro. Pero. Pero, que siempre hay un pero, eso significa que nos reproducimos con una... ¿cómo decirlo sin que suene horrible? bajada importante de calidad. Somos debiluchos, enfermizos (aunque cuidadosamente conservados) y más parecidos al portero de Aquí no hay quien viva que a ejemplares de hierro como don Santiago Carrillo, o mi querido abuelo, pacíficamente fallecido a los noventa y siete, o el abuelo/a, seguro, de muchos de los que me leen.
No quedan, por tanto, más narices que meter nuestras manazas en el asunto y empezar a cachivachear en los genes a fin de conseguir una humanidad saludable.
Advierto a los malpensados que no hablo de cargarse a nadie, ni, por supuesto, de impedir la reproducción de nadie. Hablo de ir erradicando de nuestro acervo, poco a poco y a través de un prudente uso del conocimiento, cada vez más completo, del código genético, una serie de cabronadas (síndrome de Marfan diabetes infantil, oncogenes et muchísimo al.) ya en gran medida deectables (en realidad, esto ya se está haciendo en pequeña escala), más lo que vendrá, a través de técnicas como selección de embriones, fecundación in vitro y lo que haga falta.
Y, más a largo plazo, ¿niños a la carta? ¿Why not? ¿Alguien tendrá inconveniente en que en un futuro más o menos lejano nuestra descendencia sea seleccionada (en la concepción, se entiende, no jodamos, que no hablo de campos de exterminio) de forma que todos los seres humanos sean sanos, longevos, inteligentes, fuertes y sensibles? ¿Que podamos sumar la capacidad intelectual a la artística, la salud a la belleza? Yo, desde luego, me apunto. ¿Que meteremos la pata? No me cabe duda. Hoy por hoy, ya la mete el azar por nosotros. Mucho.
Será cuestión de ir asumiendo nuestra responsabilidad también en esos asuntos, de humanizar el alma de la tecnología y de pensar el futuro con imaginación y audacia.
Y con prudencia, please.