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lunes, 11 de octubre de 2010

Espiritualidad creativa

"...Muchos pensadores transpersonales han influido decisivamente en la manera en que un número cada vez mayor de individuos de nuestra cultura entiende y vive su espiritualidad en tiempos modernos. Algunos autores transpersonales, por ejemplo, han desvelado muchas de las complejas dinámicas del crecimiento psicoespiritual y han ofrecido una serie de mapas orientativos para navegar con mayor destreza por las a veces turbulentas aguas espirituales. Otros han desarrollado modelos influyentes..., amplias clasificaciones de experiencias espirituales y una variedad de argumentos convincentes que sugieren el valor epistémico de la espiritualidad y su conexión con la salud psicológica óptima.
Dados sus orígenes en la cultura occidental del siglo XX, sin embargo, la iniciativa transpersonal ha sido en su mayor parte un proyecto más bien moderno. El nacimiento de la psicología transpersonal se puede contemplar como fruto del encuentro del yo moderno con las dimensiones sagradas de la vida y de la existencia. En un tiempo donde la identidad personal se experimentaba primordialmente como un ego cartesiano aislado y la espiritualidad se entendía casi siempre en términos de experiencia individual subjetiva, fue probablemente inevitable que la reconexión moderna con lo sagrado empezara en el seno de la disciplina que estudia más de cerca la experiencia humana, es decir, la psicología. Por otra parte, es comprensible que un ego mental cartesiano que vive básicamente disociado de su cuerpo, de las profundidades de su corazón y de las mismísimas energías vitales que lo conectarían de forma natural con las dimensiones espirituales de la vida, experimentara y entendiera lo sagrado como algo fuera de sí mismo, más allá de su personeidad, o, en este sentido, transpersonal.
No ha de sorprendernos pues que, a medida que el ego cartesiano pierde su dominio sobre el sentido de la identidad contemporáneo, a medida que los seres humanos se vuelven más completos o prevén intuitivamente su identidad más amplia y profunda, una interpretación limitada del término "transpersonal" como "más allá de lo personal" pueda resultar cada vez menos satisfactoria. A medida que los seres humanos reconectan con su corazón, con su cuerpo y con las energías vitales que les dan vida, lo sagrado ya no se experimenta como una "hierofanía" transpersonal -una irrupción de lo sagrado en un yo o en un mundo profanos- sino como una dimensión fundamental tanto de la personeidad como de la realidad. En otras palabras, a medida que somos más conscientes de nuestra conexión intrínseca y vital con lo sagrado, lo transpersonal se nos va revelando gradualmente como algo cada vez más personal. En breve, éste es el cambio desde un ego cartesiano que experimenta lo sagrado como "otro" hacia un ser humano completo que participa de forma natural y espontánea en las dimensiones más profundas y sagradas de la vida. Asimismo, a medid que la presencia del Espíritu se fue reconociendo no sólo en nuestras profundidades interiores, sino también en el variado entramado de nuestras relaciones y en la propia substancia del mundo, la psicología transpersonal preparó el terreno para una teoría transpersonal, una gama de disciplinas transpersonales como la antropología transpersonal, la sociología transpersonal y la ecología transpersonal o, más recientemente, una orientación transpersonal multidisciplinaria que abarca el trabajo social, la ecología, el arte, la literatura, la interpretación, la jurisprudencia, los negocios y el mundo empresarial...
A pesar de su supuesta postura inclusivista... la mayoría de las visiones universalistas propuestas por el Occidente moderno son reduccionistas en tanto tienden a favorecer ciertos potenciales humanos y caminos espirituales por encima de otros, traicionando de ese modo sus explícitas intenciones de respetar todas esas verdades y a menudo resultando en una excesiva simplificación, distorsión o limitación de la vasta y rica gama de posibilidades para el florecimiento de la espiritualidad humana. Además... esas visiones universalistas no son ni lo suficientemente sensibles a la diversidad de necesidades, disposiciones y dinámicas evolutivas arquetípicas y espirituales de cada individuo, ni lo bastante generosas con el potencial creativo infinito del Espíritu. Por lo general, los buscadores contemporaneos se esfuerzan por ajustar sus vidas a un ideal o camino espiritual pre-dado que sus mentes han adoptado ya sea de una tradición, un maestro o un esquema universalista. Demasiado a menudo, los buscadores espirituales están involucrados en una búsqueda autoabsorta de ciertas experiencias interiores que esos modelos o maestros presentan como más iluminados o espiritualmente evolucionados, saboteando así inconscientemente el proceso natural de su propio crecimiento espiritual único y limitando el potencial creativo del poder espiritual que se puede manifestar a través de ellos. Aunque se pueden obtener frutos de un compromiso con casi cualquier práctica espiritual, el resultado final de esas tentativas suele ser una vida espiritual carente de vitalidad, estancada, disociativa o conflictiva.
Queremos ser libres y felices. Queremos estar libres de sufrimientos innecesarios, de preocupaciones alienadoras, de condicionamientos nocivos, de ilusiones limitadoras y autoengaños debilitantes. Queremos sentirnos plenamente vivos, en armonía con otros seres humanos, conectados con las ricas fuentes de la vida, en sintonía con la Naturaleza y el Cosmos. Estos deseos no tienen nada de erróneos. Ser libres y felices quizás sea nuestro verdadero patrimonio, nuestra condición natural, nuestra naturaleza más esencial. Pero cuando sea que hallamos un camino especifico que nos aporta cierta libertad y felicidad, nuestras mentes tienden a devaluar sutilmente otros caminos, incluso aquéllos que parecen irles bastante bien a otras personas. Nuestras mentes empiezan a construir y a imponer persuasivos esquemas racionales que sitúan nuestras elecciones espirituales en un lugar privilegiado, prejuzgando automáticamente de ese modo otras opciones como inferiores. Y de aquí deriva un sinfín de clasificaciones jerárquicas de tradiciones y caminos espirituales: Las tradiciones no duales están más próximas a las fuentes del ser que las duales. La meditación budista es una práctica espiritual más evolucionada que el chamanismo. Seguir una práctica bajo la guía de un gurú es mucho más eficaz que hacerlo sin ella. Y así sucesivamente. La tendencia a considerar como mejor o superior aquello que ha sido liberador para nosotros es comprensible. No obstante es una tendencia... no sólo innecesaria sino también problemática y engañosa...
Para fomentar el crecimiento de nuevos tallos, ramas y frutos más vitales en nuestros árboles espirituales, hemos de transplantar sus raíces a tierras más fértiles: tierras que nos permitan expandir la gama de opciones espirituales válidas y arraigarlas en nuestras disposiciones psicoespirituales únicas; tierras que nos permitan apreciar una extensa variedad de caminos espirituales como medios potencialmente válidos para desarrollar y expresar amor y sabiduría; tierras que, en fin, propicien de forma natural condiciones óptimas para una manifestación más plena de la infinita creatividad del Espíritu en la tierra...
La participación humana en los fenómenos transpersonales y espirituales es un evento creativo y multidimensional que puede abarcar todos los aspectos de la naturaleza humana, desde la transfiguración somática hasta el despertar del corazón, desde la comunión erótica hasta la co-creación visionaria y desde el conocimiento contemplativo hasta el discernimiento moral..."

(Jorge N. Ferrer: Espiritualidad creativa. Una visión participativa de lo transpersonal. Ed. Kairos)