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martes, 29 de marzo de 2011

Los nuevos movimientos sociales y el paradigma de Acuario

“Acuario es primordialmente un signo de orientación grupal. Es impersonal, opera de acuerdo con los principios del pensamiento, y le interesan antes las energías del grupo que el despliegue personal y creativo del individuo.

“El opuesto de Acuario, que juega como “sombra” que opera, es Leo. Leo se relaciona con la intuición y con la percepción del valor intrínseco del individuo.
Leo es individualista y el grupo no le interesa.

“Acuario es lógico y coherente, se rige por principios.
Leo es teatral e intuitivo. Va más en pos del mito más que de los hechos.

“El desarrollo interior del individuo (Leo) debe contrapesar esta masificación que empieza a producirse bajo la influencia de Acuario y de su creencia en que el todo es más importante que las partes que lo componen.

“Acuario busca hechos incontrovertibles, principios lógicos, y un comportamiento congruente y acorde con los principios del bien y del mal (ética), teniendo siempre presente el beneficio del grupo.

“Leo va en pos del júbilo, de la expresión de sí mismo y la espontaneidad, del derecho a creer en la magia y convertir en realidad los cuentos de hadas viviendo creativamente la propia vida.

“En la era de Piscis se hablaba de amor, de compasión, de generosidad y sacrificio. Pero ahora (Acuario) hablamos de conciencia del grupo, de energía, organización y descubrimiento”.

(Liz Greene)

La idea de la transición de la era de Piscis a la de Acuario, se la tome literalmente o como metáfora o expresión de un cambio de paradigma, resulta de interés a la hora de analizar algunos aspectos de los movimientos sociales que se están produciendo en estos momentos.
Y es que esos movimientos parecen corresponder, en su gestación y en su dinámica, a un patrón diferente a aquél al que nos tenían acostumbrados los fenómenos sociales hasta la pasada centuria.
Si examinamos lo que está sucediendo, por ejemplo, en el mundo árabe, o a los grupos juveniles que se manifiestan en Portugal, o, en menor medida, en nuestro paía, lo primero que llama nuestra atención es precisamente que se trata literalmente de eso, de movimientos sociales, sin cabezas visibles que constituyan un liderazgo claro y sin organizaciones estructuradas que los vertebren. Parece más bien tratarse de cristalizaciones de estados de opinión que, apoyándose en las nuevas tecnologías -nada de lo que está ocurriendo sería posible ni comprensible sin Internet y la telefonía móvil- orientan a la acción a millones de individuos que se sienten autorizados a expresarse y actuar directamente, sin necesidad de intermediación.
Este énfasis en lo grupal, en el protagonismo colectivo, en el colectivo como actor, se apoya a nivel profundo, no lo olvidemos, en una toma de conciencia de la propia autoridad interna y de la propia capacidad de acción, en cada uno de los sujetos que componen el conjunto, además de en una confianza en las mismas cualidades en los demás.
Estamos, por tanto, ante la intersección paradojal de una maduración y una responsabilidad individual y una acción colectiva, todo ello apoyado en una tecnologia que permite la conexión en red de grandes números de individuos, y que resulta de muy difícil control por parte de los poderes establecidos.
Pareciera que, por primera vez en la historia, a nivel masivo, es posible una democracia directa y no intermediada, y una acción directa y no intermediada. Y que el colectivo se ha dado cuenta de ello y está obrando en consecuencia.
La adecuación de esta estado de cosas al paradigma de Acuario resulta evidente, así como el necesario correlato leonino de expresión y coprotagonismo individual.
Por supuesto, no se trata de caer en un idealismo de corte newagero, ni de entonar cantos al amor universal (recordemos, además, que Acuario es un signo de aire, para nada proclive a las efusiones sentimentales). Simplemente se trata de tomar nota de un estado de cosas que está sorprendiendo por su novedad, y que está desbordando de forma manifiesta los antiguos patrones de comprensión de la expresión del colectivo.
Ya circulan por la red propuestas políticas, que se están organizando en forma de partidos a fin de poder concurrir a las elecciones, que propugnan una democracia directa y continua, basada en las nuevas tecnologías, como forma de organización y gobierno. Y no sería irrazonable suponer que tales corrientes canalizarán de forma creciente la frustración de unos ciudadanos más que hartos de una democracia formal y corrupta que no sienten que los exprese.
Lo que técnicamente se puede hacer -una democracia y una acción ciudadana directas- se hará. Y -no nos llamenos a engaño-, como siempre, junto a nuevas maneras de hacer las cosas, surgirán problemas nuevosa y nuevas maneras de viciar el sistema.
Pero avanzaremos.