Desde que di por teminadas mis vacaciones blogueras y retomé la pluma (anacrónico eufemismo para teclado o, en contadísimas ocasiones, y como mucho, Bic), escribo que no paro.
Sin selección, sin que me importe un coño la calidad, la cualidad o el orden.
Como... y perdone la gente delicada, el pus que sale en chorro de una herida.
Hasta que se agote.
Si hay suerte.
Luego, Dios dirá
(si hay suerte, again).