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domingo, 4 de diciembre de 2011

Un método peligroso

Conocía cada detalle, cada suceso, casi cada palabra, pero, no obstante, los cien minutos de la película se me pasaron sin darme cuenta.
La historia se centra en la relación de un Jung aún joven, casi recién casado y con su esposa embarazada, con Sabine Spilrein, (una de las tres mujeres más importantes de su vida, junto a Emma Jung y Tony Wolf), paciente-ánima (inevitablemente escorpio) que lo marcó profundamente; y con la figura paternal, amada y odiada, de Sigmund Freud.
La fugaz aparición de un interesante Otto Gross deja adivinar también un mundo de influencias que con toda seguridad incidieron de raíz en la constitución del Jung que conocemos.
Al personaje de ese Jung aún a la búsqueda de sí mismo (la película lo deja en el momento previo a la profunda crisis que supuso su confrontación con el inconsciente) le falta, desde mi punto de vista, el toque mefistofélico que el Jung histórico posiblemente traía ya de fábrica. Deja, sin embargo, un resquicio para intuir, para asomarse al interior de un hombre entre varios mundos y ningún mundo, en el que muchos de nosotros podemos reconocernos.
La película no profundiza en el psicoanálisis, ni en la psicología analítica. Se limita a centrarse en los personajes. Que, en este caso al menos, como en muchos otros, se presentan como aún más interesantes que sus producciones.

Este es, no obstante, el punto de vista de una apasionada. La persona que me acompañaba, que no es del gremio, aunque sí posee un cierto conocimiento del tema, se limitó a comentar que el director había cogido un par de libros y hecho que los actores, vestidos de época, los interpretaran.

Sea como fuere, yo recomiendo que no os la perdáis.