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viernes, 10 de junio de 2011

Job y el Señor

Siempre me ha maravillado el libro de Job, y a él vuelvo cada vez que la vida me pone, una vez más, ante la necesidad de soltar, rendirme y dejar de lado mis deseos, sentimientos y opiniones, lo que creo saber y lo que creo ser.

38

1 Entonces el Señor habló a Job de en medio de la tempestad.

El Señor

2 ¿Quién eres tú para dudar de mi providencia
y mostrar con tus palabras tu ignorancia?
3 Muéstrame ahora tu valentía,
y respóndeme a estas preguntas:
4 ¿Dónde estabas cuando yo afirmé la tierra?
¡Dímelo, si de veras sabes tanto!
5 ¿Sabes quién decidió cuánto habría de medir
y quién fue el arquitecto que la hizo?
6 ¿Sobre qué descansan sus cimientos?
¿Quién le puso la piedra principal de apoyo,
7 mientras cantaban a coro las estrellas de la aurora
entre la alegría de mis servidores celestiales?


8 Cuando el mar brotó del seno de la tierra,
¿quién le puso compuertas para contenerlo?
9 Yo le di una nube por vestido
y la niebla por pañales.
10 Yo le puse un límite al mare
y cerré con llave sus compuertas.
11 Y le dije: “Llegarás hasta aquí,
y de aquí no pasarás;
aquí se romperánf tus olas arrogantes.”
12 ¿Alguna vez en tu vida has ordenado
que salga la aurora y amanezca el día?
13 ¿O que la luz se difunda por la tierra
y los malvados vayan a esconderse?
14 Entonces aparecen los relieves de la tierrah
y se tiñen de color como un vestido;
15 se les niega la luz a los malvados
y se pone fin a su amenaza.


16 ¿Has visitado el misterioso abismo
donde tiene sus fuentes el océano?
17 ¿Has visto dónde están las puertas
del tenebroso reino de la muerte?
18 ¿Tienes idea de la anchura de la tierra?
¡Dímelo, si en verdad lo sabes todo!


19 ¿En dónde están guardadas
la luz y las tinieblas?
20 ¿Sabes hacerlas llegar hasta el último rincón
y que luego regresen a su casa?
21 ¡Seguramente lo sabes, pues tienes tantos años
que para entonces ya habrías nacido!


22 ¿Has visitado los depósitos
donde guardo la nieve y el granizo
23 para enviarlos en tiempos de desgracia,
en tiempos de batallas y de guerra?
24 ¿Qué caminos sigue la luz al repartirse?
¿Cómo se extiende el viento del este sobre el mundo?
25 ¿Quién abre una salida al aguacero
y señala el camino a la tormenta
26 para que llueva en el desierto,
en lugares donde nadie vive;
27 para que riegue la tierra desolada
y haga brotar la hierba?


28 ¿Quién es el padre de la lluvia y del rocío?
29 ¿Quién es la madre del hielo y de la escarcha?
30 ¿Quién vuelve el agua dura como la piedra
y congela la superficie del océano?


31 ¿Eres tú quien mantiene unidas las Pléyades
y separadas las estrellas de Orión?
32 ¿Eres tú quien saca a su hora al lucero de la mañana?
¿Eres tú quien guía a las estrellas
de la Osa Mayor y de la Osa Menor?
33 ¿Conoces tú las leyes que gobiernan el cielo?
¿Eres tú quien aplica esas leyes en la tierra?
34 ¿Puedes ordenar a las nubes
que te inunden de agua?
35 Si mandas al rayo que vaya a alguna parte,
¿acaso te responde: “Aquí estoy, a tus órdenes”?
36 ¿Quién dio instinto inteligente
a aves como el ibisk o el gallo?
37 ¿Quién es tan sabio que conozca el número de las nubes?
¿Quién puede vaciarlas para que den su lluvia,
38 para que el polvo se convierta en barro
y se peguen los terrones entre sí?


39 ¿Eres tú quien busca la presa para las leonas,
para que coman sus cachorros hasta hartarse
40 cuando se esconden en su guarida
o se ponen al acecho en la maleza?
41 ¿Quién da de comer a los cuervos,
cuando sus crías andan buscando comida
y con sus graznidos me la piden?

