Dejar de protegerse.
Aprender a "salir del armario".
A vivir fuera de todos los armarios, cajas fuertes y jaulas autoimpuestas.
Permitir que los demás sepan con quién están, con quién están ahora (mañana, Dios dirá)
Ser verdadera con quien ahora soy.
Que lo que es, se manifieste.
Con inocencia.
Sin candidez.
Perderme (y perder) el miedo.
Y lo que tenga que ser, que sea.
Eso produce un hermosa dureza.
Una ternura dura.
Alegría.