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martes, 12 de junio de 2012

Desvarío

Estoy hasta los ovarios del alma.
Estoy hasta los ovarios del alma, y parezco haber tocado un punto de una rabia ciega, de una indignación a la vez moral y estética por esta... indecencia. Por esta indecencia en la que estamos convirtiendo nuestro mundo y nuestro ser y nuestra vida.
Una rabia, hoy por hoy, exenta de toda compasión. Exenta de toda compasión, porque nos lo merecemos. Todos. Todos los mayore de 16 y menores de 90, al menos. Empezando por mí, y acabando por el nuncio pontificio y la madre que lo parió, joder.
Nos lo merecemos por tolerar a esta... gentecilla sin alma y sin grandeza, a esta ralea de autoproclamados diosecillos de plástico, y poner en sus manos nuestra vida y la de nuestros hijos. Por entregarles el futuro de nuestra tierra y nuestra sangre, de nuestra alma y nuestra dignidad. Por haber puesto nuestra vida y nuestra alma, también, bajo el mando de lo peor de nosotros mismos, de lo más bajo y dañino de nuestra asamblea interna, por miedo, por cobardía, por dejadez, por la búsqueda de un amor, una seguridad, un bienestar ramplones y carentes de verdad y de nervio. Tenemos lo que nos merecemos. Somos la cconsecuencia de nuestros actos y  nuestras omisiones, de nuestra cobardía y nuestra traición a nosotros mismos.
¡Por Dios, dónde coño hemos dejado nuestra pasión y nuestra herencia!
Este es el pueblo que parió a los cantores de gesta, y a los del Romancero, a la Córdoba de los Abderramanes y al Toledo de las tres culturas. La tierra que vio nacer a un Arcipreste y un Manrique, un Cervantes y un Quevedo, un Velazquez y un Juan de la Cruz.
Del tronco insobornable de esta estirpe brotaron Goya y los constituyentes de Cádiz, el alcalde de Móstoles y Unamuno, Machado y Hernández, Lorca y Alberti, los que se jugarn la libertad y la vida defendiendo la República y los que se las jugaron -nos las jugamos- durante el franquismo, soñando, buscando, amando una democracia. Una democracia. Un gobierno del pueblo. De todos, para todos.
Y ahora... esto.
Que nadie piense que estoy defeniendo privilegios. La era de los privilegios se ha acabado para todos.
Europa no tiene derecho a acaparar un bienestar que es de todos los seres humanos, y nos guste o no, el mundo se ha de remodelar, y el bienestar de Occidente bajará para que suba el de otros pueblos de la tierra.
No es eso lo que me asusta, aunque me asuste.
Es que me da asco lo que encuentro cuando miro alrededor. La desvergüenza mentirosa de unos políticos, sin distinción de signo,  que se atreven a pedir sacrificios de sangre a su pueblo sin renunciar a uno solo de sus privilegios. El espectáculo repugnante de una magistratura indigna. La avidez carroñera de unos banqueros y mercaderes que han arruinado millones de vidas y dilapidado el patrimonio de generaciones enteras, convirtiendo el pan de todos en un monopoly sangriento. La oscuridad, la indignidad, la mentira, la crueldad, lo más soez de la naturaleza humana ocupando sin pudor el sitial del poder y el honor. Fuera y dentro.
El centro sagrado del alma, individual y colectiva, convertido en escenario de una bacanal obscena y asesina.
Y nosotros que lo permitimos.
Que lo permitimos y permitimos que siga sucediendo.
Fuera y dentro. Fuera y dentro del alma y el corazón de todos y cada uno.