Ha sido un día extrañamente hermoso.
Y terrible.
Donde han ocurrido cosas hermosas y (a la vez) terribles.
Donde he visto hacer obras magníficas y (a la vez) chapuceras.
Y donde he estado con gente normalísima que realiza milagros cutres (que tal vez no sirvan, finalmente, para nada, pero que siguen siendo milagros y siguen siendo cutres), con un amor que ellos mismos desconocen que irradian, mientras hablan de fútbol, familia, restricciones presupuestarias o política.
Humano. Humano. Humano.
Terrenal, divinamente humano.