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viernes, 9 de marzo de 2012

"Un día traté de llegar directamente al silencio..."

(Tomado de http://regina-libera.blogspot.com/, y a su vez, de www.cetr.net)

Antonio Tàpies: ...Es algo que me ha interesado
desde muy joven: no describir la nada que es
imposible, pero sí encontrar un mecanismo que
por lo menos la sugiera al espectador. Es lo que
intento hacer cada día, mi máxima aspiración
artística.

José A. Valente:...Tú lo has escrito: "Un día traté
de llegar directamente al silencio". Justamente ese
silencio sería la nada, el lugar de la materia
interiorizada. Creo que eso es lo que tú querías
significar con esa idea...

Fragmento de Antonio Tàpies:
"Lejos del cliché que la gente se forma del
artista, con todo su bagaje de necesaria
originalidad, personalidad, estilo, etc., que hacen
que las obras hablen de puertas afuera , para el
autor hay ante todo, un núcleo de pensamiento
más anónimo, colectivo, del cual sólo es un
modesto servidor. Es seguramente la zona donde
está depositada la sabiduría que en realidad se
encuentra y las fatales contingencias del mundo.
Es el impulso de nuestro instinto de vida, de
conocimiento, de amor, de libertad, que ha sido
conservado y vivificado por la sabiduría de
siempre. Las formas en que se concreta,
imprescindibles sin duda para la captación de
sus mensajes, son el episodio obligado de las
propias leyes de crecimiento que tiene el arte en
cada momento dado".

Fragmento de Jose A. Valente:
"Quizá el supremo, el sólo ejercicio del arte sea
un ejercicio del retracción. Crear no es un acto
de poder (poder y creación se niegan); es un
acto de aceptación o reconocimiento. Crear lleva
el signo de la feminidad, no es un acto de
penetración en la materia sino pasión por ser
penetrado por ella. Crear es generar un estado
de disponibilidad en el que la primera cosa
creada es el vacío. Pues lo único que el artista
acaso crea es el espacio de la creación...
la creación de la nada es el principio absoluto de
toda creación.
El estado de creación es igual al wu-wei en la
práctica del Tao: estado de no acción, de no
interferencia, de atención suprema a los
movimientos del universo y a la respiración de
la materia. Sólo en ese estado de retracción
sobreviene la forma, no como algo impuesto a la
materia, sino como una epifanía natural de ésta.