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viernes, 2 de abril de 2010

Sostener al mundo en los brazos (como a un niño herido)

"Era ya como la hora de sexta, y las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta la hora de nona, obscureciose el sol y el velo del templo se rasgó por medio. Jesús, dando una gran voz, dijo: Padre, en tus manos entrego mi espíritu; y diciendo esto, expiró."
Lucas, 44-46


Viernes Santo. En nuestra tradición, día de muerte para el Dios encarnado. El que acepta sobre sí todo el dolor del mundo. El que es el mundo. El que es nosotros. El que acepta sobre sí nuestro dolor. Nosotros.
Día para nosotros de aceptar todo nuestro dolor, el dolor de los que amamos, el dolor del mundo, y cumplir una muerte sacrificial.
Y a la vez, como la Madre en la iconografía de la Piedad, sostener en los brazos al mundo y su dolor. Sostenerlo sencillamente, en rendición y en amor. Amarlo. Sostenerlo como a un niño herido, como a nuestro amado, como deseamos ser sostenidos.
En amor y humildad y esperanza.