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viernes, 29 de abril de 2011

El sistema que alumbramos

"Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí."

(1945, Martin Niemoeller, pastor protestante, 1892-1984. Erróneamente atribuida a Bertolt Brecht.)


Al filo de los cinco millones de parados en este país, y millón y medio de familias en las que todos los miembros están en paro.
Diferencias sociales y económicas no sólo abismales, sino crecientes. Entre sujetos, grupos, naciones y continentes.
Una tolerancia cada vez mayor frente a la injusticia y la insolidaridad, sustentada en el miedo y el "sálvese quien pueda".
Mientras la radiactividad envenena el planeta, Fukushima ha sido relegada apenas a una nota a pie de página en los informativos.
No es verdad que el sistema no pueda resistir. Puede hacerlo, y por mucho tiempo, si seguimos y seguimos comulgando con ruedas de molino y permitiendo la institucionalización de la ley de la selva, so capa de que no se puede hacer otra cosa debido a la crisis.
Nos merecemos lo que tenemos.
Por pancistas, cobardes, acomodaticios e inconscientes.
Y, lo que es peor, nos merecemos lo que vamos a tener en el futuro.
Nos lo merecemos porque nos lo tragamos, porque no queremos ver que si este sistema subsiste, si no le damos alternativas, es porque lo llevamos dentro, y lo alumbramos día tras día y hora tras hora.
Nuestra sombra, negada y reprimida, se parece mucho a este sistema.
Nosotros nos parecemos mucho a este sistema.
Proyectamos la culpa sobre políticos, banqueros, inmigrantes o iluminati, según la particular preferencia paranoica de cada cual, pero somos nosotros, todos y cada uno de nosotros, los que hemos creado, sustentamos y nos resistimos y negamos a cambiar un sistema que nos pasamos el día criticando.
¿Qué vamos a hacer, cuándo vamos a abrir los ojos y reconocer que así como es afuera, es adentro, y así como es adentro, es afuera, y que sólo esa honesta admisión, tamto individual como social, abrirá el paso a la posibilidad de creación de lo nuevo?
Si no lo hacemos, sencillamente, lo que hay seguirá impasible en su degradación.

Y nosotros también.


The Second Coming
William Butler Yeats (Irlanda, 1865-1939)

Turning and turning in the widening gyre
The falcon cannot hear the falconer;
Things fall apart; the centre cannot hold;
Mere anarchy is loosed upon the world,
The blood-dimmed tide is loosed, and everywhere
The ceremony of innocence is drowned;
The best lack all conviction, while the worst
Are full of passionate intensity.

Surely some revelation is at hand;
Surely the Second Coming is at hand.
The Second Coming! Hardly are those words out
When a vast image out of Spritus Mundi
Troubles my sight: somewhere in the sands of the desert
A shape with lion body and the head of a man,
A gaze blank and pitiless as the sun,
Is moving its slow thighs, while all about it
Reel shadows of the indignant desert birds.
The darkness drops again; but now I know
That twenty centuries of stony sleep
were vexed to nightmare by a rocking cradle,
And what rough beast, its hour come round at last,
Slouches towards Bethlehem to be born?


El Segundo Advenimiento

Girando y girando en un círculo creciente
El halcón no puede oír al halconero;
Todo se desmorona; el centro no puede resistir;
La anarquía se adueña del mundo entero,
La marea sanguinolenta se ha desatado, y en todas partes
La ceremonia de la inocencia es ahogada;
Los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores
Están llenos de una intensidad apasionada.

Seguramente alguna revelación está cerca;
Seguramente el Segundo Advenimiento está cerca.
El Segundo Advenimiento! Tan pronto han salido esas palabras de mi boca
Cuando ya una vasta imagen procedente del Spiritus Mundi
Turba mi vista: en algún lugar en las arenas del desierto
Una forma con cuerpo de león y cabeza humana,
De mirada vacía e implacable como el sol,
Mueve sus pausados muslos, mientras a su alrededor
Revolotean las sombras de las indignadas aves del desierto
La oscuridad cae de nuevo; pero ahora sé
Que veinte siglos de pétreo sueño
Fueron atormentados hasta la pesadilla por el mecer de una cuna,
¿Y que tosca bestia, su hora al fin llegada,
Se arrastra hacia Belen para nacer?