39

1 ¿Sabes tú cuándo paren las cabras monteses?
¿Has visto parir a las hembras del venado?
2 ¿Sabes cuántos meses necesitan
para que den a luz?
3 Al parir se encorvan,
y entonces nacen sus crías.
4 Luego estas se hacen fuertes, crecen en el campo
y al fin se van y no regresan.


5 ¿Quién dio libertad al asno salvaje?
¿Quién lo dejó andar suelto?
6 Yo le señalé, como lugar donde vivir,
el desierto y las llanuras salitrosas.
7 No le gusta el ruido de la ciudad
ni obedece a los gritos del arriero.
8 Recorre las lomas en busca de pasto,
buscando cualquier hierba verde para comer.


9 ¿Crees que el toro salvaje querrá servirte
y pasar la noche en tu establo?
10 ¿Podrás atarlo al yugo y obligarlo a arar
o a ir detrás de ti rastrillando el campo?
11 ¿Podrás confiar en él porque es tan fuerte,
y dejar que te haga tus trabajos?
12 ¿Crees que te servirá para recoger tu cosecha
y para juntar el grano en tu era?


13 Ahí tienes al avestruz: aletea alegremente,
como si tuviera alas de cigüeña,
14 y abandona los huevos en la arena
para que se incuben al calor del sol.
15 No piensa que alguien puede aplastarlos,
que algún animal puede pisotearlos.
16 Es cruel con sus crías, como si no fueran suyas,
y no le importa que resulte inútil su trabajo.
17 Es que yo no le di inteligencia;
le negué el buen sentido.
18 Pero cuando se levanta y echa a correr,
se ríe de caballos y jinetes.


19 ¿Acaso eres tú quien dio la fuerza al caballo,
quien adornó su cuello con la crin?
20 ¿Acaso tú lo haces saltar como a la langosta,
con ese soberbio resoplido que impone terror?
21 Escarba arrogante en la llanura
y se lanza sin temor a la batalla.
22 Se ríe del terror, y no se asusta
ni se acobarda ante la espada,
23 por más que resuene la aljaba del jinete
y lancen chispas las lanzas y las jabalinas.
24 Con ímpetu incontenible devora las distancias;
suena la trompeta y ya no puede estarse quieto.
25 Contesta con relinchos al toque de trompeta;
desde lejos aspira el olor de la batalla,
y oye las voces de mando y los gritos.


26 ¿Acaso eres tan sabio que al halcón enseñas a volar
y a tender su vuelo hacia el sur?
27 ¿Eres tú quien ha ordenado al águila
que ponga su nido en las alturas?
28 Ella vive día y noche en los peñascos;
levanta su fortaleza en un picacho.
29 Desde allá arriba mira
y acecha a su presa.
30 Sus crías se alimentan de sangre,
y donde hay cadáveres, allí se la encuentra.

40

1-2 a Tú, que querías entablar juicio conmigo,
con el Todopoderoso,
¿insistes todavía en responder?

Job

3-4 ¿Qué puedo responder yo, que soy tan poca cosa?
Prefiero guardar silencio.
5 Ya he hablado una y otra vez
y no tengo nada que añadir.


6 Volvió el Señor a hablar a Job de en medio de la tempestad.

El Señor

7 Muéstrame ahora tu valentía
y respóndeme a estas preguntas:
8 ¿Pretendes declararme injusto y culpable
para que tú aparezcas inocente?
9 ¿Acaso eres tan fuerte como yo?
¿Es tu voz de trueno, como la mía?
10 Revístete, pues, de grandeza y majestad;
cúbrete de gloria y esplendor.
11 Mira a todos los orgullosos:
da rienda suelta a tu furor y humíllalos.
12 Sí, derríbalos con tu mirada,
aplasta a los malvados donde se encuentren.
13 Sepúltalos a todos en la tierra,
enciérralos en la prisión de los muertos.
14 Entonces yo mismo reconoceré
que fue tu poder el que te dio la victoria.


.......


42 Job

1-2 Yo sé que tú lo puedes todo
y no hay nada que no puedas realizar.
3 ¿Quién soy yo para dudar de tu providencia,
mostrando así mi ignorancia?
Yo estaba hablando de cosas que no entiendo,
cosas tan maravillosas que no las puedo comprender.
4 Tú me dijiste: “Escucha, que quiero hablarte;
respóndeme a estas preguntas.”
5 Hasta ahora, solo de oídas te conocía,
pero ahora te veo con mis propios ojos...