¿Eres tan mal bicho como pareces, o es sólo la imagen que tengo de ti?
¿Es mi pecado contra el Segundo, construyendo un ídolo en tu lugar, o es lo que de tu verdaera naturaleza se me alcanza, filtrado y desnaturalizado, a través de las lentes deformadas de mi mente?
Sea como fuere, eres un amante espantoso.
Como para dejarte colgado e irme con otro.
Si hubiera otro.
Lamentablemente, no parece haber alternativas.
Y, después de tantas décadas, vidas, eones, invertidos en perseguirte, por todos los paisajes de mi alma, en cada momento, en cada criatura, en cada silencio, no me voy a rendir ahora.
Voy a sentarme en tu puerta hasta que te aburras y salgas.
O me dejes allí puesta por los siglos de los siglos.
Con el mundo entero en mi regazo.
