El tiempo es dador de sacralidad.
En el tiempo se consuma el sacrum facere, ese temblor de los principios, ese don de terrible, concreta, absoluta labor humana plena de alma y de origen y de tierra.
El tiempo habita en Altamira.
El tiempo nos habita en Altamira.
El tiempo hecho silencio y hecho belleza y hecho reverencia.
El lugar de los padres primordiales, de la madre que todo lo contiene.
El lugar donde fuimos, donde siempre seremos y estaremos.
El útero del tiempo.
La casa de la eternidad hecha materia.
De la eternidad y la materia humanizadas.