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domingo, 17 de octubre de 2010

Wilber y la espiritualidad femenina (la influencia de Treya)

El tema de las "vías" tradicionales, y de hasta qué punto es o no conveniente (o sencillamente posible) seguirlas de manera estricta, siempre me ha parecido importante, tal vez porque mi experiencia me dice que cada vez que he intentado seguir una práctica específica, por más que admirara a quien la preconiza, he acabado entre las cenizas de una espiritualidad muerta. Como me ha parecido imposible e inútil (al menos, para mí) separar la práctica de la vida. En ese sentido, pienso que resultan esclarecedores tanto el texto como el video de Wilber (sí, sí, por fin he aprendido, yo solita, a copiar videos en el blog. ¡Estoy superorgullosa!. Después de esto, todo es posible...) Ambos tratan de lo que podría ser una espiritualidad y una práctica femeninas, y son materiales extraídos del blog silenciosa-mente.blogspot.com.
Yo añadiría que las mujeres no sólo necesitamos transitar por vías que nos sean afines en tanto que mujeres, sino también en tanto que criaturas únicas, con caminos y necesidades únicos. Y que hay que tener el valor de recorrer ese único camino que nos es propio a cada cual. Lleve a donde lleve.

“Arriba el Cielo y abajo la Tierra. Cielo y Tierra. Entonces comencé a pensar en Treya, en los últimos años en que ella había vuelto a sus raíces terrenales, a su amor por la naturaleza, la creación, la feminidad, la sinceridad, la confianza y la atención. Yo por mi parte estoy donde me gusta estar, donde me siento en casa, en el Cielo que, según la mitología, no es el mundo del espíritu sino el mundo apolíneo de las ideas, la lógica, los conceptos y los símbolos. El Cielo es de la mente y la Tierra del cuerpo. Yo me dedico a tomar los sentimientos y relacionarlos con las ideas mientras que Treya, por su parte, se ocupa de recoger las ideas y conectarlas con los sentimientos. Yo voy de lo particular a lo universal y Treya de lo universal a lo concreto; a mí me gusta pensar y a ella le gusta crear; a mí la cultura y a ella la naturaleza; yo cierro la ventana para poder escuchar mejor a Bach, mientras que ella, por su parte, apaga a Bach para poder oír mejor el canto de los pájaros.
Pero en las grandes tradiciones, el Espíritu no se encuentra ni en el Cielo ni en la Tierra sino en el Corazón. Desde este punto de vista, el corazón ha sido considerado como el punto de integración o de unión entre los Cielos y la Tierra, el punto en el que la Tierra sustenta al Cielo y el Cielo enaltece a la Tierra. Ni los Cielos ni la Tierra por si mismos pueden capturar al Espíritu; sólo su justo equilibrio -que únicamente puede hallarse en el Corazón- abre la puerta secreta que conduce más allá de la muerte, la mortalidad y el sufrimiento.
Y eso era lo que Treya había hecho conmigo, lo que cada uno de nosotros había hecho por el otro: señalar el camino que conduce al Corazón. Cuando Treya y yo nos abrazamos, el Cielo y la Tierra se funden, Bach y los pájaros se ponen a cantar a coro y la felicidad se despliega ante nosotros.”
(Ken Wilber)
(Material extraído de silenciosa-mente.blogspot.com)