A lo mejor (o a lo peor) no puedo.
A lo mejor (o a lo peor) no toca.
A lo mejor, sencillamente, no me alcanzan
las fuerzas, el destino, las estrellas...
Qué sé yo lo que voy a hacer mañana.
Qué sé yo lo que da de sí mi temple.
Qué sé yo de quién soy, de quién me eres,
de lo que vas a ser en esta forma...
Sé de mi contención y de mi hambre.
Sé de mi corazón y su deseo.
Sé de lo estrecho que resulta todo,
lo que duele una vida tan pequeña,
lo que duelen los días sin camino,
lo que duelen las alas sin el vuelo.
Pero tal vez no sepa de partidas,
no sepa responder a la llamada,
no sepa liberar los manantiales,
no sepa descender a la caverna
a soltar a la bestia encadenada.
Escucha, Dios, será lo que tú seas,
será lo que te encarnes en mi mundo.
Pero lo que yo quiero es... más deseo.
Un deseo que ruja, que consuma,
que arrase sin piedad la resistencia,
que me empuje a nacer en otra orilla,
que me inunde de vida y de camino,
y de ser, y de lucha, y de mirada,
para que pueda respirar mi alma...
Para que puedas respirar mi alma.