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martes, 1 de mayo de 2012

Hacia el modelo chino

Comentaba con un amigo viejo sindicalista, esta mañana, en la mani, que la gente aún no parecía demasiado cabreada, y él se mostraba de acuerdo (parece más una procesión que una manifestación de primero de mayo, se quejaba con un punto entre irónico y amargado), pero me argumentaba que la mayor parte de los recortes aún están sólo planteados y no se han hecho efectivos.

-Esto empieza lentamente y acabará en violencia, cuando la gente se dé cuenta de que tendrá que pagar hasta cuando vaya en ambulancia, que también pagaremos, por una autovía.

No sé en qué acabará esto, ni si mi amigo tendrá razón o no, pero me siento, además de triste, con una sensación de ultraje moral por lo que se está haciendo. Por lo que se le está haciendo a los más débiles.

A los parados, a los inmigrantes, a los ancianos.

Y a la sanidad, a la enseñanza, a los derechos ciudadanos.

Y me siento, además, indignada de que se pongan en marcha recortes inhumanos antes de recurrir a soluciones que acabarían con el déficit en un pis pas.

Por ejemplo, suprimir los billetes de 500 euros, de los cuales creo recordar que vi uno, una vez, hace mucho tiempo, pero que constituyen ¡el setenta por ciento del dinero existente!, y que están, en su mayoría, a buen recado en cajas de seguridad como dinero negro. Suprimirlos, y dar seis meses para canjearlos, haría aflorar una ingente masa de capital, que se invertiría, probablemente, en compra de inmuebles, en la actualidad invendibles, y otras chuches para ricos, y que activaría, inmediatamente, de rebote, toda la economía, además de tributar en lo sucesivo.

O suprimir las agrupaciones de grandes fortunas que pagan ¡el uno por ciento! de impuestos, mientras que las rentas del trabajo (las de los "privilegiados" que lo tenemos) pueden llegar al 45%.

O perseguir, en serio, pero en serio, el infinito fraude fiscal.

O imponer una carga fiscal justa a las grandes empresas.

O dar facilidades a los autónomos y a los que quieren serlo.

O mandar a tomar por el sagrado ano a esa caricatura de gran madre devoradora (en el sentido más estricto) que es la señora Merkel, con su ética casera de hija de pastor protestante, su no disimulado nacionalismo germánico y su desprecio por los PIGS (o sea, nosotros) que han sido los creadores de la civilización y la cultura que disfruta. Yo no he votado a esa señora, y tú, tampoco. ¿Quién coño es ella, pues, para decidir si el ajuste presupuestario imposible que exige es o no negociable?

O liquidar todas las nidadas de políticos redundantes, asesores vampíricos e instituciones inútiles.

O todo ello.

Echarle inaginación, coño, y huevos/ovarios (todo sea por la corrección política), y ganas reales de solucionar este... merder, que dicen los valencianos.

Sí, al final va a tener razón mi amigo sindicalista, y cuando la gente salga del shock y la desesperación supere al miedo, vamos a tener tomate. Y ojalá sea solo tomate, y no otras sustancias orgánicas igualmente rojas.

A menos que hagamos algo. Todos.

Por cierto, el 12 de mayo hay manifa en conmemoración del aniversario del 15M.

Habrá que sair de nuevo a la calle.

Para empezar y como aperitivo.

El curro de verdad va a ir viniendo luego.

O acabaremos en el modelo chino. Dieciseis horas de trabajo diarias, que así no se piensa, sin derecho a huelga, sanidad ni educación, la protesta equiparada al terrorismo, y una cultura de todo a cien. Los salarios y las pensiones, caso de haberlas, lo primero.