Si diriges tus pasos
hacia el Norte
comprobarás
qué fáciles,
qué breves
los caminos,
los múltiples
caminos
que conducen
a ese lugar
de claridad helada,
caminos
de palabras,
de silencios,
caminos
de pedernal
y fuego duro.
Apenas
un golpe seco
y estarás allí.
Nunca llega
la primavera al Norte,
no esperes amapolas,
flores
de naranjo,
risas
confiadas
en los senderos
bárbaros,
en los desfiladeros
cortados a cuchillo,
en las llanuras
de tierra congelada.
Hay un Norte
que recorrer,
un Norte
de fulgor y de dientes
que recorrer de punta a punta,
un Norte abrupto
donde secar, sajar, raer
hasta la consunción
todo
lo que no sea
hueso.
A.S.