Aquellas horas
flotan sobre los años,
sobre el río
del tiempo
y el olvido.
Yo,
dieciocho,
tú
¿cuántos?
¿veintisiete?
Ronda,
y el terciopelo
de una noche
de
agosto.
Calles
de casas encaladas,
campos
de plata y piedra,
el cuchillo del agua
cortando el tajo.
Un amor
que nada más
necesitaba
(en perfecta,
fugaz
eternidad).
A.S.